'Slumdog Millionaire', la cultura está en la calle

¿Cómo un chaval analfabeto puede llegar más lejos que catedráticos y escritores en un concurso televisivo? ¿Ayudó la suerte? ¿Es un genio? ¿Hizo trampas? ¿Fue el destino? Un perro de las chabolas (slumdog) concursa en la versión india de “¿Quiere ser millonario?” y, tras la primera emisión en directo, se queda pendiente de volver para duplicar sus diez millones de rupias. Pero esa noche la policía le interroga porque no puede creer que supiese las respuestas. Para explicar los motivos por los que conocía esos datos, Jamal narra su infancia a los agentes.

Cuando leí por primera vez el argumento de ‘Slumdog Millionaire’, me sonó a pastelón tópico e insoportable. Efectivamente, el guión de Simon Beaufoy, basado en la novela de Vikas Swarup, cumple con todos los giros previsibles de una estructura clásica, no ya de película para salas, sino incluso de telefilm. Temas como el amor hacia la chica, el querer aparecer en el programa para que ella lo vea y no por el dinero, el destino que les une, etc… sonarían sumamente ñoños con cualquier otro acercamiento. Por si fuese poco, su apoyo sobre las casualidades es poco verosímil.

Esto, que puede sonar a crítica negativa hacia ‘Slumdog Millionaire’, en realidad es todo lo contrario. El mérito del director, Danny Boyle, al lograr hacer de esta historia una gran película, no sería tal si partiese de un guión excepcional. Al fin y al cabo, lo que nos importa no es el concurso ni las respuestas a las preguntas. Eso se convierte en una excusa simpática para narrar una infancia desgraciada, pero teñida de un constante optimismo.

La dirección de fotografía de Anthony Dod Mantle es sublime. Un alto contraste, que aprovecha los millones de tonalidades de Bombay, acompaña de maravilla encuadres compuestos siempre con gran gusto y originalidad. Diría que es la película de Boyle mejor realizada. El ritmo del montaje hace que encajen con total fluidez las vueltas atrás en el tiempo y nos mantiene atentos y entretenidos a pesar de que la historia podría parecer demasiado convencional o contemplativa. Es todo un ejemplo de cómo rodar una película. Pero estos aspectos estéticos, por mucho que se disfruten durante el visionado del film, no son algo que permanezca en la memoria, así que estoy segura de que, por mucho que ‘Slumdog Millionaire’ me haya gustado, se me olvidará pronto.

Boyle confiere un tono al film que nos hace dejar de lado la posible melosidad de cada uno de los momentos mostrados. Me atrevería a afirmar que esto se logra gracias a que el cineasta no se recrea en situaciones dramáticas ni las apoya con la música y el estilo visual que otros elegirían para esos instantes. Antes de que seamos capaces de dejarnos llevar por los motivos para echar la lagrimita, la película ya ha pasado a otra cosa. Si no es así, algún tipo de alivio cómico nos impedirá sentirnos empalagados. A pesar de eso, no se malogra el sentimiento –no confundir con sentimentalismo— o la empatía, pues comprendemos la dureza de la infancia de Jamal, Salim y Latika.

‘Slumdog Millionaire’ nos cuenta una fábula sobre el triunfo individual. Antes incluso de que decidiese participar en el concurso, Jamal era un chico muy listo que había sabido salir adelante gracias a su ingenio. Salim, su hermano, lo es más aún. Este estilo de cuento encaja muy bien con lo que predicaba la cultura estadounidense hace unas décadas y que hoy en día comienza a cuestionarse. La historia de este film podría perfectamente ser una de las que ratifican que es posible el llamado “sueño americano”. Por ello, la trama podría haber transcurrido en un EE. UU. postdepresión. Afortunadamente, el hecho de que ocurra en India le da otras dimensiones a la película. Cuestiones como la cultura de castas, la tradición, la religión, etc… son analizadas y criticadas por Boyle sin dureza, pero también sin disimulo en este film en el que a cada detalle se le pueden sacar varias lecturas.

Dev Patel, el protagonista de ‘Slumdog Millionaire’, es otro de los grandes hallazgos de Boyle. Su actitud pasota hacia todo, que desarma incluso al presentador con más tablas, y esa constante visión positiva hacia las cosas, cautiva completamente. Queda creíble y carismático. Ambos actores que interpretan a Jamal de pequeño también logran los mismos sentimientos y su cara traviesa contribuye al borrado de esa ñoñería de la que hablaba antes. El personaje del hermano también es muy interesante, ya que, además, se sitúa en una posición moral que le obliga a tomar decisiones graves. Los tres actores que lo interpretan están muy bien en sus papeles. Quizá es Latika quien tenga un personaje menos construido que los otros dos, pues siempre está a expensas de lo que los demás hagan por ella. La elección de reparto de los malos, los policías y, especialmente, el presentador (Anil Kapoor), es también perfecta.

Chapeau, por lo tanto, a Danny Boyle y a todos los apartados de la película que tienen que ver con la dirección. Hacer bien algo sencillo, se ha demostrado, es igual o más difícil que lograr algo complicado. ‘Slumdog Millionaire’ se estrena mañana, viernes 13.

En Blogdecine: Crítica de Jesús León y otras publicaciones sobre ‘Slumdog Millionaire’.

Mi puntuación:

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