'Rodin': un biopic que busca la intensidad pero que nunca llega a destacar en nada

Se han hecho tantos biopics a lo largo de la historia del cine que hay que estar muy inspirados para no acabar siendo uno más u otro en el que solamente destaca la interpretación de su protagonista -y en algunos casos de otros miembros del reparto-. A veces quieren abarcar demasiado en poco tiempo, otras se concentran demasiado en un evento puntual que quizá no daba para tanto y en ocasiones muy puntuales dan con el toque adecuado para ofrecer un reflejo acertado del personaje real abordado.

Siempre que me toca ver uno, tanto si estoy deseando verlo como si simplemente tengo que hacerlo por una cuestión de trabajo, me enfrento a las mismas dudas y pocas veces me encuentro algo realmente recomendable. Mucho me temo que ‘Rodin’ no es uno de esos últimos casos, ya que intenta ser intensa sin conseguirlo, no refleja de forma realmente estimulante la historia del pintor y el reparto tampoco está tan inspirado como para compensarlo.

Contemplativa

La gran expresividad de sus esculturas era uno de los grandes rasgos de la obra de Auguste Rodin y uno de los retos detrás de la película era intentar reflejar la pasión, la inspiración y las manías personales del artista para llegar a ello. Con ese fin, el director y también guionista Jacques Doillon opta por un tono con tendencia a lo contemplativo, sobre todo durante una primera hora en la que le vemos trabajando en varias ocasiones y el resto está un poco en segundo plano.

Más allá de eso merece la pena destacar el eficaz y austero trabajo de puesta en escena de Doillon en esos momentos, el cual fácilmente podría haber resultado hueco, pero permite que la inspiración detrás de la creación artística, incluso cuando eso supone subrayar ciertas dudas sobre la moralidad detrás de los métodos de Rodin. El problema es que llega un punto en el que al mismo tiempo que sabe a poco acaba volviéndose un tanto repetitivo. Una sensación curiosa pero no positiva.

Eso sí, de forma lenta pero inexorable va creciendo una historia amorosa que eleva de forma considerable la cantidad de diálogos, cuyo acabado resulta un tanto irregular, porque tan pronto aporta la intensidad deseada a la relación entre los personajes interpretados por Vincent Lindon e Izïa Higelin como solo funcionan para volver una y otra vez sobre las mismas ideas sin llegar nunca a dar la profundidad deseada al romance entre ambos.

‘Rodin’, fallida en todos los sentidos

Además, eso va afectando a la forma que tiene Doillon de reflejar los vaivenes artísticos del protagonista, vinculándonos en ocasiones a esa pasión amorosa que no termina de brillar pese a los evidentes esfuerzos de los actores. Eso también afecta a cómo se nos muestra el resto de elementos relacionados a su obra, chocando por ejemplo las apariciones puntuales de otros artísticas de tal forma que oscilan entre lo meramente anecdótico y lo simplemente desaprovechado.

Tampoco ayuda nada que esa cadencia contemplativa que señalaba antes no termine de encajar con los ocasionales excesos verbales, ya que rompe en cierto modo el estilo de la película sin que la sobrecarga dramática que se pueda estar buscando esté reflejada de forma satisfactoria. De hecho, la interpretación de Lindon funciona mejor cuando está abstraído y dejándose llevar por esa genialidad que Doillon no termina de saber captar que cuando le toca charlar con otros personajes.

En definitiva, ‘Rodin’ es un discreto biopic que busca tanto la intensidad artística como romántica y solamente la consigue en momentos puntuales. Tampoco es realmente una mala película, pero sí una propuesta mediocre en la que no hay nada que realmente destaque para evitar convertirse en otro más con poco que aportar.

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