¿El más difícil todavía para 'Fringe'?


De algún modo, la cuarta temporada va a ser una especie de nuevo comienzo para ‘Fringe‘. Así es como se siente este final de la tercera, como un punto de arranque de una nueva trama más que otra cosa. No puede superar la intensidad del cierre de la segunda temporada, aunque lo intenta tirando de espectacularidad y usando un viejo truco de la ciencia ficción y de los cómics para impulsar las próximas acciones de sus personajes. Los fans, al parecer, están muy divididos en la recepción del capítulo, aunque creo que, hasta que no veamos cómo deciden continuar el próximo otoño, no se podrá saber si esto fue una buena o una mala idea.

No es que reseteen la serie, pero algo de eso hay. Gran parte de las tramas que se venían manejando hasta ahora están solucionadas, y ahora hay nuevos enigmas que necesitan explicación y nuevos conflictos que deben resolverse, aunque sigan coleando asuntos sin arreglar del pasado. Desde que la serie se mudó a los viernes, se ha adentrado con mucha más decisión, y con todas las consecuencias, por su mitología, olvidándose a veces que lo que mejor le había funcionado hasta ahora era la trama serializada, sí, pero mucho más anclada en las emociones de sus personajes, que la mantienen con los pies en el suelo. Paradójicamente, resultó mucho más efectivo el intercambio de las dos Olivias al principio de la temporada que la historia de la máquina del Juicio Final, que peca un poco de la grandilocuencia que lastró su primera temporada.

Sin embargo, eso no quiere decir que ‘Fringe’ no sea entretenidísima de ver y que no haya habido grandes momentos en este final triple de temporada, realmente muy ambicioso y que se disfruta mucho, a pesar de los recelos que podamos sentir hacia él: la recuperación de las habilidades telequinéticas de Olivia (insinuadas en la primera temporada), el entusiasmo, mezclado con preocupación, de Walter al intentar averiguar por qué se reproducen en nuestro universo los eventos que asolan Tierra 2, el papel más activo de Peter (después de haber pasado muchos episodios como Helena de Troya, siendo el objeto pasivo sobre el que se libra una guerra)... Y luego está ese salto hacia el futuro, hacia 2026, que no es más que una advertencia para que Peter sepa que lo que están llevando a cabo en el presente no va a acarrear ningún beneficio.

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El futuro

Hay muchas cosas que se dejan sin explicar en ese futuro, aunque sí reafirma a Walternate como el gran villano de la serie, el Magneto para el profesor Xavier de Walter. Y al matar a Olivia, le da a Peter una motivación similar a la que tuvo su padre al cruzar al otro universo para regresar al pasado e intentar cambiar los hechos, o aquellos que pueda cambiar. Unir en un punto ambos mundos es, tal vez, lo más interesante de todo el episodio, porque esas miradas cargadas de intención entre las dos Olivias apuntan a grandes cosas para más adelante. Además, la jugada de hacer que Peter sea “borrado del tiempo” y nadie pueda recordarlo (muy de ‘Doctor Who‘ y de los libros de Jasper Fforde protagonizados por Thursday Next) hace que surja la pregunta de qué pasa con Henry, el hijo de Olivia 2, y si él será la clave para que ella, o algún otro personaje, se pregunte por él. Oh, y tengo curiosidad por ver qué haran Lincoln y Charlie la próxima temporada, porque no lo hemos visto en este final y sigo pensando que son los que acabarán finalmente con Walternate.

La tercera temporada ha tenido, podemos decir, dos partes bastante bien delimitadas. Una, formada por los nueve primeros episodios, es el arco del intercambio de universos de las dos Olivias, con Olivia 2 infiltrada entre Peter, Walter y los suyos, y Olivia completamente perdida en el Tierra 2. Ese ha sido el mejor tramo de la entrega y uno de los mejores que se ha podido ver esta temporada en la televisión estadounidense. Volvió a situar a Olivia en el centro de todo, y las dudas y sentimientos de cada una anclaban a la realidad cualquier giro loco que se les pudiera ocurrir a los guionistas. El capítulo en el que Olivia vuelve a casa y descubre lo lejos que llegó el engaño de Olivia 2 sin que nadie se diera cuenta te rompe el corazón por ver hasta qué punto está devastada por todo.

En resumen

Después, la trama de la máquina y de la Primera Gente pasó a ocupar el centro de la historia, y esa es menos interesante, o a mí me resulta menos interesante. Está menos conectada al nivel más íntimo de los personajes, que son la verdadera fuerza de ‘Fringe’, y aunque es un propósito (y un macguffin) lo suficientemente grande como para justificar que los personajes hagan determinadas cosas, le falta un poco de fuerza en el plano emocional. Todo acaba culminando en esa reunión final en el laboratorio de Liberty Island, una reunión que sí promete para el futuro y que lleva a ‘Fringe’ por otros caminos. ¿Quiere decir que ya no hay guerra entre los dos universos? ¿O ninguno de los dos lados puede descuidarse ni un segundo?

Tal vez, en la cuarta temporada, veamos algo más de ese futuro que se dirige al apocalipsis, en especial porque hay muchas cosas por explicar acerca de cómo los personajes han llegado ahí (y por qué Broyles tiene un ojo de cristal), y yo diría que seguiremos viendo a la gente de Tierra 2, en especial porque han conseguido ponerlos a la altura de los personajes que conocíamos desde el principio de la serie. Muchos de vosotros comparais ‘Fringe’ con ‘Perdidos‘, y aunque tienen algunos puntos en común, es con ‘Alias’ con la que tiene una herencia mucho mayor (que levante la mano quien pensara en Rambaldi al ver los pergaminos con la “profecía” guardados por Sam Weiss). Esperemos que los guionistas, como han comentado en varias entrevistas, aprendieran de aquella experiencia.

En ¡Vaya Tele! | ‘Fringe’ se debate entre dos mundos

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