Joe Pesci, qué gran artista

Aprovechando que estamos en pleno especial sobre la carrera de Martin Scorsese, es un buen momento para comentar la trayectoria de uno de los actores más importantes que han trabajado a sus órdenes (también uno de los actores norteamericanos más importantes vivos), aunque por la carrera del director italoamericano han prestado sus rostros una buena cantidad de actores importantes. Se trata de un intérprete que, de alguna forma, nació para desempeñar ese oficio, pero que tenía demasiada personalidad e individualismo como para dedicarse en exclusiva a él, y cuyo físico nos trae reminiscencias de algunos salvajes bajitos del Hollywood legendario, como James Cagney (1899-1996), con quien también podría competir en verborrea y en violencia reprimida y luego desatada. Pero sería injusto limitar su personalidad artística a la violencia de algunos personajes, o sus particularidades físicas, pues Joe Pesci es un intérprete de apasionante y poliédrica personalidad, una de las mejores cosas que le han pasado al cine en las últimas tres décadas.

Hijo de una peluquera y de un camarero, Pesci nació en Nueva Jersey el nueve de febrero de 1943, por lo que ya cuenta nada menos que con sesenta y siete años, curiosamente los mismos que su gran amigo Robert De Niro, con quien le une no sólo una serie de famosos encuentros profesionales, si no también una profunda amistad, no reñida en absoluto con la gran admiración que siente, y pronuncia a menudo, hacia el talento de su amigo. Sin duda esa amistad, y la que ambos mantienen con Martin Scorsese, ha propiciado mucho del mejor cine que algunos hemos visto. Sin esa amistad quizá las tres obras maestras que estos artistas llevaron a cabo no hubieran resultado tan legendarias, tan reales, tan auténticas. Ahí quedaron para la posteridad, y quizá ya no trabajen más los tres juntos. Pero también quedaron otros trabajos deslumbrantes de un intérprete de pura raza que se aleja mucho de la tan alabada contención, para adentrarse sin complejos en el barroquismo, en el exceso como máxima virtud.

Si ha existido alguna predestinación para el oficio de actor, sin duda Pesci fue uno de los que gozaron de ella. Con cinco años ya aparecía en algunas obras de teatro en Nueva York, y con poco más de diez debutaba en televisión. Eso sí, debido a las dificultades económicas de su familia, desempeñó todo tipo de trabajos durante su adolescencia. Mientras, ya empezaba a practicar judo, deporte que siempre le ha apasionado. Además, siempre ha sido un melómano, y un excelente guitarrista. Durante los sesenta fue miembro de la banda Joe Dee and The Starliters, en la que llegó a tocar Jimi Hendrix. Algunos años más tarde, en 1968, Pesci lanzó un álbum en solitario, con el seudónimo de Joe Ritchie, que se tituló ‘Little Joe Sure Can Sing’, álbum en el que colaboró otro futuro actor scorsesiano, Frank Vincent, que tendría pequeños pero relevantes papeles en ‘Uno de los nuestros’ (‘Goodfellas’, 1990) o ‘Casino’ (id, 1995), además de encarnar al abyecto Phil Leotardo de ‘Los Soprano’.

Sin duda la gran oportunidad de Joe Pesci llegó con ‘Toro salvaje’ (‘Raging Bull’, 1980), en la que daba vida al hermano de Robert De Niro/Jack La Motta, personaje fundamental para comprender gran parte de la neurosis y la violencia autodestructiva del púgil. Fue su primera nominación al Oscar, aunque perdió ante el Timothy Hutton de ‘Gente corriente’ (‘Ordinary People’, Robert Redford, 1980). El resto de la década de los ochenta no fue precisamente un paseo para Pesci, pues apenas pudo participar en filmes importantes, excepto ‘Érase una vez en América’ (‘Once Upon a Time in América’, Sergio Leone, 1984), en la que aparecía en un breve papel. Sin embargo supo esperar su oportunidad, mientras participaba en filmes muy comerciales como ‘Arma letal 2’ (‘Lethal Weapon 2’, Richard Donner, 1989), quizá uno de sus papeles más insoportables, pero que le proporcionó presencia y fama, lo que no era poco, dadas las circunstancias.

Pero un año después llegaría su momento, pues Scorsese le llamó para el inolvidable papel de Tommy DeVito en su obra maestra ‘Uno de los nuestros’, por la que ganaría el Oscar al mejor actor de reparto, y también interpretó al ladrón principal en la insulsa y olvidable comedia ‘Sólo en casa’ (‘Home Alone’, Chris Columbus, 1990), que fue un gran éxito de taquilla en todo el mundo. De pronto, Pesci había dejado de ser uno de esos secundarios cuya cara se nos queda grabada en la antesala de la memoria para nunca recordar su nombre, a ser un actor secundario importante, que incluso participaba en taquillazos. Tenía cuarenta y siete años. Su personaje en la película de Scorsese es uno de los más impredecibles y violentos, lo que es mucho decir, de la carrera de Scorsese. Parece mentira que un tipo tan bajito pueda dar tanto miedo y provocar tanta inquietud. Su Oscar era incontestable, aunque fue el único, injustamente, de la película, que optaba a otros cinco. El reencuentro con su amigo Scorsese no podía haber sido más enriquecedor, y se vería prolongado con su fabuloso papel en ‘Casino’. Si no hubiera ganado el Oscar por la anterior película, sin duda lo habría ganado por esta, pues su Nicky Santoro, una suerte de nueva versión de Tommy DeVito, era tan inolvidable como aquel.

Aún tendríamos otro memorable papel secundario en ‘J.F.K., caso abierto’ (‘J.F.K.’, Oliver Stone, 1991), en la que volvía a dar muestras de su genio interpretativo. Podemos ver una magistral secuencia un poco más arriba en esa película. Una secuencia al alcance de muy pocos actores. Lástima que esta clase de papeles se cuenten con los dedos de una mano en su carrera, y que tuviera que aceptar cosas como la secuela de ‘Solo en casa’, o las sucesivas secuelas de ‘Arma letal’, a cada cual más insoportable. Al menos se lo tomaba con filosofía, sabiendo muy bien (algo menos de lo que parece) que ese tipo de trabajos era alimenticio, y comentado que “todo ese rollo de sobreactuación es para que los chavales se rían en el cine”. Al menos pudo participar en el debut como director de De Niro, ‘Una historia del Bronx’ (‘A Bronx Tale’, 1993), y sacar su segundo álbum en treinta años, justamente en 1998, tras lo cual decidió retirarse de la interpretación, por cansancio de un negocio cada vez más aburrido, y dedicarse por entero a producir música o incluso a producir musicales.

Ahora ha vuelto al cine junto a Helen Mirren en la venidera ‘Love Ranch’ de Taylor Hackford, y no se sabe si algún día retomará su carrera interpretativa. Lo que sería una buena noticia, pese a que ya empieza a estar mayor. Pero es posible que Pesci aún tenga mucho que ofrecer. Y en caso contrario, aún queda la televisión, en la que no pocos actores de gran talento han ido a trabajar, al darse cuenta de que el cine estadounidense podía no contar más con ellos. A la espera quedamos de saber qué es lo que decide hacer este gran artista.

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