'Una cuestión de tiempo', en busca de las segundas oportunidades

Hacer comedias románticas con clase para que terminen conviertiéndose en clásicos modernos es muy, muy díficil, pero hay un hombre allá por tierras británicas al que se le da muy bien, ya sea en su faceta como guionista o como director. Sí, hablamos de Richard Curtis, que desde que escribió y produjo en 1994 esa sencilla y deliciosa comedia romántica que es 'Cuatro bodas y un funeral' ('Four Weddings and a Funeral') no ha parado. Tras su debut en la dirección con 'Love Actually' (id, 2003) —y sí, yo me declaro fan absoluta— y 'Radio Encubierta' ('The Boat that Rocked', 2009), que tuvo un gran éxito en Reino Unido, ahora estrena su tercera película como director, 'Una cuestión de tiempo' con la que vuelve a dejar claro que lo suyo es la rom-com y en la que se atreve con los viajes en el tiempo.

Y es que la idea principal de 'Una cuestión de tiempo' es lanzar la pregunta de: ¿qué harías si tuvieras una segunda oportunidad para todo?. Con esta premisa, Curtis nos cuenta la historia de Tim Lake, que a los 21 años descubre que puede viajar en el tiempo. Su padre le cuenta que todos los hombres de su familia han tenido desde siempre ese don, así que decide que su mundo será mejor… y que tendrá novia. Después de trasladarse a Londres para trabajar en un bufete de abogados, acaba conociendo a la preciosa e insegura Mary. Pero según avanza su curiosa vida, Tim descubre que ese don tan especial no puede protegerle de las tristezas ni de los altibajos que afectan a cualquier familia. Pero viajar en el tiempo y sulucionar cosas del pasado, puede estropear situaciones que siempre estuvieron bien, llegando a ser peligroso.

Comedia romántica en toda regla

Dejémonos de dramas ñoños románticos a lo 'El diario de Noah' ('The Notebook', Nick Cassavettes, 2004) y centrémonos en comedias románticas tiernas, divertidas —y también algo ñoñas, sí— y con mucho, mucho encanto. Así es 'Una cuestión de tiempo' y su fórmula la convertirá en un clásico moderno con los años, como ya pasó con 'Love Actually' en 2003. Lo nuevo de Richard Curtis lo tiene todo para gustar a todos los públicos: comedia, romance, drama y hasta algo de ciencia ficción y todo ello expresado en forma de nerd romántico, relación padre-hijo y relación de pareja idílica —con mítica y desastrosa, pero maravillosa boda incluida—. Una fórmula que, a priori, es como todas las demás, pero cuyo éxito residirá en la originalidad de los viajes en el tiempo y el toque Curtis.

Sin duda, uno de los mayores éxitos de la nueva película de Richard Curtis es con la normalidad con la que es tratado algo tan de otro género como es los viajes en el tiempo. Aunque a Tim, el protagonista, le cuesta entenderlo un poco, no tarda en adaptarlo a su forma de vida y sacarle provecho para mejorar momentos de su vida que le gustaría cambiar y mejorar. Los amantes de la ciencia ficción pronto sacarán fallos al guión y a las irregularidades sobre lo qué supone viajar en el tiempo y hacer cambios significativos. Aparte de eso, y quizá un poco de alargamiento de la trama y el metraje, 'Una cuestión de tiempo' es un homenaje a las segundas oportunidades para poder ofrecer lo mejor de nosotros mismos.

Domhnall Gleeson, el nuevo galán nerd

Para que una comedia romántica funcione, a la fórmula perfecta hay que añadirle una pareja con química y un buen puñado de personajes secundarios con encanto interpretados por secundarios de lujo. 'Una cuestión de tiempo' cumple con estos requisitos empezando por la pareja protagonista: un Domhnall Gleeson encantador, de aire nerd y que sin duda, se encumbra aquí como el nuevo galán de la comedia británica y una guapísima Rachel McAdams, que cumple a la sombra de Gleeson. Junto a ellos, un clásico del cine de Curtis y del cine británico general, un magnífico Bill Nighy que da un toque cómico y dramático en su justa medida al personaje del padre de Tim o Tom Hollander, otro habitual del cine british en el papel de amigo escritor atormentado pero con gran corazón.

En definitiva, 'Una cuestión de tiempo' es la 'Love Actually' de la década, tierna, romántica, dramática y sobre todo, muy original y que si no fuera porque quizá, se exceda un poco en su metraje, sería la película ideal para emitir hasta la saciedad en televisión y ver una y otra vez sin cansarse de ella.

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