Robert Zemeckis: 'Frenos rotos, coches locos', otra comedia alocada

Como ya habíamos comentado la semana pasada en la entrada correspondiente a 'Locos por ellos' ('I Wanna Hold Your Hand', 1978), poco o nada importaba de cara al futuro de Robert Zemeckis y Bob Gale el hecho de que la comedia sobre la histeria Beatle se estrellara en taquilla o que, de otra parte, el guión que tanto había gustado a Spielberg como para terminar levantando '1941' (id, 1979) se hubiera convertido en otro sonoro fracaso, en este caso tanto a nivel comercial como crítico: los "Bobs" —como se les solía conocer en el mundillo— tenían prácticamente asegurado su futuro gracias a el apadrinamiento tácito por parte del Rey Midas de Hollywood.

Tanto es así, que su siguiente idea para una producción, una alocada comedia acerca la feroz competencia entre dos establecimientos de coches usados, que en principio habían escrito para la Universal, terminaría quedándose en Columbia cuando, durante el rodaje de '1941' un ejecutivo de la compañía ofreciera a los jóvenes artistas la posibilidad de filmar la cinta con la citada compañía siempre y cuando Spielberg volviera a servir como productor ejecutivo de la misma. Como podréis suponer, el cineasta, al que le había encantado el guión, no tuvo problemas en repetir rol y 'Frenos rotos, coches locos' ('Used Cars', 1980) terminó convirtiéndose en la segunda película de Robert Zemeckis como director.

Rodada en tan sólo 28 días y con un reducido presupuesto de 8 millones de dólares, 'Frenos rotos, coches locos' contó con un variopinto reparto encabezado por dos nombres: Kurt Russell y Jack Warden. El primero, que llevaba haciendo cine desde que era adolescente —¿quién no recuerda alguna de sus cintas con la Disney?— había llamado la atención de la crítica con su encarnación del rey del rock en el biopic que John Carpenter había rodado para televisión en 1979, y Zemeckis lo quiso para su producción considerando que era el intérprete idóneo para dar vida a ese caradura irredento capaz de cualquier cosa por salirse con la suya que es Rudy, un personaje que en la piel de Russell se convierte en el rey del mambo de la función superado tan sólo por la genialidad que destila el veterano Warden, aquí cómo dos hermanos gemelos tan opuestos como la noche al día.

Completado algunas caras conocidas de los ochenta como las de Frank McRae —el chillón teniente Dekker de 'El último gran héroe' ('The Last Action Hero', John McTiernan, 1992)— o la intervención del actor y director Alfonso Arau, el filme es una sucesión interminable de gags cuyo tono irreverente no consigue arrancar la carcajada del espectador, al menos no en todos los momentos en que la cinta así lo plantea, convirtiéndose en un cúmulo de chistes de diversa entidad que, como ya pasara en 'Locos por ellos' cubren casi todas las vertientes existentes del humor desde el verbal al slapstick.

Cinta de jóvenes cineastas orientada a un público adolescente, no faltan en el metraje las puyas de sal gorda ni, por supuesto, los chistes de corte sexual por intercesión de dos o tres escenas en las que las glándulas mamarias femeninas acaparan toda la atención del público del sexo opuesto, llegando al paroxismo en un gag en el que los senos de la chica 'Penthouse' que aparece en la foto que encabeza este párrafo se muestran durante cerca de un minuto, restando suma eficacia a una idea, la de que ella grite y nunca se tape sus pechos, que en menor tiempo de exposición habría funcionado a la perfección.

Unido ello, Zemeckis deja ya entrever el humor negro y sarcástico que después irá cosechando a lo largo de su trayectoria, apuntado aquí a través de un elemento fundamental de la trama que no desvelaré —aunque sea uno que sucede en los quince primeros minutos de proyección— o en el surrealista detalle de los juguetes que colecciona el Juez Harrison, unas guillotinas y horcas en miniatura que complementan la ya acertada decisión de que el excéntrico personaje venga interpretado por Al Lewis, el inolvidable abuelo de 'La familia Monster' ('The Munsters', 1964-1966).

Con un excesivo metraje de cerca de dos horas que se aletarga sobremanera en esa interminable secuencia final de casi 20 minutos que, no obstante, sirve a Zemeckis para exponer con categoría sus muchas habilidades narrativas, 'Frenos rotos, coches locos' no deja de ser una curiosidad para los muchos amantes del director que quieran acercarse a los comienzos del que no tardaría en convertirse en uno de los nombres ineludibles a la hora de hablar de los mejores directores que vieron la luz en los años ochenta.

Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com

VER 4 Comentarios

Portada de Espinof