'La directora': la notable comedia de Netflix es una acertada y divertida exploración del ecosistema universitario

Gran parte de 'La directora' ('The Chair'), la comedia de Netflix, gira en torno al choque generacional en el ecosistema universitario. Ya no entre profesores y alumnos, sino entre la vieja guardia y la nueva, dispuesta a pisar fuerte en lo que se va formando una tormenta de relaciones públicas en la que no hay pronóstico bueno.

Y en medio se encuentra la Dra. Ji-Yoon Kim (Sandra Oh), recién nombrada directora del Departamento de Inglés de la Universidad de Pembroke. Por un lado, el decano (David Morse) le insiste en que uno de los tres miembros más mayores del claustro debe "pensar" en jubilarse, que también son los que menos alumnos tienen matriculados y más se resisten a los nuevos métodos de enseñanza.

Por otro, un desafortunado gesto provoca que todo el campus se ponga en contra de Bill Dobson (Jay Duplass), brillante pero desastroso profesor que mantiene una gran amistad con Kim. Por último, la Directora verá como tendrá problemas para conceder la Cátedra distinguida a una prometedora Yaz McKay (Nana Mensah).

Una comedia ambiciosa en su temática

Amanda Peet cocrea y escribe junto a Annie Julia Wyman una notable comedia que a lo largo de sus seis episodios demuestra que se pueden tocar muchos palos y que no parezca un monstruo de Frankenstein. El guion se vertebra en torno a Kim y esto logra que haya una suerte de tres en uno (comedia de oficina, familiar y, en menor medida, romántica) que funciona bastante bien.

Sí que es verdad que el equilibrio entre dichas facetas es a ratos algo precario, pareciendo haber dos series en una... y en una de ellas, Sandra Oh no es la protagonista de su propia trama familiar, sino más bien un Jay Duplass que saba muy bien cual es su sitio en la serie. En este sentido, 'La directora' no pierde el norte y, a pesar de que es en esta subtrama donde más presencia tiene, no hay lugar para la confusión en torno a quién es la protagonista.

Tampoco hay ambigüedad, por así decirlo, en lo que pasa. Lo que provoca la furia estudiantil es un gesto sacado de contexto y a primeras parece todo una sátira de la cultura de la cancelación. Sin embargo, el guion se dedica más a explorar, logrando profundizar (aunque sea levemente y con su gracia) en los factores que causan estas protestas.

Lo mismo podríamos decir del retrato del claustro de Pembroke. Todo el que haya pisado un aula encontrará en Pembroke a "ese" profesor/a. Pero lejos de ser una caricatura de, por ejemplo, el típico dinosaurio que lleva sin actualizar el temario desde que se sacaron el puesto, el guion se preocupa por desarrollarlos.

Una ácida y atinada comedia

Si nos atenemos a la cantidad de temas que quieren abordar Peet y Wyman, la serie falla ligeramente a la hora de aterrizarlos todos. Si bien todos son bastante pertinentes y adecuados a la comedia, se quedan a menudo revoloteando en forma de dos o tres líneas de diálogo. Enfada un poco porque sabemos que las guionista son bien capaces de trabajarlos mejor.

Pero, son seis episodios. Y es lo peor que se puede decir de una comedia que es notable, ácida y que logra tener bastante tino a la hora de introducirnos en el complejo ecosistema de una Universidad.

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