Verdad y mentira en Hollywood (3)

Todd Haynes ha sido siempre un cineasta audaz con sus fuentes, anque esto es probablemente obvio a los espectadores y espectadoras inteligentes desde que estrenó 'Lejos del cielo' ('Far from Heaven', 2002).

En aquella película, revisitaba los melodramas de Douglas Sirk. La diferencia, sin embargo, no por escasa era menos crucial: todo lo que entonces podía haber quedado insinuado o en vago rumor, emergía. La homosexualidad reprimida o el tema de raza y clase podían estar ahora en la superfície mientras que en las historias de Sirk estaban en el interior. El estilo, en audacia típica de Haynes, era similar.

Dylan multiplicado

La siguiente película de Haynes se llamó 'I´m not there' (id, 2007). Era un film biográfico sobre Bob Dylan. La diferencia inicial con el resto de biopics era que al cantautor Dylan lo interpretaban siete actores distintos, incluidos una mujer y un infante afroamericano.

La película es una broma excelente, sabia. Dylan es incognoscible. Y como es incognoscible, hay un Dylan para cada paladar. De hecho, hay un Dylan también para el paladar de Haynes, solamente así se explica que quiera convertirlo en felliniano protagonista de su vida en una graciosa serie de sketches donde Cate Blanchett ofrece una versión del cantante en escenas derivadas del 'Ocho y medio' ('Otto e mezzo', 1965) del maestro italiano. La arbitrariedad, no por culta y graciosa, deja de serlo.

Es verdad que la película de Haynes puede ser vista como la película de un pedante: mirad cuanto sé de cine, y mirad cuanto sé de Dylan. Sé tanto de Dylan que, con una banda sonora de versiones exquisitas y un uso adecuado de los originales, me permito revisitarlo.

Con escenas de intimidad, escenas de leyenda, me permito demostrar que conozco sus letras. Es una crítica legítima, pero no estoy de acuerdo. 'I'm not there' es una película humilde.

Diferentes enfoques del biopic (musical)

Años antes vimos, de manera casi consecutiva, dos hazañas biográficas de cantantes. El patrón estaba asentado. La primera fue 'Ray' (id, 2004) y la siguiente 'En la cuerda floja' ('Walk the Line', 2005).

Concebidas como vehículo de lucimiento para sus estrellas (Jamie Foxx en el papel de Ray Charles; Joaquin Phoenix sobre Johnny Cash) eran extraordinariamente pedestres.: unos cantantes ganaron algún dinero y, oh, dioses, se drogaron. Incluso fueron malos maridos. Y, probablemente, fueron amantes bandidos.

Era una narrativa con un sensacionalismo propio de revista del corazón pero con bandas sonoras de lujo y perfectas evocaciones de la época. Sin embargo, no había ningún interés firme en la psicología de sus personajes.

Haynes no trata de comprender a Dylan, ni de redimirlo de sus facetas excesivas. Pero tampoco trata de someterlo al juicio somero e hipócrita de una moral dominante.

Su Dylan se multiplica como sus canciones y nuestras versiones de él permitan. Y por eso mismo es extraordinariamente humilde: si algo tenemos que decir sobre el sujeto es, de nuevo, sobre lo que el sujeto ha hecho y ha legado a nuestra manera de ver el mundo.

De un modo muy diferente, Todd Haynes y su Bob Dylan no estaban tan lejos del Shakespeare enamorado o del Hitchock obviamente voyeur. Todos entendían que una vida era su obra.

Seguiremos hablando de verdad y mentira en Hollywood...

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