Entrevista a Josemanuel Escribano, crítico de cine

La voz de Josemanuel Escribano entró en mi vida una hace un par de años, una noche que escuchaba la radio junto a la chica que primero me arrebató el corazón para luego entregarme el suyo. Ella me aficionó a un conocido programa llamado ‘La rosa de los vientos’, que se emite la madrugada de los sábados y los domingos en Onda Cero. La sección de cine de dicho espacio se titula “El callejón del escribano” y, evidentemente, está a cargo de Josemanuel (que no José Manuel).

Al margen de que coincidiera o no con algunas de sus valoraciones, desde muy pronto me pareció un crítico modelo, un referente a tener muy en cuenta, tanto por su discurso como por la honestidad y proximidad que desprenden sus palabras. Siempre hemos tenido la imagen del crítico elitista y pedante, amargado y arrogante; este señor es lo opuesto a eso. En resumen, es un profesional al que gusta escuchar, y eso, hablando de un crítico de cine, en mi opinión, es un gran logro. Por otra parte, agradecerle, también desde aquí, la amabilidad y el trato tan atento, desde que me puse en contacto para la realización de esta entrevista.

Licenciado en Ciencias de la Información, Josemanuel Escribano ejerce como crítico de cine desde 1973, tanto en revistas (“Interviú” e “Historia de Iberia Vieja”) como en radio (entre otras, Radio Nacional, Onda Madrid y Onda Cero). Su trayectoria profesional es amplia y variada, destacando su labor como editor de la revista “Contraluz”, realizador de publicidad, director de cortometrajes y “performances” (entre 1971 y 1989), director de la revista “Ágora”, realizador en TVE, guionista y editor de la web El Super Diez; es miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid y Secretario General del Círculo de Escritores Cinematográficos.

  • ¿Cómo llega a ser crítico de cine? ¿Entraba en sus planes?

Siempre me ha atraído el cine, como espectador desde chaval y con cierta vocación desde muy pronto, quizá influido por los jóvenes directores y críticos de la “Nueva Ola” del cine francés. En los años 60 viví en Sevilla y, aunque allí no había escuelas de cine, intenté dar mis primeros pasos como director de cortometrajes; pasos que se fueron concretando a finales de la década, cuando nos juntamos un grupo de amigos, fanáticos del cine todos, y empezamos a trabajar en guiones y proyectos más interesantes. En los años 71 y 72 dirigí mis dos primeros cortos y me trasladé a Madrid, donde seguí dirigiendo cortos y publicidad. Pero en 1973 edité y dirigí la revista “Contraluz”, que se vendía casi clandestinamente y por suscripción (la situación política era bastante convulsa, había una fuerte censura y no encontramos otra manera de hacerlo) y allí descubrí la faceta crítica, que me apasionó inmediatamente y que fui simultaneando al principio con la práctica; pero poco a poco pasó a primer plano (nunca mejor dicho) hasta llevarme a la dedicación exclusiva. En el universo del cine, hay que explicar, porque todo el tiempo (hasta el año 2000) he simultaneado estas actividades con la docencia como profesor de Literatura y Lengua españolas y Comunicación Audiovisual.

  • ¿Comunicación audiovisual? ¿Hay aspirantes a cineastas entre sus alumnos?

He impartido la asignatura de Comunicación Audiovisual en un instituto; era una optativa de secundaria, por lo que, en principio, se debería suponer que los alumnos que la escogían tenían ya de entrada cierto interés. Pero eran muy jóvenes como para que tuvieran definida una clara vocación por el cine; ojalá haya sido así y en un futuro próximo surjan cineastas de aquellos alumnos, pero no se manifestaban en ese sentido.

  • Se ha referido a la ?Nueva Ola? del cine francés, ¿ahí está el origen de su pasión por el cine?

Sin duda. Ahora hace 50 años de las primeras películas de Truffaut, Godard, Rivette, y también Alain Resnais. ‘A bout de soufflé’, ‘Los 400 golpes’ y, muy marcadamente ‘Hiroshima, mon amour’ y ‘El año pasado en Marienbad’ me descubrieron un cine diferente, una forma muy distinta a la de las películas que había visto de chaval, cine americano sobre todo. Aquellas películas, de repente, me mostraban un cine cercanísimo, unas ideas nuevas, unas historias contadas de manera diferente y que me resultaron muchísimo más interesantes. El cine de Godard, tan rompedor; el Antoine Doinel de Truffaut, que lo acompañó toda su vida; las imágenes deslumbrantes, inteligentísimas de Resnais, y las películas de Agnés Varda, Louis Malle, después los “cuentos morales” de Rohmer… Ese momento, que es, sin duda, parte fundamental del cine moderno, me fascinó. Esas películas y el cine europeo en general: Visconti, Losey (que trabajaba en Inglaterra), Ingmar Bergman, Bertolucci, Michelangelo Antonioni con La aventura, El eclipse, Desierto rojo… Este cine y, desde luego, la “Nueva Ola”, me marcaron definitivamente.

  • De los cineastas actuales, ¿cuáles son, a su juicio, los más interesantes?

Me interesa especialmente el cine español; porque es mi cultura y son las historias y los personajes más cercanos, y porque, desde luego, no puedo consentir que se diga que es “malo”. Es, por el contrario, bastante interesante, y hay en el panorama actual un grupo numeroso de cineastas de demostrada calidad; sobre todo, existen directores jóvenes que tienen un espléndido futuro. Baste ver, por ejemplo, la cantidad de cortometrajes que se ruedan cada año en España, con una dosis de talento muy llamativa. Y claro que se hacen también malas películas, ¿cómo no? Como en cualquier otra cinematografía, incluida la americana, que llena pantallas y consigue taquillazos frecuentemente; a veces con películas detestables.

Por otra parte, me interesan mucho las cinematografías menos explotadas o comerciales: me gusta mucho el cine de Aki Kaurismäki, de Wong Kar Wai, de Kim Ki-duk, de Nanni Moretti y los nuevos directores italianos, el cine europeo en general, los americanos independientes y, claro, los grandes maestros: Eastwood, Lumet, Allen, Scorsese, Coppola… Es imposible resumir; lo que hago es estar muy atento a la cartelera y no perderme lo que llega, de Fatih Akin a Tarantino, de Lynch a Nuri Bilge Ceylan, por ejemplo.

  • ¿Cómo surge “El Super Diez”?

Surgió dentro del “Turno de noche”, en 1991, como una de las secciones del programa que a Juan Antonio Cebrián le pareció más interesante y divertida. De hecho, se ha mantenido siempre (junto con la crítica) a través de los años y los distintos programas de Onda Cero. Y en 2003 pasó a internet, donde publica (simultáneamente con la radio) la tradicional “lista de éxitos” acompañada de noticias y colaboraciones de otros colegas del análisis, el estudio cinematográfico y la creación literaria. “El SuperDiez” se elabora con una fórmula que combina la crítica profesional con la opinión popular (a través de las recaudaciones de las películas), es absolutamente objetiva y, a mi modo de ver, sigue teniendo el mismo espíritu de libertad, independencia y “artesanía” que aquella “Contraluz” de los años 70.

  • ¿Tiene algún método (confesable) a la hora de redactar sus críticas?

Pues, sí; uno muy sencillo: lo primero, procuro que no pase mucho tiempo desde que veo la película porque con el aluvión que nos echan encima algunas cosas se me pueden olvidar… Si veo que, efectivamente, voy a tardar en escribir la crítica, suelo recoger algunas notas. A la hora de redactarla, comienzo siempre por un comentario acerca del director, que permita situar la obra dentro de su creación general, y también, cuando el autor no es muy conocido, para dar algunas claves significativas. Después trato de resumir el argumento o el tema de la película y paso a comentar los aspectos concretos de la misma desde mi personal punto de vista. Siempre tratando de no caer en el análisis simplista de separar los aspectos artísticos y técnicos (fotografía, música, ambientación…) del conjunto, y también tratando de aportar algún elemento de reflexión al posible oyente o lector. La crítica, creo, no es sólo un instrumento de confrontación de pareceres, sino también, y sobre todo, un género propio dentro de la literatura periodística.

  • ¿Se fijó en alguien cuando empezaba? ¿Algún referente especial?

Me gustaba mucho el estilo personal y desenfadado de Alfonso Sánchez (TVE) y la calidad literaria y el conocimiento de César Santos Fontenla (diario Informaciones); después he seguido mucho, aun con alguna divergencia de criterio, al maestro Ángel Fernández Santos (El País). Y algunos otros, que no voy a mencionar, me han servido sobre todo para saber qué tipo de crítica no querría hacer, e incluso qué tipo de persona no querría ser. Modelos… y todo lo contrario: como en cualquier profesión, supongo.

  • ¿Cómo es la relación entre los críticos? ¿Hay conciencia de grupo?

La relación entre los profesionales (de Madrid) es francamente buena, aunque también bastante superficial. Más que conciencia de grupo, que es de tono menor, existen ciertas “camarillas”, que se basan en afinidades ideológicas y, sobre todo, en supuestas “categorías” de los respectivos medios para los que se trabaja. En general, hay un buen número de colegas que nos vemos casi a diario en los pases de prensa, y que mantenemos una relación cordial: intercambiamos noticias de convocatorias, tenemos una correspondencia fluida y nos hacemos algún favor en un momento determinado, si hace falta.

  • El público y la crítica, ¿enemigos irreconciliables? ¿No cree que a menudo esa división es poco natural, motivada por la pertenencia a uno de los dos grupos?

En efecto, es una división artificial, porque todos los críticos somos y deberíamos sentirnos, en primer lugar, público. Pero artificial o no, la separación existe: el público se empeña en que los críticos ven las películas “de otra forma” y que lo que contamos es poco interesante, cuando no incomprensible para la mayoría. Y seguramente tiene razón, porque todavía muchos colegas entienden su profesión como un púlpito o una forma de proyección personal, que parece más importante cuanto más oscura; como comentaba más arriba, creo que el ejercicio de la crítica debe estar al servicio del espectador, como un elemento más para su reflexión y análisis, aportando, desde luego, los elementos formativos que se pueda. Y creo que los críticos que se acercan más a esta postura son también los más aceptados por el público en general.

  • Hace nada dejamos atrás el cine de 2008; en general, ¿ha sido tan malo como se pinta?

Creo que sí; este 2008 no nos ha traído la habitual media docena de grandes obras, esas que conmueven a la crítica pero también reconoce el público, y, lo que es peor, el tono medio ha sido muy bajo. Y en cuanto al cine español, de manera significativa. Habría mucho que hablar del tema (calidad general, cine español, crisis a distintos niveles…), pero como diagnóstico general, sí parece que el año no ha sido bueno, ni en calidad ni en recaudaciones. No creo que el primer aspecto sea especialmente preocupante: el año próximo veremos, con seguridad, estupendas películas españolas, europeas y, a lo mejor, también americanas y de otras latitudes más exóticas. Más complicada es la cuestión económica: las taquillas descienden sin cesar, y aquí sí que hay una evidente crisis, que obedece a múltiples causas; diversas, pero no desconocidas.

  • ¿Cuáles cree que son las causas más importantes de ese descenso? ¿Es una batalla perdida, tienen las salas de cine los días contados?

No diría tanto; los cines han sabido siempre capear todos los temporales y ahora también se van a defender. Van incluyendo proyecciones digitales, el confort y la calidad de las salas aumenta sin cesar (y las que no, cierran), complementan la programación con la exhibición de óperas, conciertos y eventos deportivos… Se buscan la vida, en definitiva. Desde luego, hay dos realidades que empujan en contra: el precio de las entradas (importantísimo: a la gente le gusta el cine, lo que no quiere es pagar 7 euros por entrada; la prueba está en los millones de descargas ilegales de internet que se realizan) y la multiplicación de las “ventanas” que dan acceso a la imagen: internet, dvd, ya mismo los móviles… En cualquier caso, los grandes estudios, que dominan todos los sectores: producción, distribución y exhibición, procurarán crear grandes espectáculos que el público preferirá ver en pantalla grande, con calidad extra de imagen y sonido.

  • Volviendo al cine de 2008, ¿qué películas destacaría por encima del resto?

Me han gustado mucho algunas de las estrenadas muy recientemente: ‘El intercambio’, ‘Gomorra’, ‘Il divo’, ‘My blueberry nights’... y otras anteriores como ‘Antes que el diablo sepa que has muerto’, ’4 meses, 3 semanas, 2 días’, ‘No es país para viejos’, ‘Al otro lado, ‘Elegy’, incluso ‘Deseo, peligro’, que se estrenó a finales de 2007.

  • ¿Alguna decepción importante, algún título o director del que esperaba mucho más?

Más que títulos o directores, señalaría que no ha sido un año bueno para el cine español (esperaba más de José Luis Cuerda, y sobre todo de Agustín Díaz Yanes) ni para un género que desde siempre me ha interesado mucho: el fantástico y el terror. Malísimas películas en este apartado, “remakes” totalmente innecesarios, y argumentos rozando la idiotez: una decepción, verdaderamente.

  • Ya que lo menciona, ¿de dónde viene su afición por el género fantástico y de terror? ¿Cuáles son sus títulos o directores intocables?

El fantástico en general y el terror en particular, han sido siempre uno (o dos) de mis géneros favoritos, desde siempre. Pero, además, en unas cuantas temporadas del programa de radio tuvimos una sección “Zona Cero” con una crítica o comentario semanal de algún estreno; la verdad es que prácticamente cada fin de semana había uno y terminé por aficionarme del todo y desde entonces he seguido el género con bastante aplicación. Y es verdad que este año último ha sido malo. Claro que no puede haber a cada rato un “M el vampiro de Dusseldorf”, un “Drácula” o un (por acercarnos más en el tiempo) “2001” o un “Resplandor” de Stanley Kubrick, un “Alien” de Ridley Scott, otra “Noche de los muertos vivientes” u otra “Semilla del diablo”. Los grandes directores, cuando tocan el género, lo convierten en una maravilla.

Pero ahora hay otros títulos y otros directores de interés, de Sam Raimi y Cronenberg a los maestros orientales Hideo Nakata (“The ring”), Bong Joon-Ho (“The host”), Takashi Shimizu (“The grudge”)... y tantos otros, hasta los hermanos Pang cuando están en forma. Nada importante, como digo, en este año pasado; es más, lo que ha llegado, de oriente, y no digamos de América, ha sido francamente malo: previsible, infantil, desaliñado y algunas veces hasta ridículo.

  • ¿Lo último que más le ha gustado del género?

Si tuviera que elegir una película de entre todas las últimas me quedaría seguramente con la de Joon-Ho, “The host”, del 2007: una joyita del género, original, divertida, con mucho ritmo… y, desde luego, terrorífica.

  • Ah, pensé que diría ‘La niebla’, creo que fue de lo mejor de 2008…

Sí, por cierto, “La niebla” me pareció de lo poquito salvable del año, coincido contigo; no es que sea el colmo de lo original, pero la “versión” de Darabont del tema es de lo más sugerente. Y esa secuencia final, ¿eh? Es una pena no haberla visto (cosas de los distribuidores, que son… como son) en blanco y negro, tiene que ser estupenda.

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