'Ad Astra': una impresionante odisea espacial que no logra hacer despegar el viaje emocional de Brad Pitt

Brad Pitt es una de las pocas verdaderas estrellas de cine que quedan en Hollywood. La meca del cine no se ha preocupado demasiado en hacer más al potenciar las franquicias hasta tal límite que muchas de ellas van agotándose antes de tiempo la obsesión de que lo que funcionó de antemano también lo hará ahora. Con la excepción de su simpático cameo en ‘Deadpool 2’, Pitt también es uno de los pocos que ha preferido mantenerse alejado del muy rentable cine de superhéroes.


Recientemente comentó que cada vez va a interpretar menos, en parte como resultado del cambio de escenario en Hollywood. Eso no ha impedido que en 2019 vayamos a verle en nuestro cine más cercano en dos películas estrenadas con apenas un par de meses de diferencia. En julio fue el turno de ‘Érase una vez en Hollywood’, su segunda colaboración con Quentin Tarantino, y este viernes 20 de septiembre llega ‘Ad Astra’, una impresionante odisea espacial que curiosamente falla cuando se centra en el trauma de su protagonista.

Su gran debilidad

Pitt interpreta en ‘Ad Astra’ a Roy, un astronauta que recibe una misión de lo más particular: localizar a su padre en el espacio, quien lleva varias décadas desaparecido pero que sospechan que está detrás de una amenaza que podría acabar destruyendo la Tierra. Un relato que es abordado por James Gray, director y co-guionista de la película, con un enfoque que hasta cierto punto trae a la memoria ‘La ciudad perdida de Z’, su anterior trabajo.

Allí la obsesión de un explorador servía como eje de la cinta, mientras que aquí es el trauma interno que sufre su protagonista. Desde el primer momento queda claro que no es una persona normal y pronto se desvela que la misteriosa desaparición de su padre le ha dejado una huella indeleble. Esto es algo que se maneja inicialmente con cierto soltura, primero jugando con lo poco reacio que es a creer que su progenitor siga con vida, pero no tarda en estancarse en el apartado emocional.

Pronto se empieza a volver una y otra vez sobre el mismo trauma sin aportar nada que lo diferencia, ya que el hecho de que la misión avance no es suficiente si él interiormente no lo hace. Y Gray nos recalca esto de forma constante a través de la utilización de una voz en off que acaba resultando un tanto monótona. No es que abunden las reflexiones muy elaboradas ni que tenga tanta presencia que distraiga, simplemente es un recurso al que no se saca partido porque el viaje interior de Pitt puede llegar a conseguir que desconectes de lo que sucede en pantalla.

Y es una pena que así sea, porque Pitt sí que sabe reflejar las emociones de su personaje, dándole pequeños detalles a esa sorprendente tranquilidad que le caracteriza y aportando el saber estar necesario para que no llegue a resultar antipático pese a que tampoco se realizan verdaderos esfuerzos por conseguirlo por parte de Gray. El resto de personajes cumplen su cometido sin alardes, siendo Donald Sutherland y Tommy Lee Jones los únicos que realmente consigues imprimir algo de sentimiento a los suyos.

Impecable en lo técnico

Donde no hay ningún pero que ponerle a Gray es en la faceta puramente técnica. Ahí ‘Ad Astra’ luce impresionante, ofreciendo un apasionante viaje espacial donde hay pequeños espacios para el espectáculo sin que eso suponga romper en ningún momento el tono pausado que caracteriza a la película ni el enfoque netamente realista. Ya era consciente de su gran talento para la dirección y aquí vuelve a demostrarlo una vez más.

Al respecto conviene destacar la tendencia a abordar un relato tan complejo desde el lado más intimista. Abundan los encuadres cortos para incidir en las emociones de los personajes -aunque a veces no estén planteadas de forma satisfactoria- y se dejan los más amplios para disfrutar de un impactante retrato de la aventura especial sin tener que caer en efectismos innecesarios -sí hay una escena que quizá pueda transmitir esa sensación, pero en mi opinión está perfectamente integrada-.

Lástima que no haya podido alcanzar el mismo nivel en lo emocional que lo técnico, ya que ‘Ad Astra’ propone una serie de interesantes reflexiones para luego no saber cómo desarrollarlas o qué hacer exactamente con ellas. Es como si Gray quisiera huir tanto de los artificios que justamente acabe dando la sensación de producto algo prefabricado en este punto. No pasa nada por dejar que las emociones te dominen siempre que tenga sentido que así sea.

En resumidas cuentas

‘Ad Astra’ es una película fascinante en lo puramente visual con una gran cantidad de bellas secuencias que perduran en la memoria. Lo que no lo hará -o será por motivos negativos- es el arco emocional de su protagonista. Pitt no está nada mal, pero la construcción de su personaje es bastante mejorable y acaba lastrando el resultado final.

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