Los tres suburbios de Fredrick Elmes


En los años 80, Fredrick Elmes trabajó como operador para dos películas fundamentales para entender el suburbio norteamericano: ‘Terciopelo Azul’ (Blue Velvet, 1986) e ‘Instinto Sádico’ (River’s Edge). Dos películas profundamente diferentes, rodadas el mismo año, casi juntas y con tonos absolutamente opuestos. La primera es un misterio, todavía validado por aquella definición que le diera José Luis Guarner, “Un Buñuel de supermercado”, mientras que la segunda, injustamente caída en el olvido, es una magnífica sátira social sostenida por el trabajo de Elmes, rarísimo y un guión sorprendente, imprevisible.

El primer suburbio que citaremos es el de David Lynch. Espacios definidos por el color, la luz, espacios si se quiere deliberados en su distinción cromática, espacios evocadores de miles de postales de los años cincuenta, espacios, en fin, hechos de especies distintas. Para cuando ha aparecido Dennis Hopper, Elmes opera tensando los límites del formato panorámico, algo que gusta mucho a su cineasta.

No ha dejado de ser la obertura de esa película su escena fundamental: la melodía alegre y feliz opuesta a la tensión microscópica de una hormiga en una oreja, también la tensión de un momento de felicidad rota por lo horrible. Lynch era entonces un cineasta menos interesante, pero igualmente sugestivo, cargado de sentido.


La película de Tim Hunter, escrita por Neil Jimenez, contó con Keanu Reeves, Crispin Glover y una joven Ione Skye como protagonistas. No hay en ella mayor logro que el trabajo sostenido de Elmes: los espacios de las afueras, donde se mueven sus delictivos protagonistas, los límites entre el suburbio y la ciudad, sus tensiones. Es el trabajo de cámara de Elmes el que eleva la labor de Hunter y el que convierte la mayor parte de su sátira en eficaz pero bañada de una extrañeza inusual.


El último suburbio fue pasados los 80, en clave retrospectivo. Ang Lee dirigió, basada en la novela de Rick Moody, ‘La tormenta de hielo’ (The Ice Storm, 1997), una historia familiar en clave nuclear ambientada en un lugar muy concreto: el norte, Connectictut, y sus suburbios La película transcurre en los 70 y la elección de Elmes no podía parecer más adecuada puesto que Lee, un cineasta que frecuenta lo íntimo pero sin abrazar enteramente algo que pudiera considerarse una voluntad de estilo, parece un exacto término medio entre las posiciones de Lynch y los hallazgos inesperados de la película de Hunter: un relato que requiere de las habilidades de Elmes para tratar zonas frías, apartadas, crear espacios deliberadamente apartados. Ayuda mucho el libreto de Schamus, capaz de adaptar la fuente original de Moody con exquisitez.

Los tres suburbios de Elmes son tres lugares inhóspitos para cualquier cinéfilo. Estados Unidos es, muchas veces, un relato familiar sobre las raíces y sobre el significado del suburbio, pronto convertido en fuente inalterable de sueños rotos y extrañeza vital.

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