'El equipo A', desvergonzada adaptación

'El equipo A', desvergonzada adaptación
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En 1972, cuatro de los mejores hombres del ejército americano que formaban un comando fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos. Hoy, todavía buscados por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si usted tiene algún problema y los encuentra, quizá pueda contratarlos

¿Quién no se sabe o ha recitado alguna vez esta entrañable frase? Entrañable porque seguramente a muchos de vosotros ‘El equipo A’ os traerá recuerdos de vuestra niñez o adolescencia. Estrenada en España en 1985 y emitida primero en televisión española y luego en antena 3 obtuvo unos índices de audiencia siempre excelentes. Con el paso de los años uno va creciendo y se da cuenta que la calidad de la serie era más bien escasa pero que levante la mano aquel que no se lo haya pasado bien alguna vez con las aventuras y desventuras de este grupo de mercenarios comandados por el coronel Hannibal Smith, el veterano y el cerebro del grupo. Le seguían Face —en España Fénix en una de esas idioteces del doblaje—, el guaperas; Murdock, el loco y gracioso, y B.A. Baracus, digamos la fuerza bruta del equipo. Durante cuatro temporadas resolvían problemas ayudando a gente normal mientras eran perseguidos por el ejército, y en una quinta y última temporada la serie se traicionó a sí misma convirtiendo a los fugitivos en un cuerpo especial que cumplía misiones del gobierno. En esa época la serie no obtuvo la audiencia de otras temporadas y optó por suspenderse.

Casi todos los episodios de la serie tenían un esquema similar y que se volvía bastante repetitivo —la televisión aún estaba lejos de las maravillas de hoy día, sobre todo las salidas de la HBO—, pero lo más sorprendente, una de las cosas por las que es muy recordada, es que a pesar de tratarse de una serie de acción no había un sólo muerto. Daba igual que en una persecución un coche saliese volando dando vueltas de campana y estrellándose a lo bestia, sus ocupantes siempre salían ilesos. Muchos se preguntarán si en la adaptación hacen lo mismo, y la respuesta es un evidente no. En ‘El equipo A’ (‘The A-Team’, 2010, Joe Carnahan) muere gente, aunque esas muertes sean producto de algunas de las escenas de acción más exageradas que haya conocido el cine. Curiosamente se produce el mismo efecto que en la serie, debido a esa exageración de la que evidentemente hay que ser cómplice, dichas muertes son bastante irreales pues toda la película es un completo despiporre. Una especie de reunión de colegas que se lo han pasado en grande rindiendo un sincero homenaje a una de las serie de televisión más exitosas que han existido.

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Precisamente es buen rollo lo que desprende esta película, el mismo que parecía haber entre los actores de la serie al verlos compartir escena. Siempre me llamó la atención que George Peppard se llevase a matar con casi todo el mundo, incluyendo a Mr. T, con el que se terminó peleando —y ganando, señores, por increíble que parezca Peppard le provocó una lesión de cervicales a Mr. T que todavía padece en la actualidad—, provocando además numerosas anécdotas de muy mal gusto —Peppard era muy racista y machista—, pero que se quedan en eso, en anécdotas. Durante años quiso llevarse la serie al cine, y fueron varios los directores que llegaron a tener las riendas del proyecto, entre ellos John Singleton. Actores como Bruce Willis llegaron a sonar para el papel de Hannibal Smith, o Woody Harrelson y Ryan Reynolds para el de Murdock.

Al final Joe Carnahan, que parece que nunca volverá al nivel de su estimable ‘Narc’, se hizo cargo del film, y el casting de actores me parece unos de los más acertados de los últimos años. Es más, Liam Neeson, Bradley Cooper, Sharlto Copley y Quinton Rampage Jackson son mejores actores que George Peppard, Dirk Benedict, Dwight Schutlz y Mr. T respectivamente, a los que nunca tratan de imitar —aunque el pelo de Neeson parezca demostrar lo contrario— porque al fin y al cabo estamos hablando de estereotipos. En cualquier caso todos los actores son muy conscientes de donde se han metido y se toman la película como debe ser recibida, con cachondeo y sentido del humor. Jessica Biel, mejor actriz de lo que parece y muy, muy desaprovechada en infinidad de ocasiones, pone el punto femenino al film, y un histriónico Patrick Wilson apesta a malo de la función desde el primer plano en el que aparece.

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Durante los largos títulos de crédito iniciales somos testigos de cómo el equipo se va formando y hay en esa parte el que quizá sea el guiño más sentido a la serie, el de la mítica camioneta cuyo destino —absurdamente revelado en el tráiler— es más bien un punto y aparte, una especie de despedida de los viejos tiempos —la serie—, para dar paso a los nuevos —una película totalmente actual y desvergonzada—. El guión, en el que también participa Carnahan, se debate entre instantes sorprendentemente serios —la descripción de los planes— y los sencillamente locos. Evidentemente son estos últimos los que sobresalen del resto, como clara muestra de intenciones hacia el espectador, que tendrá que poner de su parte —como en todas las películas, eso que practican algunos, el cine pasivo, es una pérdida de tiempo— para poder entrar en el film. A la escena del tanque me remito, uno de los momentos más descabelladamente exagerados de la historia.

Salvo contadas excepciones el cine de acción adolece precisamente de eso, de someterse a cierta exageración, cada vez más acentuada, y convertirla en señal de identidad. En ejercicios intrascendentes de este estilo quizá no importe demasiado, pero también es cierto que aún partiendo de la base que partía, la película podía haber aspirado a ser algo más que pasable —esto en los tiempos que corren ya es bastante—, y es que Carnahan no es capaz de mantener el equilibrio en lo que a ratos parece un cartoon trepidante y a ratos una película de acción seria. Es aquí cuando se echan de menos las manos firmes de John McTiernan o Richard Donner.

Con todo, mejor de lo esperado, y para disfrutar con un cubo de palomitas bien grande.

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