'Requiem por un Boxeador', de Ralph Nelson

En 1962, el casi siempre ligado al mundo de la televisión Ralph Nelson, dirigió su primera película para el cine, 'Requiem por un Boxeador', drama sobre el boxeo que hace unos mese se editó en dvd en nuestro país. Aunque realmente tendría que decir que es un drama sobre las consecuencias del boxeo, y sobre un boxeador ya acabado, ya que escenas de boxeo sólo hay media. Sí, sí, media, y los que hayais visto la película lo entendereis.

El film nos narra la decadencia de Louis Rivera, un boxeador de pesos pesados, que tiene que retirarse del mundo del boxeo después de haber sido tumbado por Cassius Clay. Herido en su orgullo, tendrá que buscar un nuevo trabajo, alejado de tal deporte. Sin embargo, para su manager, que debe una importante suma de dinero, las cosas son de otro modo, e intentará utilizar a Louis para pagar sus deudas. Sólo hay un problema, Louis siempre ha sido un boxeador honesto, y nunca se ha dejado sobornar.

La película va directa al grano, sin contemplaciones. El arranque, con una pelea de boxeo, en cámara subjetiva, es sencillamente ejemplar. Nelson dota de un gran dramatismo a dicha secuencia con una puesta en escena arriesgada, y casi inusitada para la época en la que se realizó la película. De este modo marca lo que será la tónica general del relato hasta el final del mismo. Nos avisa de que estamos viendo un drama, una historia dura, que lo que vamos a presenciar no va a ser ningún cuento de hadas. Y efectivamente es así. En apenas 81 minutos asistimos a una historia llena de perdedores, algunos de los cuales tienen pequeñas ilusiones, como la de tener un trabajo digno, pero que dichas ilusiones son difiíciles de alcanzar. Neslon nos cuenta todo eso con dureza, aspereza, y nos propina un gancho directo al alma, al ser humano en general.

El reparto está extraordinariamente escogido. Anthony Quinn está sensacional como Rivera, un boxeador que sólo vive de sus recuerdos, recuerdos que ya no volverán y de los que tendrá que desligarse, ya que la vida es muy perra. Atención a la voz desgarrada del actor, que dota al personaje de una dimensión única. Mickey Rooney hace de entrenador, quién conoce muy bien a su boxeador, pero que no puede hacer nada por él, ni por nadie, ya que, aunque honesto, también es un perdedor. Desde luego es un papel insólito para Rooney, y totalmente alejado de todo lo que estábamos acostumbrados a verle hacer. Pocos rostros han estado tan tristes en una película por ver caer a alguien querido a un mundo de humillación. Jackie Gleason está impresionante como el manager que tiene deudas de juego, quizá con un corazón bueno en el fondo, pero un completo hijo de puta en la superficie.

El toque femenino lo pone Julie Harris como una mujer que ve algo en Rivera, una honestidad y sensibilidad pocas veces vista en un hombre. Quizá su personaje esté un pelín desaprovechado, y resulte un poco forzado el hecho de que ella se sienta atraída por él, o tal vez no esté del todo bien explicado. Pero desde luego está acertada como la representación física de las pocas esperanzas del protagonista. Un sueño difícil de alcanzar, una ilusión.

El final es uno de los más impactantes que yo recuerde. Sin desvelar nada, sólo diré que es una secuencia llena de tristeza, y seca, aunque ensalzada por la cámara de Nelson de forma prodigiosa, sin resultar efectista. Uno de esos finales que te dejan clavado, pensando, y hasta lamentándote. Ni que decir tiene que la película no le hace niguna concesión al espectador.

Una buena película, quizá un poco corta, pero que hará las delicias de cualquier amante del buen cine, y sobre todo de las buenas historias contadas con sencillez e interpretadas con enorme convicción. Nota anecdótica para los amantes del boxeo, que sé que hay muchos: Cassius Clay sale en un pequeño papel interpretándose a sí mismo.

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