"Los momentos en los que no pasa nada también merecen ser filmados". Jonás Trueba ('La virgen de agosto')

Foto cabecera: Nacho López

Del mismo modo que 'La virgen de agosto' se rodó en los mismos escenarios y verbenas que retrata, ahora llega a las pantallas de cine, de forma simultánea al momento en el que tienen lugar las fiestas de los barrios del centro de Madrid. Son el escenario para una historia de reflexión y autoaprendizaje a ritmo indiscutiblemente veraniego, cuando todo se sosiega y el calor favorece la siesta y los despistes.

Hablamos con Jonás Trueba, director de la película, y con Itsaso Arana, guionista y protagonista de la misma. Ambos nos cuentan cuáles han sidolas dificultades de hacer una película que no va "sobre nada" y de cómo rodar en verano al mismo tiempo que acontece lo que se está retratando en la película.  

  • Sin duda, el verano es una ambientación que marca por completo a la película. ¿Por qué esta época tan poco habitual en el cine, salvo cuando se habla de aventuras vacacionales, turísticas y demás?

Jonás Trueba: Nos dimos cuenta de que en esa época la ciudad se transforma mucho, y en concreto Madrid se revela más Madrid que en ningún otro momento del año. La gente que va, la que viene, los que se junta en esos barrios originarios del centro... Ves más claramente la esencia de la ciudad, con esa cosa de pueblo y de caótico que tiene.

Itsaso Arana: Sí, pensar que el verano puede ser un tiempo de evasión, pero también de justo lo contrario, de concentración. Pero no vista como una cosa seria, sino una concentración ligera, si quieres, donde te puedes replantear un montón de cosas, bajan las expectativas, los ritmos, y de algún modo te puedes encontrar con los demás y contigo misma de forma más relajada

JT: Por ejemplo, los índices de lectura suben en verano. Quizás los del cine no, para nuestro pesar (risas). Pero creo que puedes leer más, ver más películas, tener conversaciones más largas con gente que el resto del año no tendrías.

IA: Conocer gente nueva, encontrarte con viejos amigos...

JT: Nos parecía que todo ello nos llevaba a una película en clave optimista, y también planteada desde la duda, desde un personaje que se puede replantear las cosas, que se puede ofrecer de algún modo a sí misma, a la ciudad, a los demás...

  • 'La virgen de agosto' es menos narrativa que otras películas de Jonás, tiene una estructura no tan clara, en la que van sucediendo cosas de forma un poco fortuíta y desorganizada. ¿Qué buscabais con ello?

JT: Por un lado la película tenía una estructura muy cerrada, casi esclavizante, de vamos a rodar del 1 al 15, como sucede en la ficción, pero es verdad que a partir de ahí te puedes permitir una gran libertad, porque cada día puede pasar cualquier cosa. Queríamos que la película se sintiera así, como un devenir, un discurrir de los días un poco azaroso, con días muy largos y otros muy cortos, donde ya pierdes el sentido del tiempo. Yo en general siento que cada vez hago películas menos narrativas. 

Un amigo, León Siminiani, cuando la vio nos dijo algo que me gustó, que es que las películas se sustentan en cuatro pilares que van en este orden (él es muy estructuralista): trama, personaje, espacio y tiempo. Y en cambio nuestra película era justo el orden inverso. Soy consciente de que el espectador está más educado para seguir lo narrativo, pero nosotros le invitamos a seguir más lo sensorial.

IA: Es una invitación al espectador, pero también sirve muy bien para contar al personaje, que se intenta reinventar, no dar nada por hecho, dejarse asombrar por todo y decidir cada día hacer las cosas de forma diferente para ser mejor de lo que era. La estructura nos servía para hacer una especie de 'Elige tu propia aventura', pero también porque la voluntad del personaje es esa

JT: Decidimos darle a esa sensorialidad cierto existencialismo, de "sentirse viviendo". Poner al personaje a caminar y hacer que ese caminar sea lo más importante del mundo. O que se siente en el sofá a tomar una fruta, o beber un vaso de agua, o tener una conversación con amigos, o ir en un autobús, y que cada una de esas cosas se sintiera como verdaderamente importante. Que la película abriera ciertos sentidos quizás algo atrofiados del espectador de cine.

  • De hecho, hay momentos en los que podría decirse que "no pasa nada"

JT: Pero es que los momentos en los que no pasa nada también son parte de la vida y merecen ser filmados. No todo tiene que acabar con un chimpún y un golpe de efecto. Huimos un poco de eso.

"En agosto se revela la esencia de la ciudad"

  • ¿Qué os lleva a rodar una película tan esencialmente madrileña en una época tan peculiar?

JT: Nunca habíamos filmado la ciudad en ese estado de excepción que supone agosto y, en concreto, la primera quincena de agosto, que como te digo es donde se revela más la esencia de la ciudad, concentrada en un perímetro que es el fundacional de Madrid: las Vistillas, el río... Tiene una mística que me atrae como cineasta.

  • ¿Sentíais que con este enfoque estabais haciendo una película a contracorriente?

JT: Para nosotros era lo natural, no había un afán de ir a contracorriente. Yo lo siento así: la construcción de la película a través de pequeños momentos es la que le encaja a esta película, y no digo que todo el cine tenga que ser así, pero esta película sí debía ser así. El cine también puede ser así. Cada cineasta toma una posición y decide qué lugar quiere ocupar, y la mía, que comparto con el resto de mi equipo, es ésta.

IA: Se trata de no renunciar al asombro de captar un momento de vida, que el cine y la vida se mezclen. Hay géneros en lo que no se puede hablar de lo cotidiano, pero nosotros queríamos poner en valor un cine que te inspire para vivir mejor. 

JT: Yo estoy en contra de esa idea de que para que el cine tenga interés tenga que haber detrás una historia tremenda, un gran personaje que le pasa algo importante y se supera a sí mismo, hay que rebelarse contra eso y reivindicar algo que está con el cine desde sus orígenes, desde los umière, que es simplemente ir a un lugar con una cámara, plantar el trípode y asombrarse.

IA: Además, no creo que en la película no "pase nada". Evidentemente, cada momento que estás contando te parece imprescindible para contar un estado de ánimo.

JT: Es cultural también, porque recuerdo una película en la que dicen del cine de Rohmer que "Es como ver secarse la pintura en la pared" [Se refiere a la famosa frase de Gene Hackman en 'La noche se mueve' de Arthur Penn], y se refieren posiblemente a una película que me parece mucho más entretenida que esa que estoy viendo en ese momento. Pero hay que asumir que ante una película de Ozu hay gente que se aburre, y a mí me parece maravilloso.

  • Es llamativo que todas las fiestas y verbenas que hayáis escogido sean reales, no escenarios, lo que les da una naturalidad muy especial...

JT: Al principio teníamos miedo, pero luego todo sucedió como se ve y se siente en la película. Obviamente, a veces para hacer un plano sencillo de dos personas hablando hay una batalla detrás, pero quizás por estar dentro de una verbena, la gente ve el rodaje como una cosa más. A mí me gusta cuando la gente pasa por el fondo, mira a cámara, que lo hacen con cierta elegancia y hacen que el espectador pueda sentir una capa más de la película que es "Ah, vale, esto es de verdad, estaba sucediendo". La mejor figuración es la de la vida real, que te regala cosas inesperadas.

IA: El último día un ayudante de dirección me dijo "Pero cómo voy a volver ahora a un rodaje normal, en un plató con figuración". Rodar en la calle con gente real es muy agotador para producción y para todos, pero es gratificante porque la realidad siempre es muy rica y sorprendente. Para los actores es muy gratificante si aceptas el caos.

  • Otras películas anteriores de Jonás estaban marcadas por un trabajo muy especial con los actores, cercano a la improvisación. ¿Ha seguido ese enfoque aquí?

JT: Nunca encontramos la palabra exacta para definir cómo trabajamos, no es exactamente improvisación. Es una metodología que tiene más bien que ver con muchas conversaciones, escritura a varios niveles, confianza mutua entre director, técnicos y actores, reescritura constante... A mí me gusta decir a los actores que hay un texto, pero el texto da igual, puede ir cambiando. Hay veces que el diálogo cambia la noche antes, o en el momento...

IA: Siempre en las películas de Jonás hay un guión hablado, es decir, antes de rodar se habla lo que se va a decir, pero no está escrito a fuego el texto, que es algo que en cierto sentido lo mata. Para los actores hay cierto vértigo, pero luego es mucho más satisfactorio si cabalgas la ola. Cuando acabas de ver una película de Jonás sientes que conoces a los personajes, y eso es por algo, que no están parapetados tras un texto. 

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