Un título imprescindible: 'The Cove'

Lo primero, espero que el público deje de asistir a “delfinarios” y espectáculos con delfines. Son la punta de lanza de una industria sangrienta. Por otro lado, que investigue sobre lo que está comiendo, sobre cómo nos mienten. Y espero que se detenga la cuenta atrás que se está activando contra los delfines: muchos están muriendo, y no sé qué pasará en un futuro. Me gustaría cambiar la vida de la gente, aunque sea en pequeños aspectos.

Louie Psihoyos

Eso que veis ahí es real. No es una imagen trucada; no se ha coloreado el agua artificialmente, con un programa de ordenador. Eso que veis ahí es lo que ha quedado tras una matanza de delfines. Es la prueba de un crimen vergonzoso, cruel e intolerable, cuya víctima no son solamente miles de animales, también lo es nuestra dignidad como seres humanos, y nuestro propio futuro en un planeta cada día más castigado. Es imposible no preguntarse, mientras se está viendo ‘The Cove’, cómo es posible que haya personas capaces de cometer semejante brutalidad sin inmutarse, cómo pueden reírse y bromear mientras el agua se va tiñendo de sangre a su alrededor, y cómo es posible que aún hoy se siga tapando, ocultando y manipulando, unos hechos tan monstruosos.

Como ya sabréis, ‘The Cove’ (2009) es el título del último ganador del Oscar al mejor documental. En Japón está prohibido, ha sido censurado por las tremendas verdades que desvela (han tenido que sentar como puñetazos en las altas esferas), pero en países como el nuestro se estrenó en salas comerciales (a España llegó el 11 de junio), desgraciadamente con pocas copias y durante poco tiempo, dejando sitio a producciones de mayor presupuesto, muchísimo menor valor, inteligencia y coraje. No sé si aún tendréis la posibilidad de ir a verla, pero si es así, desde aquí os animo a hacerlo, estoy seguro de que no os arrepentiréis. Sencillamente, ‘The Cove’ es una de las películas imprescindibles del año, y de la década.

Un documental que parece un thriller

Richard O´Barry era un conocido entrenador de delfines que colaboró en el famoso show televisivo ‘Flipper’, emitido en los años 60. Sin embargo, tras finalizar la serie y asistir a un triste incidente, O´Barry dio un giro a su vida y se dedicó por completo a luchar por la libertad de estos animales, acabando en prisión constantemente. Sus pasos le llevaron a Taiji, un pequeño pueblo de la provincia de Wakayama, en Japón, aparentemente caracterizado por su devoción tanto a los delfines como otras ballenas. Pronto descubrió que todo esto era una gran farsa, pero le era imposible conseguir pruebas. Gracias a ‘The Cove’, el público podrá descubrir lo que ocultan en Taiji.

Antes de que penséis que esto no os interesa, que nos os van los documentales, que os aburren o que os cuentan cosas que ya sabéis por otros medios, que cuando vais al cine queréis ver algo de ficción, os diré algo muy importante: esto no es un documental corriente. Su director, el estadounidense Louie Psihoyos (fotógrafo y documentalista conocido por colaborar con National Geographic), tuvo en cuenta los prejuicios y los gustos del espectador (también su espíritu y su inteligencia), y cuando se puso manos a la obra con ‘The Cove’ (literalmente, ‘La cala’) lo hizo pensando en una película, con ritmo y tensión cinematográfica, y no sólo en una reproducción de unos hechos, montados con soltura y animados con la música adecuada (que también). Sólo así se aseguraba (o era más probable) que el mensaje tuviera mayor repercusión.

Cuenta Psihoyos que empezó a preparar ‘The Cove’ (su primer film) hace diez años, cuando durante una conferencia sobre temas marinos alguien le contó el origen del lucrativo negocio que gira en torno a los delfines. Se sorprendió al descubrir que no tenía ni idea del asunto, y que los demás que estaban con él tampoco sabían nada. ¿Por qué algo tan escandaloso era tan poco conocido? Es una gran cuestión que el director expone y responde perfectamente en su trabajo, y aunque podáis imaginarlo fácilmente prefiero no decir nada más y que lo veáis con vuestros propios ojos. Porque no es ‘The Cove’ ninguna inofensiva producción ecologista con la intención de soltarte un rollo mecánico y aburrido basado en cifras, enfado y palabrería, para que sueltes un poco de dinero y te vayas tranquilamente a casa. La gran meta era mostrar algo que no quieren que veamos, porque es demasiado terrible como para asumir que está sucediendo.

Psihoyos quiere informar, concienciar, quiere que abramos los ojos y también que actuemos (en la medida de nuestras posibilidades), pero entiende que para lograr eso tiene que llegar al corazón de la gente. Y lo hace, con las armas del cine para dotar a ‘The Cove’ de una potencia irresistible, convirtiéndolo casi en un thriller de imágenes tan contundentes que llegan a provocar todo tipo de emociones; es más, es un relato tan impactante que hace sufrir. Sé que suena exagerado, pero hay que verlo, y no creo que ningún ser humano pueda hacerlo sin sentirse además realmente indignado, alterado en lo más profundo de su ser, de una manera indescriptible. Porque estamos conectados con estos animales, y nuestra naturaleza no puede soportar estas atrocidades. Por supuesto, quedan al margen los que pueden matar, torturar y despedazar animales como el que bebe un vaso de agua. Yo no los llamo seres humanos, supongo que es otra especie.

Para que no parezca esto una entusiasta e irracional defensa del film, sólo por denunciar una atrocidad impropia de un mundo civilizado, creo conveniente añadir que veo algún patinazo y una ligera manipulación melodramática en ‘The Cove’ que no me termina de gustar. Personalmente, habría suprimido cosas indemostrables, como la anécdota del surfista, así como algunos planos entrañables de delfines (o de gente haciendo algo que no tiene que ser necesariamente lo que dice la voz en off), y habría apostado más por los hechos, por la recreación de la aventura, y por incluir más intervenciones de personas claves en esta oscura historia (otros entrenadores, por ejemplo). Pero bueno, seguro que habría quedado algo más frío, no se habría llevado el Oscar y no habría llegado a tanta gente como lo ha hecho. Así que, enhorabuena Louie, a ver si sigues ahí y destapas más injusticias, que nos hace mucha falta.

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