Engañado por la publicidad (II): Humor existencial

Hará una semana venía escuchando en el coche el programa La Orilla de Onda Cero. En ese momento uno de los periodistas, encargado de realizar las recomendaciones culturales, empezó a comentar algo curioso que le había pasado en el cine mientras veía una película, y que iba a ser su recomendación. En concreto habló del hecho de que en los primeros momentos de la película varios espectadores de la sala se levantaron de sus asientos y abandonaron ésta (bien es cierto que en las multisalas es práctica habitual comprar la entrada y entrar a ver otra película una vez el cine se ha puesto a oscuras), pero me dio en la nariz que, ante semejante anécdota, y más con lo que cuesta hoy en día la entrada, la película que pensaban recomendar iba a ser ‘Extrañas consecuencias’.

Cada uno tiene su punto de vista, con el que se puede estar de acuerdo, y aunque a él le encantó, a mí me sigue pareciendo una película aburridísima. Hizo un comentario acertado sobre el hecho de que antes de ver una película, independientemente del reparto que tenga, es importante enterarse de que va ésta o lo que yo llamé ‘engañado por la publicidad’. Es decir, no hay que dejarse llevar por las primeras impresiones (me recuerda a Malcolm Gladwell). Explicaron un poco la trama de la película: unos detectives existenciales tienen que resolver las extrañas coincidencias a las que se ha visto abocado el protagonista (ahora empiezo a entender algo), todo ello marcado con humor. Porque, y era lo que defendía el crítico, había que hacer caso a la publicidad de los carteles: el gancho de la película era la originalidad de su humor existencial. Esto me dejó totalmente descolocado, porque la pregunta es obvia, ¿qué es el humor existencial? ¿Y que tiene de novedoso? ¡Que yo sepa a esto durante toda la vida le hemos llamado humor inteligente!

Porque, ¿cual es el cine que no ha parado de hacer Woody Allen en sus películas? Más existencial no se puede ser. Y en ningún momento ha complicado tanto sus historias como para no llegar a entender nada de lo que ocurría en pantalla (quizá sus primeras películas tenían un humor alocado). ¿Pero llamarlo humor existencial?

Y que me dicen del cine de Charles Chaplin. ¿No es el humor de películas como ‘Tiempos Modernos’ o ‘El Gran Dictador’, lo suficiente original, ácido, mordiente, inteligente y existencial? Y muchos de sus gags eran visuales y soberbios.

¿O que me dicen de las comedias de Lubistch, de ese arranque de ‘Ser o no ser’, con un humor tan inteligente como para hacer comedia de una obra tan existencial como Hamlet o del auge del nazismo? Y si nos acercamos al mundo de Billy Wilder, ¿no es ácido, existencial e inteligente, el torrente de humor negro que destilan obras como ‘Con faldas y a lo loco’ y ‘El apartamento’?

Uno de los maestros de la comedia, ese Howard Hawks al que me hacían referencia en la anterior entrada, tiene grandísimas comedias, muy críticas, como ‘His Girl Friday’, o frescas, como ‘Me siento rejuvenecer’, y en ningún momento, y era algo que siempre tenía claro al rodar una comedia, complicaba la historia para que nos hiciese gracia o nos divirtiera. Y es que el gag funciona sin necesidad de complicarlo. A veces de tanto complicarlo, puede suceder que el público no se ría, porque no le ve la gracia a lo que le están contando.

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