Marvel no es el problema: creo que lo que está matando el cine es la gente que no calla ni bajo el agua

Mucho hablar de Marvel, de blockbusters, de remakes... No, amigos, no. El principal cáncer que está matando la experiencia cinematográfica no es el último estreno hollywoodiense ni la falta de ideas sino la gente que no cierra el pico en la sala de cine.

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Un poco de silencio

Para aquellas personas a las que no solo les gusta el cine sino también el poder verlo en pantalla grande, seguro que esta situación no les viene de nuevas. Ese momento en el que tan solo quieres disfrutar de la película en tu butaca y te toca cerca el típico pesado que comenta en voz alta la película, que mira el móvil todo el rato, que responde a las llamadas, que da patadas al asiento... y podríamos seguir.

Como cinéfilos, asumimos que las salas no pueden vivir (lamentablemente) solo de poner películas y que, lo que permite que podamos disfrutar de seguir yendo a ver películas en la gran pantalla son todos los ingresos derivados de una cantidad importante de espectadores a los que, en verdad, les importan más la palomitas que la película en sí.

Ojo, yo defiendo como la que más el cine como experiencia de ocio colectiva. No hace falta que "te den el pin de cinéfilo" para disfrutar de una tarde en el cine con tus amigos y cada espectador tiene derecho a ver lo que le apetezca: ir al cine es una experiencia de disfrute, no una competición por ver quién es más elitista eligiendo lo que quiere ver.

El problema es cuando te olvidas completamente de que la gente a tu alrededor tiene el mismo derecho que tú a disfrutar la película y no les interesan tus comentarios sobre ella. Para hablar con tus colegas, vete al bar o ponles una película en tu casa porque, si todos nos pusiéramos a comentarla a voz en grito, igual podríamos mejor ponernos a buscar las siete diferencias entre eso y un gallinero.

¿Educación? ¿Eso se come?

Este parece el momento perfecto en el que la gente tiraría de estereotipos y vendría con aquello de "Es que los jóvenes de hoy en día"... y va a ser que no. Por experiencia, la mala educación es algo que se extiende a todas las edades: desde adolescentes a gente que ya peina canas (y, honestamente, me preocupan más los adultos que van con sus hijos y no les mandan callar que los niños en sí).

Aunque las cosas parecen haber empeorado desde la pandemia, se trata de un problema que venimos arrastrando desde lejos y cuya solución no veo nada clara. Ojalá bastase con algo tan simple como llamarles la atención a los alborotadores pero la mayor parte del tiempo lo único que ganas con esto es no conseguir nada y llevarte algún insulto por la cara.

No me extraña tampoco que, al final, la gente prefiera quedarse en casa con sus plataformas y su colección de películas. A las pocas personas que queremos seguir disfrutando del cine en la gran pantalla no nos queda otra que evitar fines de semana y días del espectador, elegir horarios muy tempranos o directamente nocturnos para evitar al clan del oso cavernario y cruzar los dedos para que el de la butaca de atrás sea paticorto.

Aunque no me hago ilusiones, a veces me permito fantasear con que todo el mundo decidiera ser un poco más educado y aprender a disfrutar de las cosas sin necesidad de amargar al de nuestro lado. Porque lo de ser empático no es palabrería moderna ni algo que hagamos "por la bondad de nuestro corazón": consiste simple y llanamente en no hacer a los demás lo que no querrías que te hicieran a ti.

Así que solo me queda confiar en que la gente sea consciente de sus propias acciones y aprenda a respetar un mínimo las normas de convivencia básica. Eso o que un día Shoshanna, Cecil B. Demented o los bichos de 'Un lugar tranquilo' entren en la sala y exterminen a todo aquel que ose comentar la película en un tono de voz superior al susurro. Cualquiera de las dos me vale.

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