Cine en el salón: 'Reservoir Dogs', arrancar en lo más alto

El estreno mañana de 'Los odiosos ocho' ('The Hateful Eight', Quentin Tarantino, 2015) servirá para hacer el primer tachón mental en la lista de los no demasiados filmes a los que este 2016 les tengo ganas. Una lista que hasta febrero permanecerá imperturbable y que, a razón de uno o dos títulos al mes como mucho, parece querer apuntar a que este 2016 no va a ser un año cargado de producciones a las que seguirle la pista.

Sea como fuere, lo que a nosotros nos interesa hoy es echar la vista atrás y fijar nuestra atención en el filme que sirvió a Quentin Tarantino como piedra fundacional de una filmografía que servidor tildaría de superlativa si no fuera por dos excepciones, las que conforman 'Jackie Brown' (id, 1997) y la segunda entrega de la historia de venganza protagonizada por Uma Thurman. Dejando de lado esas dos, y aceptando que 'Death Proof' (id, 2007) es una gamberrada de aupa, lo que nos queda es un grupo formado por cinco cintas que, honestamente, no sabría cómo empezar a ordenar.

Para empezar, los diálogos

Dependiendo del momento, apuntaría a cualquiera de esa increíble mano como aquella que está más arriba, dependiendo la elección de una u otra del reciente visionado de la misma. Y como quiera que 'Reservoir Dogs' (id, 1992) ha sido la elegida para acercarnos hoy a la filmografía del controvertido cineasta, es precisamente este asombroso prodigio narrativo que es la historia de un malogrado atraco el que, ahora mismo, señalaría como la Obra Maestra de Tarantino y aquella que, títulos aparte, sirvió al director para prefigurar buena parte de un estilo que, ante todo, nunca ha entendido de modas ni de tendencias en el Hollywood actual.

Tarantino siempre ha hecho cine primero para él y, con el tiempo, para la legión de seguidores que sabe que aceptaremos con agrado cualquier idea loca surgida de esa verborrea cinematográfica que ya aquí, en los asombrosos diálogos que cruzan todos los personajes sin excepción durante cada minuto de los 99 que conforman el metraje, es de una calidad asombrosa. Una calidad que siempre ha hecho gala de cualidades que van desde una extrema elocuencia, a agilidad suma que no da descanso al espectador pasando por supuesto por ese talante cínico que lo tiene a uno siempre atento a las constantes puyas que se espetan los personajes.

Unos dardos envenenados que se aprecian desde el arranque en la cafetería —da igual cuántas veces lo veas, siempre se encuentran nuevos motivos para disfrutar aún más de la lucidez sobre el 'Like a Virgin' de Madonna— y que van encontrando a lo largo de la acción constantes muestras a cada cual más espectacular. Son incontables, sí, pero si me tuviera que quedar con una secuencia en concreto de todo el filme en la que las frases puestas en boca de uno de los personajes sirve además para dar pie a la vertiente visual a tocar techo, esa sería la de la anécdota que el Sr. Naranja se prepara a conciencia para evitar que los demás miembros de la banda descubran "el pastel".

Para continuar, la narración

Toda vez se ha revelado quién es realmente el personaje, la cinta se detiene de nuevo en su vertiginoso avanzar —ya lo ha hecho con anterioridad dos veces para apuntar ciertos matices sobre el Sr. Blanco y el Sr. Rubio— y nos regala casi diez minutos que son Tarantino puro y duro y CINE con mayúsculas: de una cafetería en la que el Sr. Naranja se sienta con un compañero, la acción pasa sin que casi lo percibamos a la azotea de un edificio, al interior del apartamento del citado personaje, a una localización exterior, a un local de alterne y a la visualización de la anécdota para, finalmente volver a la cafetería inicial.

Supongo que los que hayáis visto la cinta —y si eres de los que no lo ha hecho...'shame on you!!!'— colegiréis conmigo en que lo que Tarantino pone en juego en ese tramo de metraje no es, a falta de más rebuscados epítetos, normal: la naturalidad al ir trasladando la escena de un sitio a otro, lo imperceptible de los cambios de uno a otro escenario, la precisión en la colocación de un objetivo que siempre está allí donde se requiere y nunca fuera de lugar, la composición de cada plano que de ella se deriva...TODO durante esos diez magistrales minutos corona, como decía, una producción que antes y después nos ha ofrecido y nos ofrecerá iconos visuales indiscutibles de la historia del medio.

Entre ellos, qué duda cabe, los muy imitados créditos iniciales a cámara lenta con el 'Little Green Bag' de George Baker y esa presentación de personajes que exuda "molonería" por los cuatro costados de cada fotograma; la escena que sigue a ésta con el Sr. Naranja gritando como un cerdo en un matadero mientras se desangra en los asientos traseros de un coche conducido por el Sr. Blanco; otra de antología, aquella en la que el Sr. Rubio corta cierto apéndice a un policía al ritmo del 'Stuck in the Middle With You' o, qué duda cabe, el doble tiroteo que cierra la acción.

'Reservoir Dogs', y los actores, claro, los actores

Cerrando el cupo de acceso a la grandeza que trufa la cinta de principio a fin, los ocho intérpretes elegidos para encarnar a los diversos miembros del grupo no podían haber sido mejor seleccionados. Y como no es cuestión de ir citando uno a uno, aunque todos lo merecerían, apuntaré aquí al excelso trabajo que llevan a cabo Harvey Keitel, Tim Roth y Michael Madsen, actores sobre cuyos personajes orbita no poca atención por parte del libreto y que, a cada aparición que tienen, consiguen la inmediata complicidad del espectador.

Keitel en ese veterano al que el robo que sirve de pretexto al film pone entre la espada y la pared; Roth con la autenticidad que aporta a su desangrado a lo largo del metraje y Madsen, impasible e imperturbable en la piel del psicópata de turno —en la escena de la tortura llega a dar auténtico miedo— encabezan, como digo, un plantel asombroso que beneficia sobremanera a la impresión última que cualquiera que se siente a contemplar esta obra clave del séptimo arte se llevará irremisiblemente.

Comentaba al principio, y reafirmo aquí, que tras haber sido la última que he revisado, ahora mismo colocaría a 'Reservoir Dogs' como la mejor cinta de Quentin Tarantino. El deseo, el mismo que con el que siempre acudo a una nueva propuesta por parte del cineasta, es que tras las casi tres horas de duración a las que tendremos acceso mañana en los cines, el director consiga, de nuevo, alterar la escala de valores sobre su trayectoria y colocar a 'Los odiosos ocho' como líder indiscutible del podio. Lo veo complicado, pero no imposible. La resolución, en unos días por estas mismas líneas.

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