'Rumores y mentiras', agradable comedia de regusto nostálgico

In Spain the Socialist Party in the city of Valladolid, PSOE, wanted to censure and withdraw the posters of the film because they said are offensive against women.

Me permito el lujo de no traducir la frase que tenéis arriba —la he sacado de la IMDb— porque me he quedado estupefacto al leerla. No tenía conocimiento de esa singular estrategia por parte del PSOE contra lo que es nada más que el cartel de una película. Al igual que en lamentable caso visto en cierto programa de cuatro al respecto de la polémica con ‘A Serbian Film’ (‘Srpski Film’, Srdjan Spasojevic, 2010), a algunos habría que explicarles la diferencia entre ficción y realidad. En cualquier caso, esto no es más que algo meramente anecdótico, lo que realmente importa es la película en sí; ni su cartel, ni su campaña de promoción, ni la reacción de ciertas personas a ello, influyen en la calidad del film. Y nada de eso debería importarnos.

Algunos os preguntaréis cómo es posible que haya acabado viendo una película del aspecto de ‘Rumores y mentiras’ (‘Easy A’, Will Gluck, 2010), cuando ustedes, mis querido acólitos, conocen bien mi aversión hacia la comedia juvenil actual. Lo cierto es que creo que el género de la comedia, en general, está más muerto aún que el western. Cada poco tiempo asaltan las carteleras unas cuantas películas que tratan al adolescente como si éste fuera idiota, o al menos una gran cantidad de ellas. Por eso no entraba en mis planes —y que nadie me venga con el argumento de que tengo que hacerlo, que por eso me pagan— el ver una película como ‘Rumores y mentiras’ pues todo apuntaba a que sería más de lo mismo. Malditos prejuicios.

Afortunadamente, uno tiene amigos, entre los cuales unos poseen un criterio a tener en cuenta en este tipo de cuestiones, y no, no me refiero a uno de esos amigos con los que se coincide en gustos de todo tipo. Así pues me fui en buena compañía a ver esta película, animado por la recomendación, y también por el hecho de que el film toma prestado el texto de Nathaniel Hawthorne, ‘La letra escarlata’. Dicho libro fue adaptado varias veces al cine, siendo una de las últimas la penosa ‘La letra escarlata’ (‘The Scarlett Letter’, Roland Joffé, 1995) donde Demi Moore estaba imposible. Ya hablaremos de una de las mejores versiones que hay, ‘La mujer marcada’ (‘The Scarlett Letter’, Victor Sjöström, 1926), en el especial de cine mudo que pulula por mi mente, de esos que voy a tener que reencarnarme cuatro veces para completarlo.

El argumento de ‘Rumores y mentiras’ nos lleva al típico instituto estadounidense en el que la protagonista de la película, Olive —Emma Stone—, para no pasar el fin de semana con los padres de su mejor amiga, se inventa una cita con un hombre. Hará creer que perdió su virginidad en ese encuentro, una mentira que irá creciendo como la pólvora convirtiendo a Olvie en la chica más popular del instituto. Una premisa de lo más corriente, pero narrada con fluidez por Will Gluck, logrando hacer creíble la historia gracias a ingeniosos apuntes de guión, a unos buenos diálogos, y a una buena compenetración entre el reparto joven y adulto de la función.

Emma Stone —vista en ‘Bienvenidos a Zombieland’ (‘Zombieland’, Ruben Fleischer, 2009) y futura Gwen Stacy en el reboot de ‘Spider-Man’ a manos de Marc Webb— se convierte en la estrella de la función, muy alejada de las típicas tonterías que suelen servir este tipo de productos. Con un enorme carisma, la actriz hace algo milagroso en una comedia juvenil actual, que su personaje no resulte insoportable. Amanda Bynes, actriz de bastante popularidad en los USA, no llega a eclipsar ni un instante a Stone, a pesar de la exageración de su personaje. Y es que tal y como mandan los cánones de la comedia, todo debe estar un poco exagerado. Sólo de esa forma pueden aceptarse el humor de una película que arremete inteligentemente contra la sociedad puritana y conservadora de los Estados Unidos, centrando sus dardos en la importante fase de la educación estudiantil.

Y cómo no, un buen plantel de secundarios, que muchas veces en el cine actual son los que sostienen una película. Stanley Tucci y Patricia Clarkson interpretan a los padres de Olive, una especie de representación de lo que les espera a algunos jóvenes, una comprensiva y cachonda pareja de padres que miran con una leve sonrisa en los labios las vicisitudes por las que pasa su hija, como si en esa mirada se escondiesen secretos del pasado tal vez más escandalosos que todo lo que le ocurre a Olive. En otras palabras, que todos quisiéramos unos padres como esos. Thomas Haden Church, alejado de sus personajes serios, parece estar muy cómodo en el rol de profesor, y Lisa Kudrow da vida por enésima vez a Phoebe. Quizá su personaje está un pelín desaprovechado, al igual que el de un anecdótico Malcolm Macdowell.

Mentiras que cada vez van creciendo más, gente que se aprovecha de esas mentiras, y llegado el momento de decir la verdad nadie quiere, porque como ocurre siempre, la mentira es más fácil y cómoda para todo el mundo. El afán de querer que todos piensen como uno. Apariencias. Difamación. Máscaras. Sexualidad. La pérdida de la inocencia. Y sobre todo, la curiosidad humana, la que todos sentimos irrefrenablemente, y que alcanza su esplendor en una escena tan graciosa como inquietante. Cuando Olive cita a todo el mundo en Internet engañándolos, para realmente hacer una confesión, un pastor, padre de la mejor amiga de Olive, se desespera en busca de las imágenes de sexo que esperaba encontrar. La patada a la religión es tan sutil como certera. Y no importa que la película no pueda evitar caer en convencionalismos de todo tipo, está por encima de la media en este tipo de productos, principalmente destinados a ser consumidos sin que trabaje ni una sola neurona. ‘Rumores y mentiras’ es algo más, afortunadamente. Con sentido homenaje a John Hughes incluido.

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