‘Sicario: El día del soldado’: un excepcional viaje por las fronteras de la podredumbre moral

Puede que debido a la tremenda influencia del refranero popular, que sentencia aquello de "segundas partes nunca fueron buenas", fuimos muchos los que temimos lo peor y pusimos el grito en el cielo cuando se anunció que 'Sicario', el maravilloso largometraje dirigido por Denis Villeneuve en 2015, tendría una secuela que no contaría con el genio franco canadiense tras la cámara.

Por suerte, todo el recelo y los miedos proyectados sobre esta continuación han terminado siendo totalmente infundados; resultando finalmente 'Sicario: El día del soldado' un excepcional y modélico thriller que tal vez no llegue a alcanzar las cotas de meticulosa perfección de la cinta original, pero que queda a las puertas de engrosar ese atípico listado de segundas partes capaces de superar a sus predecesoras.

'El día del soldado' logra disipar toda nostalgia posible por el filme de Villeneuve al capturar toda su esencia en 122 minutos que pasan automáticamente a formar parte de lo mejor del año; y lo hace abrazando de nuevo esas tensas atmósferas tan densas que podrían cortarse con un cuchillo, esa oscuridad que impregna el relato tanto a nivel visual como conceptual y esa violencia dura, seca y tan polvorienta como la convulsa frontera que separa México de Estados Unidos.

Esta tónica general se ha mantenido prácticamente intacta gracias a la labor de un Taylor Sheridan que continúa ganándose a golpe de talento el estatus de guionista de prestigio, y que en esta ocasión opta por recrudecer la fórmula empleada en 'Sicario'; aportando un extra de acidez, aprovechando la realidad sociopolítica norteamericana actual y sacando oro de la amoralidad y falta de escrúpulos de una pareja protagonista tan compleja sobre el papel como maravillosamente interpretada por unos inmensos Benicio Del Toro y Josh Brolin.

Pero todos estos ingredientes no se hubiesen integrado a la perfección sin un maestro de ceremonias a la altura de las circunstancias, en este caso personificado por el italiano Stefano Sollima, quien eleva a un nuevo nivel sus anteriores escarceos con el género —'ACAB - All Cops Are Bastards' y la excelente 'Suburra'— para brindar una narrativa de primerísima categoría que deslumbra tanto en sus momentos más calmados y centrados en el suspense como en unas secuencias de acción de corte realista en las que prácticamente puede olerse la pólvora y la sangre.

Por desgracia, hay un profesional involucrado en la primera 'Sicario' al que sí se echa ligeramente de menos en esta secuela, y ese es el maestro de la dirección de fotografía Roger Deakins; aunque su sustituto, Dariusz Wolski —colaborador habitual de Ridley Scott desde 'Prometheus'—, haga una labor extraordinaria replicando sin riesgo el estilo de la original y ayude a crear un envoltorio impecable junto a las también continuistas composiciones de Hildur Guðnadóttir —digno relevo del tristemente fallecido Jóhann Jóhannsson—.

Contra todo pronóstico, 'Sicario: El día del soldado' muestra un balance casi perfecto entre forma y fondo, invitándonos a realizar un emocionante y cruento descenso a los infiernos acompañados de dos soberbios personajes que caminan por la frontera de la integridad y la podredumbre; una línea tan delgada como la que separa una franquicia excelente de una, como esta, única e irrepetible.

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