Negocios familiares y pasión por el séptimo arte: los cines de verano que aún sobreviven

Los cines de verano podría decirse que llevan con nosotros desde hasta donde alcanza nuestra memoria, pero su evolución ha llevado a que muchos de los de todas la vida desaparezcan, quedando cada vez menos supervivientes en beneficio de otro tipo de propuestas con apoyo institucional. En Espinof hemos querido saber cómo les van las cosas a aquellos que aún siguen en activo charlando con los responsables de cuatro cines de verano.

Uno de los motivos de la drástica reducción de estos cines de verano es que "llegaban, compraban los terrenos y si se venden los terrenos, el cine desaparece", tal y como nos apunta Rafael Cansino, del Cinema Tomares (provincia de Sevilla). Esto nos lleva a descubrir una de las claves de aquellos que sí siguen activos: son negocios familiares.

Negocios familiares

Rafael Cansino

Muchos han cerrado porque los hijos no han cogido el relevo de sus padres” nos comenta Levi Navarro, del cine de verano Serra, situado en la localidad valenciana del mismo nombre, mientras que Cansino destaca: “ese es el secreto nuestro, que toda la familia está haciendo piña para sacar el cine adelante entre todos”.

No obstante, el negocio ya no funciona igual de bien que antes e incluso Pilar Valdés, gerente del cine de verano Navia (provincia de Alicante), apunta que “antes los llenos eran habituales y ahora el día que consigues que el cine esté lleno lo vivimos como algo inusual”. De hecho, la propia Valdés resume la situación de una forma que coincide con la mayoría de estos cines así: “antes venía muchísima gente, ahora mismo no. Yo creo que hemos cambiado y ahora el cine de verano sigue teniendo su rollo de toda la vida pero cada vez cierran más. No se pueden mantener tantos porque tienen mucha competencia en general”.

Eso ha llevado a muchos a optar por echar el cierre, sobre todo tras la pérdida del apoyo público. Pedro Jorge Contreras, programador del cine de verano Acapulco (provincia de Murcia), destaca que “antiguamente sí que hubo subvenciones, pero eso se quitó, te tienes que mojar”. De hecho, lo habitual es que los familiares que colaboran con el cine tengan también otro trabajo para poder salir adelante.

La pasión por el cine

Eso no quita que la pasión por el cine sea tal que algunos de los supervivientes ni siquiera consideren la opción de echar el cierre. Cansino nos comenta que “El dinero no lo es todo en la vida. En su día nos ofrecieron mucho dinero por ello por la parcela pero dijimos que no”, y algunos incluso se animaron a llevar más cines de verano. Valdés también es la gerente del cine de verano Las Villas, mientras que Navarro lleva otros tres ya alejado del paraguas familiar.

Sin embargo, Navarro no tienes problemas en reconocer que “los cines de verano somos como pequeños resquicios que hay que cada vez vamos quedando menos. Al final mueve más la pasión por el cine que el negocio que realizas de temporada”, mientras que Cansino eleva más la conexión emocional con el cine Tomares al apunta que “es lo mismo que ‘Cinema Paradiso’: cariño y amor por el cine”.

Uno de los grandes cambios por el que tuvieron que pasar todos los cines de verano fue el salto al digital, requisito indispensable para poder seguir en funcionamiento. En algunos casos, como el del cine Tomares, se opta por alquilar el proyector digital, pero la solución más habitual fue asumir el fuerte desembolso. Navarro recuerda que dieron el salto en 2011: “La decisión fue fundamental, ya que el 35mm tenía los días contados”.

El trato con las distribuidoras

Cine Acapulco

Y es que el cine más comercial es la estrella de la programación y los estudios hace tiempo que optaron por dejar atrás el 35mm: “nos han obligado al digital” reconoce Contreras. Y una vez dado el salto llega el momento de lidiar con los requisitos que ponen las distribuidoras. Las exigencias no son precisamente pocas y Contreras apunta lo siguiente al respecto: “cada una tiene su política. Yo creo que la Warner se está equivocando muchísimo, tiene una política un poco especial”.

Hace ya tiempo saltó la polémica con la falta de descuentos de algunos cines a las películas de Warner, ya que ellos tienen como política recibir una cantidad fija por entrada vendida, sin importar el precio que ponga el cine. Las grandes cadenas pueden permitirse hacer presión en ese lado, pero la capacidad de negociación de los cines de verano es limitada, tal y como apunta Valdés: “A día de hoy los cines tenemos poco que hacer porque las exigencias de la distribuidoras son muy firmes’.

De hecho, en el caso de los cines de verano suele afectar más las limitaciones que tienen a la hora de elegir los títulos al hacer programación doble. Valdés nos señala que “muchas distribuidoras te obligan a que si quieres poner una película suya tienes que darla con otra película que sea también suya”. La alternativa es tener que pagar mucho más dinero por entrada vendida o directamente quedarte sin poder exhibir ese título tan jugoso.

Cine Serra

Obviamente, prima el hecho de que sean películas muy llamativas para todo tipo de público, pero Navarro señala que “el cine de animación es la programación estrella”. Y es que lo habitual es acercarse a ver una película con tu familia al ser “una forma de pasar la noche low cost” según Contreras.

En lo referente a la procedencia de los espectadores, suele estar todo bastante repartido entre gente de la zona y los turistas de la provincia o, sobre todo, del resto de España. Navarro apunta que en el cine Serra “un 25% son de la localidad y un 75% vienen de fuera”, un reparto que más o menos coincide con el resto de casos. A fin de cuentas, es un negocio de temporada que el resto del año no podría salir adelante con la gente de la localidad.

Ahora les queda seguir adelante disfrutando de su amor por el cine y contagiándoselo al resto, por lo que este tipo de negocios seguirán adelante mientras las familias detrás de los mismos sigan al pie del cañón. Disfrutemos mientras dure.

Imagen | Valencia Bonita

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