'Slumdog Millionaire', el triunfo del amor (y del buen cine)


Bajo la apariencia de un sencillo melodrama, ‘Slumdog Millionaire’ esconde una conmovedora y emocionante historia con tintes dickensianos y decorado al más puro estilo Bollywood. Sin embargo, bajo esa aparente convencionalidad, encontramos una propuesta visualmente impresionante con una narración ágil y vibrante. Las desventuras de un joven desgraciado que está a punto de alzarse con el máximo premio de un popular concurso televisivo consiguen impregnar y contagiar una buena dosis de optimismo.

Danny Boyle ha planteado esta historia de amor imposible, salpicada de momentos que ahondan en los tristes arrabales del subdesarrollo de la fascinante Mumbai, con la enorme virtud de contarla de manera espléndida. Sin caer en un simple estereotipo del reflejo de la pobreza para conmover al espectador, ni en una falsa glorificación de la miseria, sino con el enorme acierto de narrar la historia con profunda humildad, aproximándose al realismo y huyendo de moralinas y doctrinas.

Resulta curioso que haya sido un británico el que ha logrado extraer mejor y engrandecer un relato propio de Bollywood, aunque sin abusar de sus esquemas convencionales (a excepción del espléndido número musical de los créditos finales), y lo consiga con tanta relevancia. Hay que recordar que, poco a poco, con un presupuesto ajustado ha ido cautivando a crítica y público, así como acaparando múltiples premios, convirtiéndose en el título revelación de la temporada y todo un fenómeno que arrasa en sus estrenos.

La clave de su éxito radica en la citada sencillez de la propuesta y, sobre todo, en el modo en el que se articula la narración. El guión de Simon Beaufoy está milimétricamente diseñado y Danny Boyle ha sabido extraer el máximo partido de la historia de Jamal Malik. Joven al que vamos conociendo junto a su experiencia vital, que resulta aclaratoria sobre su inesperado éxito en el concurso de televisión en el que participa. A través de soberbios flashbacks, plenos de ritmo y emoción, descubrimos su pasado como niño huérfano ingenioso y pícaro, que subsiste junto a su hermano y la fascinante Latika en las calles de Mumbai y todos los peligros de la dura vida en la miseria.

Todos estos episodios conforman la columna vertebral del filme, donde vemos como Jamal, que nunca se queja de su asquerosa existencia, no cree en el destino escrito y demuestra como él mismo se lo ha ido configurando, a base de dosis de bondad, amor y positivismo. Y, en su mensaje final, transmite la esperanza de que el futuro siempre puede ser mejor, que el amor verdadero siempre triunfa. Este relato, aderezado con elementos al estilo Dickens (niños desgraciados en peligro, villanos crueles que los persiguen, ...) está planteada sin fisuras, llena de dinamismo, como un juego del pasado y del presente, y con los momentos justos de humor, romance y drama. Y lo más importante es que contagia emoción, con situaciones que no buscan la lágrima fácil y sí consiguen gran empatía con su protagonista. Todo ello producto de un guión de Simon Beaufoy inteligente y hábilmente estructurado del que su realizador ha sabido sacar el máximo provecho (como ya hicieran ambos en ‘Full Monty’).

Pero ‘Slumdog Millionaire’ no es una película perfecta, se pueden encontrar ciertas carencias y en su último tercio, conforme los episodios de Jamal se aproximan al presente, pierde fuerza y se ablanda en exceso en su resolución. Sin embargo, la vida del joven desgraciado que encuentra la suerte que no ha tenido ya ha logrado, en esos instantes finales, hipnotizar (y cautivar) y tan sólo se desprende el deseo de conocer la resolución del concurso y de la historia de amor de Jamal. Sus detractores señalan que resulta artificiosa, inverosímil y efectista, pero no se puede negar que Boyle creía en la historia, le ha puesto lo mejor de sí, y desprende esa mágica sensación de las buenas películas, de las que gustan y hacen sentir, muy por encima de sus defectos.

Gran mérito el de Boyle que consigue contar con ingenio y cautivadora emoción un relato intenso, apoyado en una fotografía sublime de colores saturados y una banda sonora exótica y acertada, además de unos actores de rostros desconocidos a los que saca interpretaciones bien orquestadas (destacando Dev Patel). ‘Slumdog Millionaire’ conmueve, entretiene y deja una sonrisa a su conclusión. Eso, en el cine de hoy en día, es mucho.

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