Los Coen, fuera de Llewyn Davis

'A propósito de Llewyn Davis' (Inside Llewyn Davis, 2013) es una película lo suficientemente delicada y divertida como para no ser juzgada con dureza. Pero allí donde se insiste que la película habla del folk, a mi me parece una humorada bastante tradicional de Joel y Ethan Coen, con el clásico excedente de secundarios que desaparecen, diálogos malhablados y crueldad cuasi divina.

De hecho, el frustrado cantante que encarna Oscar Isaac, Llewyn Davis, es el típico héroe vagamente subkafkiano de los hermanos Coen que se enfrenta a un destino ciruclar que no termina de entender.

Contando esta vez con una fotografía del siempre exquisito Bruno Delbonnel, los Coen sacan lo mejor de su tacto compositivo con la introducción. Haciendo uso de sus planos más largos, consiguen encuadrar muy bien el mundo en el que estará encerrado Llewyn Davis y al que aspira.

Pese al talento al evocar no tanto el lugar si no su emoción, pese a la advertencia de estar en un tiempo pasado y en un café que verdaderamente existió, los Coen escogen su clásica odisea de soledad e incomprensión.

Aislamiento continuado

Llewyn Davis se mueve como un ratón por la geometría norteamericana del norte en su invierno.

Resulta admirable la inventiva de los Coen para contar la misma, exacta soledad de su héroe de diversas maneras mediante la composición. Una manera es mediante los cenitales en la escalera. Tenemos también planos medios con efectos expresivos

O planos generales opresivos

O pequeñas bromas visuales mediante el acercamiento

Incluso optan por el expresionismo clásico, deudor del cine negro

Y sin embargo, todo es un relato lateral a un hecho legendario que no revelan hasta el final de la película.

Es el propio Dylan en el gaslight. Llewyn es una historia patética y aislada. El problema no es el énfasis - en el cantante y en sus allegados y afectos - si no más bien que pese a la inventiva, los Coen tienen poco que decir sobre la identidad, el aislamiento o la dificultad de mantener una relación amorosa. De hecho, no tienen nada que decir: excepto que es circular y su héroe no saldrá de ella (mediante una nuevamente inventiva metáfora, un gato llamado Ulises que, al contrario que el protagonista, encuentra el camino al hogar)..

Son brillantes, pero como la broma que resuelve al final su entramado, parecen más hipnotizados por sus ocurrencias que por el sentido último de la película. Por eso mismo, tras el brillo - incluso en la banda sonora, logrando mimetizar tipos de estilos de la época - hay poco de concreto.

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