Los Simpson: La película que nunca debió hacerse

Como casi todo ser humano del planeta, me considero fan de 'Los Simpson'. Bueno, con reservas. En realidad, hace ya tiempo, años, que no veo las últimas temporadas. La serie, para mí, perdió calidad a una velocidad alarmante, volviéndose cada vez más repetitiva, abusando de los mismos chistes una y otra vez. Ya no encontraba esos episodios tan ácidos, donde te podías reír a carcajadas tan fácilmente como pensar que lo que veías era una estupenda crítica de la, a veces, mediocre realidad. Sí, reír y pensar. Demasiado para hoy día, me temo. Lo que está claro es que los trailers consiguieron que me olvidara de todo lo anterior y que me engañara a mí mismo, convenciéndome de que la película de Los Simpson recuperaría el buen sabor de antaño.

Como digo, un autoengaño. El film está hecho para los que aún siguen la serie religiosamente y para los que aún puedan esbozar alguna sonrisa cuando todo se ha convertido en una facilona autoparodia, destinada a seguir rentabilizando la gallina de los huevos de oro con el mínimo esfuerzo. Hace tiempo que algunos nos pasamos a la tristemente hundida 'Futurama' o a la más ácida 'Padre de Familia', sin ser ésta, desde luego, una serie que resista la comparación con la mejor época de Homer y compañía. Pero tal como está el patio, un par de bromas ingeniosas cada 5 minutos es todo un soplo de aire fresco en un verano caluroso, y la serie de Seth MacFarlane lo proporciona. Lo que se ha estrenado sobre la familia amarilla, no. Esta cosa lo que más proporciona son bostezos y es posible que incluso te deje de mal humor.

'Los Simpson: La película' ('The Simpsons Movie') comienza con un concierto en el lago de Springfield, cuya contaminación está a punto de provocar una catástrofe. Homer es, cómo no, quien pone la última gota. El gobierno de los Estados Unidos decide aislar a Springfield del resto del país. Todo el pueblo se lanza entonces a por Homer y su familia, quienes escapan por los pelos hacia Alaska, pero no tardan en quedar divididos por el conflicto. Homer tendrá que decidir qué es lo que más le importa...

Dirigida por David Silverman, responsable de muchos episodios de la serie, la película arranca fenomenalmente, con un mensaje "personalizado" de Homer que es una auténtico dardo envenenado, jugosísimo, primera carcajada asegurada. Obviamos el patético mensaje de Bart en la pizarra, y seguimos con el disfrute. La escena de Green Day con homenaje a 'Titanic' incluido hace que te acomodes en la butaca con una sonrisa de oreja a oreja, otra carcajada segura. Pero, desgraciadamente, pronto, todo va ya cuesta abajo.

Desde el "espectáculo" del abuelo Simpson en la iglesia, concretamente. La acción comienza a acelerarse sin sentido, los incontables personajes de la serie van desfilando por la pantalla sin que dé tiempo a saborearlos, y la mayoría sin ser ellos mismos, comportándose como meros peones de un marketing que necesitaba a todos en la plaza, para la supuesta gran fiesta. Una fiesta que la estarán celebrando los que se van a llevar los millones de dólares por la recaudación del film, no me cabe ninguna duda. Ojalá corra como el rayo el sincero mensaje de que estamos ante un completo fiasco y se detenga la máquina; no soportaría tener que ver la segunda parte de este despropósito cinematográfico. El guión de Matt Groening, James L. Brooks, Mike Scully, Al Jean, etc., etc., no aguanta más allá de los primeros veinte minutos, es un episodio doble estiradísimo, lleno de chistes repetidos, sin nada coherente que lo mantenga unido y con bastantes escenitas ridículas, propias más bien de los teletubbies.

No hay apenas ni una broma que no puedas anticipar, por haberla visto ya miles de veces. Y luego está el ritmo de la narración, que marcha tan "bien" como la furgoneta de 'Pequeña Miss Sunshine'. Desde que todo el pueblo se lanza a por Homer, uno ya comienza a estar incómodo en la butaca, parece que haya pasado una hora y, sobre todo, está más que claro que han hecho una película sin chispa, para pasar la mano y recoger la pasta. Lo más negativo es que, como dije, ni han sabido mantener la esencia de los personajes, ni, aún peor, los aprovechan en absoluto, dejándolo casi todo en manos de Homer, un improvisado superhéroe capaz de manejar una moto como si fuera el mismísimo motorista fantasma. Que Burns, Moe o Krusty no tengan más presencia, pero se inventen, por ejemplo, a un ligue para Lisa es, directamente, absurdo. En la parte de los aciertos, además de los primeros minutos, señalar evidentemente que la animación está muy lograda, permitiendo que veamos a los Simpson con todo lujo de detalles; la "gamberrada sin censura" de Bart; y lo poco que nos muestran del gobierno norteamericano, con un personaje que me llegó a recordar a cierto agente que interpreta William Fichtner en otra serie de éxito.

Por supuesto, el reparto de voces originales compuesto por Dan Castellaneta, Julie Kavner, Nancy Cartwright, Yeardley Smith, Hank Azaria, Harry Shearer, Pamela Hayden, Albert Brooks o Minnie Driver, entre otros, no puede ser disfrutado en este país, hasta que la película salga en dvd. Si vais al cine, os encontraréis con las voces de los dobladores españoles, quienes en esta ocasión han gozado de un favor que, particularmente me sorprendió bastante. Sus nombres aparecen en los títulos de crédito mucho antes de lo normal, incluso antes que los mencionados unas líneas más arriba. ¿Un detalle de la distribuidora?

Dejando esto al margen, el doblaje en las películas de animación me parecen menos graves, ya que obviamente, las voces no salen de los muñecos; más aún, cuando una serie la has visto siempre en español, lo cierto es que uno ya está acostumbrado, tienes casi la sensación de que "tiene que ser así". De todas formas, ni el chiste de Spider-pig/Spider-cerdo ni la intervención del presidente Schwarzenegger suenan igual en castellano que en inglés. Por mencionar sólo dos momentos, que pudimos comparar al ver los trailers. Pocas bromas que funcionan, y algunas estropeadas; una lástima. Por cierto... ¿qué pasa con el cerdo, quién se lo come?

Mi única conclusión posible es que, para esto, mejor que no hubiesen hecho 'Los Simpson: La película'. Pero claro, yo no voy a ver un dólar con su realización, todo lo contrario. Esperaremos con las uñas afiladas la casi segura adaptación cinematográfica de la incorrectísima familia Griffin. Ya ha dicho MacFarlane que se lo está pensando pero que no quiere que sus personajes salven el mundo. Ojalá lo destrocen. Y si pueden contar con la música de Danny Elfman, mejor, es lo único que merece la pena "robar" de las aventuras de la familia Simpson.

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