'El Equipo A', misiones imposibles

¡Agarraos todos, quiero probar algo que vi una vez en unos dibujos animados!

(Murdock)

A grandes rasgos, podría decirse que la adaptación cinematográfica de ‘El Equipo A’, la popular serie de televisión de los años 80 (creada por Frank Lupo y Stephen J. Cannell), es acertada; fiel cuando tiene que serlo, en esos detalles que los seguidores no perdonarían, y libre en todo lo demás, que es mucho. Tenemos a los cuatro protagonistas, con sus rasgos más o menos característicos calcados del original, la furgoneta negra (si bien dura muy poco), la acción ligera, los complicados planes, un poco de romance, mucho cachondeo, los malos y los buenos. Sin embargo, a pesar de todo esto, y de que se trata de una superproducción (costó más de 100 millones de dólares), el público no ha respondido como se esperaba.

Cada uno tendrá sus motivos para no haber quedado entusiasmado con la propuesta, un servidor también los tiene. Principalmente, el mayor error de la película está en la puesta en escena. Es aburrido ver ‘El Equipo A’, a pesar de todos los chistes, los tiros, las explosiones y los puñetazos, porque está mal narrada, con un montaje nefasto que acelera tanto la acción que es imposible seguirla; eso cuando no les da por alternar, en dos secuencias, la exposición del plan con su desarrollo, resultando un caos audiovisual difícilmente soportable. Hay mucho ruido, muchas explicaciones y muchos planos, pero poco ingenio, poca valentía y poca inteligencia en esta película. Lo normal es responsabilizar al director, pero teniendo en cuenta sus otros trabajos (de presupuesto más modesto) creo que Joe Carnahan ha sido un pelele en manos de los productores, que no ha podido trabajar a gusto y ha hecho lo que ha podido.

Odiosas comparaciones

‘El Equipo A’ (‘The A-Team’) nos presenta cómo se formó el infalible grupo formado por “Hannibal” Smith (Liam Neeson), “Face” Peck (Bradley Cooper), B.A. Baracus (Quinton Jackson) y H.M. Murdock (Sharlto Copley); asistimos a la reunión del equipo, a su éxito y su caída, siendo encarcelados por un crimen que no han cometido. Es tan gratuito como inevitable hacer comparaciones entre la serie y la película; exceptuando la apuesta de Carnahan por una mayor violencia (imagino que a algunos les parecerá un sacrilegio), como he dicho más arriba creo que se ha realizado una adaptación más que correcta, explicando algunas de las particularidades de los cuatro personajes principales y acertando de pleno en el casting. A modo de anécdota, resulta curioso descubrir que Bruce Willis fue la primera opción para Hannibal, o que Woody Harrelson y Ryan Reynolds pudieron ser Murdock.

Hasta tres profesionales (Skip Woods, Brian Bloom y el propio Carnahan) aparecen acreditados como guionistas de la película de ‘El Equipo A’, una señal de que o bien deberían dedicarse a otra cosa (nunca es tarde para descubrir la verdadera vocación de uno) o de que se han pisado unos a otros, creando un libreto amorfo, incoherente y atropellado (básicamente, la historia es cumplir tres misiones). Tampoco es cuestión de pedir algo de la complejidad de ‘Origen’ (‘Inception’; guión de Christopher Nolan) pero qué menos que exigir un digno divertimento sin pretensiones, puramente palomitero, al estilo de ‘Noche y Día’ (‘Knight & Day’; escrita por Patrick O’Neill). Se ha comparado esta última con el film de Carnahan (ambas han fracasado en su intento de arrasar en taquilla) por las exageradas secuencias de acción y el tono cómico-gamberro que caracteriza a los personajes, pero en lo fundamental no se parecen en nada; mientras la producción orquestada por James Mangold se sigue y se disfruta con facilidad, se consume con placer, ‘El Equipo A’ es demasiado farragosa y mareante, filmada y montada sin criterio alguno.

En este sentido, la película se asemeja más al cine de Michael Bay o McG, realizadores preocupados por los fuegos artificiales, los movimientos a cámara lenta, los cuerpos danone, las frases rimbombantes, los encuadres llamativos y el montaje alocado, completamente inútiles a la hora de filmar una buena secuencia de acción, con ritmo y emoción. Lo irónico es que son considerados maestros del género, estando sus trabajos a años luz de títulos como ‘The French Connection’ (1971), ‘Jungla de cristal’ (‘Die Hard’, 1988), ‘Heat’ (1995) o ’16 calles’ (‘16 Blocks’, 2006). Carnahan, que ha reconocido que no era fan de la serie que ha trasladado a la gran pantalla, también había mostrado buenas maneras con ‘Narc’ (2002), el corto ‘The Hire: Ticker’ (2002) o ‘Ases calientes’ (‘Smokin´ Aces’, 2006), una salvajada muy infravalorada por sus similitudes con los trabajos de Guy Ritchie; pero en ‘El Equipo A’ se le nota desganado y apagado, optando por un facilón estilo videoclipero más propio de un tráiler que de una película.

Seis actores se lo pasan en grande

Y con todo, la adaptación de ‘El Equipo A’ tiene sus momentos. Todos cuando el guión (me jugaría una bolsa de palomitas dulces recién hechas a que son las partes que ha escrito Carnahan) se olvida de la corrección, de la seriedad y los convencionalismos, de lo que tiene que ser un blockbuster veraniego para el mayor público posible, y se centra en las locuras, las rarezas y los disparates de los protagonistas, que son sin duda alguna lo mejor de la película. Es inevitable sentir cariño por estos cuatro perturbados (especialmente Faceman y Murdock), del mismo modo que llegan a resultar simpáticos dos de los villanos, Lynch y Pike (Patrick Wilson y Brian Bloom), porque se lo están pasando en grande, les importa un pimiento todo y sólo viven para los chistes fáciles y el exceso, los vuelos imposibles, las ensaladas de tiros y las potentes explosiones.

La que sobra, la que no se entera de nada y sólo aparece para lucir (un enclenque) físico es Jessica Biel, en la piel del típico personaje absurdo que tiene que estar en la película para que no se la tache de machista, y cuyo nombre (Sosa) le viene como anillo al dedo a esta limitada actriz. Sí que resultan divertidas las críticas de trazo grueso que se hacen al cine en 3D (Carnahan dice que le resulta molesto el formato que ha puesto de moda James Cameron) y a los departamentos de seguridad que actúan en secreto, cuyos miembros se saltan alegremente las normas que los policías y los militares se ven obligados a respetar. Por el contrario, resulta algo rancia una escena en la que se ensalza a los rangers, poco menos que los mayores héroes del planeta, y esa otra en la que Hannibal es despedido con cariño por los iraquíes es sencillamente demencial. Como casi toda película, en realidad.

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