Arranca la segunda temporada de ‘Narcos’: el principio del fin de Pablo Escobar

Dura será la caída. Y es que Escobar voló muy alto en la primera temporada de ‘Narcos’, una de las producciones de Netflix más sorprendentemente originales. Confesaré que las tramas de narcotráfico y carteles hace tiempo que me provocan mucha pereza inicial; por el mimetismo general del contenido, por la violencia, por la suciedad. Pero la historia de Pablo Escobar me atrapó desde el primer momento.

Además de lo potente del personaje central, la contundencia de los hechos históricos sumaba enteros en el interés por la historia. Pero lo que sin duda me ganó y la diferenció de muchos títulos del género fue esa mezcla tan peligrosa entre ficción e imágenes de archivo. ‘Narcos’ podría haber caído fácilmente en el terreno de esos documentales ficcionados en los que la parte actuada y recreada no consigue la suficiente credibilidad o potencia frente a la imagen real.

No es así en ‘Narcos’. El equilibrio entre ambas partes está muy conseguido, y el hecho de que las partes más increíbles de la historia dispongan de todas esas imágenes reales elevan en conjunto a otro nivel de relevancia e hipnotismo. La historia de Escobar es un claro ejemplo de que la realidad supera a la ficción, y la parte de imágenes reales juega un papel vital en la conexión del espectador con la historia.

Se reparten las cartas

Quizá es por esto que la toma de contacto con la segunda temporada no ha sido lo que esperaba en lo que al formato se refiere. Mantiene el relato en off, los puntos de vista y el uso de imágenes de archivo, pero el equilibrio se me ha antojado algo descompensado en los dos primeros episodios. La temporada anterior no daba descanso; cada episodio era un constante ir hacia delante, un relato trepidante que no daba tregua y que conseguía que la sensación temporal de los episodios de una hora fuese de 10 minutos.

Sin embargo, entiendo que es lo que tocaba en este momento. La temporada debut arrancaba fuerte porque ya sólo con la puesta en situación histórica había tanta tela que cortar que no había hueco para lo secundario o terciario. Aquí estamos en una nueva situación; Escobar ha escapado de su idílica cárcel y tiene que tantear la situación de su reinado y de aquellos que participan de él, sea como aliados o como enemigos.

Son dos capítulos de establecer dónde está cada uno de los personajes y cuáles son los intereses e intenciones de los diferentes frentes. El ámbito policial sufre cambios organizativos a los que los dos detectives protagonistas tienen que adaptarse y aclimatarse, y la parte diplomática y política deja clara su posición con respecto a sus objetivos con Escobar.

Pablito tiene un precio muy alto por su cabeza. Ha perdido el control absoluto de algunos de sus efectivos y de su gente, y si algo dejan claro los dos capítulos iniciales es que esta pérdida del control ni la va a manejar especialmente bien ni se ve beneficiada por el hecho de que va a pasarse el resto de su vida huyendo. ¿Hasta cuándo le tendrán miedo sus aliados menos puros? ¿Hasta cuándo mantendrá el amor de sus compatriotas de Medellín cuando la búsqueda está provocando todo tipo de estragos en la ciudad?

La verdadera colleja que tengo para la serie es por su casting. Nunca he sido aquel grupo que se quejaba amargamente de la colección de acentos mal forzados del reparto, no ha supuesto un problema de credibilidad en mi visionado. Sin embargo, esta segunda temporada tenemos más personajes secundarios, y los intérpretes están lejos de estar a la altura.

Gerardo Naranjo (‘Miss Bala’) se ha estrenado a la dirección de la serie con estos dos primeros capítulos, y quizá sea su dirección de actores lo que haya sacado ese deje tan culebronesco y sobreactuado de alguno de ellos. La puesta en escena en algunos momentos son torpes (las secuencias con Judy y sus secuaces destacan sobre las demás) y los actores se antojan falsamente intensos.

Con todo, va a ser interesante ver cómo lo construido en la anterior temporada se va desmoronando. Solo espero que la persecución y la huída no se hagan repetitivas, Netflix ha hecho de la muerte de Escobar el centro de su campaña promocional de esta segunda temporada, y planteado el precio por su cabeza, entendemos que esa paranoia va a ser lo que articule lo que está por venir. Bueno, paranoia no. Como bien dice Murphy, no es paranoia si tienes a tanta gente deseando cazarte.

En ¡Vaya Tele! | 'Narcos', la realidad lo da todo

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