'UP': Arriba la emoción, arriba la aventura, arriba el cine

Como un buen vaso de agua fresca en un día de calor asfixiante. ‘Up’ sienta tan bien. Hace poco os hablaba de lo mal que veía el cine actual, de lo penoso que resulta mirar la cartelera, tratando de encontrar una película que no sea muy mala. Afortunadamente, entre otros, aún nos quedan los profesionales Pixar. Con ‘Up’ lo han vuelto a lograr. Lograr que se disfrute una película como si fuera la primera vez, que se viva todo lo que sucede en la pantalla, que al llegar a los créditos finales uno sienta ganas de levantarse y aplaudir, dar las gracias a los que han traído agua, en medio del desierto.

Al entrar y sentarme en la butaca, no podía dejar de pensar que Pixar tenía que superarse, o al menos igualarse, con su nuevo producto. Pero la verdad es que pensaba que ‘Up’ iba a estar por debajo de ‘WALL·E’, del mismo modo que ésta lo estuvo de ‘Ratatouille’, posiblemente la película más redonda que ha salido del estudio dirigido por John Lasseter en los últimos años; quizá incluso desde la primera, ‘Toy Story’, que es sencillamente perfecta (por cierto, preparaos para la nueva explosión de ese universo, con el estreno de las dos entregas en 3D y la llegada de ‘Toy Story 3’). Ahora mismo, no sabría dónde situar ‘Up’, pero sí tengo claro que es tan buena como la del robotico que limpiaba basura, si no más.

‘Up’ es algo extraordinario ya desde su punto de partida, planteando una película que gira en torno a un viejo de casi ochenta años… que quiere trasladar su casa a unas lejanas montañas haciéndola volar gracias a miles de globos. ¿Y esto funciona? Vaya que sí. Desde el principio. De hecho, los primeros minutos de ‘Up’ son maravillosos, una delicia que emociona de forma asombrosa. Así que esta película, del sello Disney, destinada a arrasar en taquilla y hacer millones con el mechandising comienza con la historia de un hombre anciano, que se queda viudo, y resulta que efectivamente el público queda atrapado, pegado a la pantalla.

Tras cierto suceso, este viejo, de nombre Carl Fredricksen debe escapar de su situación y entonces decide lanzarse a la aventura, con los globos y todo eso. Sin quererlo, se le suma otro de los personajes principales, un niño un poco pesado, falto de atención y de cariño, llamado Russell. Así empieza otra película, podría decirse, más agitada, con más sobresaltos. Pronto llegamos a un paisaje exótico de América del Sur, que era justamente el sitio donde Carl quería depositar su vivienda. En este tramo es cuando Pixar pone en marcha toda su maquinaria. Comedia desternillante, acción trepidante, animación increíble; espectáculo para todos.

Más adelante vendrá el momento de conocer al malo de turno (¿Spencer Tracy contra Kirk Douglas?), quien primero parece que va a ayudar a los protagonistas, pero luego, tras una escena genial con unos cascos, se revela como un hombre desquiciado y peligroso. Si bien su presentación y su posterior “transformación” son ejemplares, creo que se podría haber sacado un poco más de jugo a este personaje, siendo alguien que había sido injustamente tratado por la sociedad, y supuestamente su intención es capturar un pájaro, no un villano loco asesino cualquiera; pero bueno, quizá sería rascar demasiado, ¿no?

Como en otras películas de Pixar, ‘Up’ conjuga de forma brillante todo tipo de géneros, convirtiendo su visionado en una experiencia única. En esta película hay minutos donde te partes de risa (los perros parlantes tienen mucha culpa de ello), minutos donde piensas que la vida es una auténtica mierda (Fredricksen volviendo solo a su casa, ya viudo) y minutos donde se te saltan las lágrimas de emoción (los flashbacks). ‘Up’ podría haber sido tanto un drama como una comedia de aventuras, pero prefiere ser ambas cosas, y ahí reside su grandeza. Pete Docter (director) y Bob Peterson (co-director) firman una película apabullante, que no da respiro, pero que parte de una historia y unos personajes, no de ruido, golpes y efectos especiales.

Tampoco voy a decir que ‘Up’ es perfecta. No lo es. Y es una pena, porque con un par de retoques lo habría sido. Con esto no digo que Pixar no sea consciente de que su película podría haber sido aún mejor. Lo que ocurre es que esto no deja de ser un producto para todos los públicos, y eso es una carga de la que no se puede desprender.

De este modo, la película tiene que intentar conciliar su dramática y realista historia (sin lugar a dudas, lo mejor de todo) con las bromas y el tono infantil; todo eso de los perrillos que hablan, cocinan y hasta pilotan, o que el protagonista, de 78 años, que a duras penas puede moverse o levantarse, sea capaz en otros momentos de dar brincos o comportarse como un héroe de acción, empeora el conjunto, lo hace más simplón, pero se entiende y se respeta, por supuesto, los niños tienen pocas oportunidades de ver una película buena de verdad, que no los trate como subnormales. La lástima es que a los adultos nos han privado de una completa obra maestra.

Dicen, los estirados topillos que hablan de cine como si fueran matemáticas, que el público no tiene ni idea, que las películas taquilleras no tienen calidad, que las de verdad, las buenas, responden a otros criterios y que sólo son identificables por otro grupo de espectadores, más exquisito, el de los críticos y analistas y teóricos (ay, qué risa) del cine. Bueno pues, otra vez más, se demuestra con ‘Up’ que el público responde ante verdaderos estímulos, que sabe, que sólo necesita que en la cartelera haya una propuesta auténtica, inteligente, realizada con cariño y buen gusto, que merezca el pago de la entrada; ahí están las cifras.

‘Up’ es una película que recupera la ilusión por el cine, que respeta, emociona y entretiene al público, y que es capaz de devolverlo a su infancia, con magia y espectáculo, para sorprender de principio a fin.

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