'Doble agente', un charco de sangre

Hace un par de días os comentaba, con la excusa de la lamentable 'Typhoon', que en Corea del Sur los cineastas han descubierto un filón en el conflicto con Corea del Norte, creando historias de acción y suspense a partir del enfrentamiento entre ambas naciones. Lógicamente, lo normal es que el protagonista, el bueno, sea surcoreano, y su rival, el malo que quiere atentar contra una población inocente, sea norcoreano. Lo interesante es cuando la película consigue ir más allá de los tópicos y los convencionalismos, ofreciendo un verdadero drama entre hermanos, destinados a un final trágico, que en el fondo es la mayor crítica que se le puede hacer al asunto político, desde el punto de vista del cine como entretenimiento.

A esto mismo juega 'Doble agente' ('Ijung gancheob', 2003), una película coreana editada en nuestro país y vendida como "un thriller de espionaje e intriga política con lo mejor de la saga Bond". Es una frase absurda que puede leerse en la portada del DVD, justo arriba de "estrenada en salas en Estados Unidos y Francia". En teoría, con todo eso, se pretende convencer al dubitativo consumidor español que no busca una de chinos cualquiera, sino una de acción a lo Bond y que haya sido estrenada en cines, aunque sea en otro país. En realidad, esto no tiene nada que ver con la saga del agente 007 (bueno, se usan pistolas, eso es verdad), y tampoco hay intriga política, sólo espionaje. Pero lo importante es que la película merece la pena. Ésta sí.

La película comienza con un desfile por el aniversario del Partido de los Trabajadores, en Corea del Norte; entre las tomas reales sacadas de alguna pieza documental, se cuelan planos ficticios para insertar a Han Suk-kyu entre la multitud del ejército rojo, firme y orgulloso, un bloque al servicio del país. Es la primera señal de que Kim Hyeon-jeong ha querido dotar del máximo realismo a su historia, sumergir al espectador directamente en un conflicto verdadero. La buena noticia es que el realizador mantiene la coherencia a lo largo de todo el metraje, sin desviarse nunca por la vía fácil de la acción exagerada o el melodrama barato.

Destaca también, y esto sólo acaba de empezar, que el protagonista es norcoreano. Es decir, el héroe de la película, hecha en Corea del Sur, es el típico enemigo para el público de ese país. Kim vuelve a dejar claro que su película no va a seguir la corriente, va a ir en contra de ella. Sin embargo, durante prácticamente todo el primer acto, va a confundir las expectativas del espectador, especialmente las de aquel que no ha leído el argumento y se sienta a ver otro thriller con la separación de Corea como telón de fondo. Incluso los que sabemos de qué va, no podemos dejar de dudar, ante lo que se ve en pantalla. ¿Quién es realmente ese coreano que huye del Norte para refugiarse en el Sur? ¿Cuáles son sus verdaderas intenciones?

Lo que vemos es que Lim Byun-ho (interpretado de forma sensacional por Han Suk-kyu) es perseguido por agentes norcoreanos y, de milagro, ensangrentado, consigue refugiarse en el área democrática, buscando una nueva vida. Allí, por el contrario, lo que le espera es una demoledora sesión de palos, corriente eléctrica y chapuzones prolongados. Tortura, a cambio de confesión. Los surcoreanos no se fían y están convencidos de que Lim es un espía. Finalmente, tras no lograr nada, se le da un voto de confianza y empieza a trabajar para el gobierno, al que le viene bien toda la ayuda que un ex-agente del enemigo pueda prestarle.

Lim vive en un país libre, pero él no es libre; tiene un área limitada de la que no puede salir, un conductor oficial que le debe llevar a todas partes, sin perderle de vista, y la supervisión constante de un compañero siempre que realiza cualquier actividad en el departamento. Su carácter reservado y su trato atento, simpático con todos los que le rodean va relajando el ambiente, y pronto empieza a hacer amigos. Su pasado sigue ahí, latente, pero ya nadie duda de sus intenciones, es uno más. O eso creen todos. En medio de tanta tranquilidad, se prepara la tormenta. Lim se descubre ante el espectador, en privado, como lo que es en realidad, un instrumento para, en sus propias palabras, revolucionar el Sur.

Una película parece incompleta sin su correspondiente ración amorosa. 'Doble agente' no es una excepción, aunque la historia que vive el protagonista con la chica de turno es tan elegante e inusual como el tratamiento de todo el conjunto, algo que nuevamente se agradece muchísimo. El interés romántico de Lim es Yun Sun-mi (correcta labor de Ko So-young), una joven que ve en él el reflejo de su padre, desaparecido hace tiempo, al que ya apenas recuerda. Un mechero y una fotografía sirven de enlace entre ambas relaciones, a la vez que de (intento de) superación de la tristeza, la soledad y la desesperación.

Lo mejor de 'Doble agente' está en la inteligente manera con la que Kim Hyeon-jeong plantea la producción, centrándose más en el desarrollo y la psicología de los personajes, que en los puñetazos, las balas y las persecuciones, construyendo una película seria, dramática, humana, donde es imposible no ponerse de parte de Lim, al mismo tiempo que desear que abandone lo que es, lo que ha jurado defender a muerte, y se pase al bando de los "buenos"... aun cuando éstos también son capaces de despachar a una persona con la misma indiferencia que limpian un charco de sangre. Así funciona esta guerra, y así se devora a los peones. Hay momentos de esta película que no se me van a borrar nunca, aparentemente sencillos pero muy poderosos.

Dicho esto, y para no dar la errónea impresión de que me cuesta repartir estrellitas, es obvio que a la película no es todo lo que podría ser, que le falta presupuesto y quizá también ambición por parte de su realizador, que no arriesga más, satisfecho con mantener la sobriedad del conjunto y con dejar vía libre a Han Suk-kyu, que más que interpretar vive su personaje (repito, está fantástico). También cabe decir que se echa en falta algo más de dinamismo, de movimiento, más aún cuando los pocos chispazos de acción animan tanto, y varias escenas intimistas aportan tan poco. Pero vaya, que me quedo con los aciertos. Y menudo tramo final, ya quisieran muchos directores actuales, de Hollywood y de cualquier parte, crear tanta tensión como la que se respira en esa solitaria carretera.

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