'Morgan', dilema tecnológico al borde del desastre

Hace apenas unos días se estrenaba ‘Tarde para la ira’, la excelente película con la que Raúl Arévalo volvía a dar un ejemplo de que era posible debutar como director con un gran trabajo. Sería maravilloso que eso mismo sucediera con todas las óperas primas, pero lo cierto es que es bastante más habitual que suceda lo contrario o que, como mucho, nos encontremos con propuestas interesantes en las que se nota mucho la poca experiencia de quien está tras las cámaras.

Este próximo viernes es el turno de ‘Morgan’, el primer largometraje de Luke Scott. Además, su apellido no es una simple coincidencia, ya que se trata del hijo del responsable r de cintas como ‘Alien’, ‘Blade Runner’ o ‘Exodus: Dioses y reyes’, en la que Luke ejerció como director de segunda unidad. Para su debut ha apostado por un relato de ciencia-ficción y tecnología bastante atractivo sobre el papel, pero que falla con estrépito en la mayor parte de lo que se propone.

Cine sin alma

Lo cierto es que 8 millones de dólares es un presupuesto bastante ajustado en Hollywood, pero a la contención de gastos ayuda mucho más el hecho de que el libreto de Seth W. Owen opte de forma decidida por los espacios cerrados, ya que justamente todo gira alrededor de si resulta conveniente o no dejar salir a Morgan al exterior. En otros casos eso podría ayudar a resaltar lo barata que es la película, pero Scott cuenta con un esmerado diseño de producción para que todo luzca bastante bien.

Además, Scott ha tenido a su disposición un reparto bastante llamativo, aunque yo he de confesar que mi gran interés residía en saber si el estupendo trabajo de Anya Taylor-Joy en ‘La bruja’ (‘The Witch’) fue flor de un día o si podía esperar grandes cosas de ella en el futuro. Sigo con la misma duda después de ver ‘Morgan’, ya que la propia naturaleza de su personaje -un humano artificial- la obliga a una actuación más mecánica.

De hecho, el propio guion de Owen limita tanto a su personaje que simplemente nunca llega a impactarnos emocionalmente cuando su principal particularidad es precisamente esa. Diría que por ahí empieza a fallar ‘Morgan’, pero lo cierto es que los problemas llegan mucho antes´, teniendo su origen en el libreto y en la incapacidad mostrada por Scott para compensar esas deficiencias con el resto de elementos.

Por lo pronto, ‘Morgan’ fracasa de forma estrepitosa en la creación de un misterio, tanto en lo referente a la trama principal como en la sorpresa que oculta tan mal que uno se ve venir al de apenas unos minutos de metraje. Además, lo condiciona todo tanto a esa gran revelación que descuida tanto su núcleo emocional como al resto de personajes, por no mencionar un dilema que plantea y ejecuta muy mal.

Una de las claves es que todos ellos han convivido tanto con Morgan que se ha convertido en una más de ellas, llegando a excusar cosas que uno simplemente no pasaría por alto ni en el mejor de los amigos. Esa conexión habría reforzado tanto la evolución del relato como a la protagonista, pero a la hora de la verdad es algo que simplemente se expone y que el espectador ha de aceptar sin más que la historia siga avanzando.

’Morgan’, cuesta abajo y sin frenos

Lo más curioso de ello es que esto no es producto de un ritmo más o menos acelerado que quiere llegar cuando antes al tramo final, que era justamente lo que sucedía con la deficiente nueva versión de ‘Ben-Hur’, sino que parece que simplemente se esté dejando llevar y no quiera entrar realmente a tratar ninguno de los dilemas que plantea. Esto afecta a todo el reparto -especialmente sangrante en el caso de Jennifer Jason Leigh- y va minando la credibilidad de ‘Morgan’ hasta acabar con ella.

Justo es reconocer que Scott sí consigue dotar a ‘Morgan’ de cierta elegancia visual gracias al buen acabado técnico de la misma, pero también que acabe incidiendo en otro de sus principales problemas: todo resulta demasiado genérico, incluso esas virtudes que señalo. Solamente algunos chispazos de emoción por parte de ciertos actores -aquí pienso únicamente en Paul Giamatti, Rose Leslie y Taylor-Joy- evitan que caiga de lleno en eso, pero no se queda muy lejos.

Además, el propio conflicto que plantea se viene un poco abajo una vez que se ha visto la película, dando la sensación de que hemos visto un dilema que tanto tenía demasiado sentido, por no mencionar de lo mal que funciona el enfoque que se da al personaje de Kate Mara. Esa frialdad, comprensible daba su misión, sólo sirve para que los problemas que van surgiendo se acrecienten aún más y llegue un punto en el que uno simplemente desconecta.

No me olvido tampoco del brusco -aunque inevitable- cambio de tono de su tramo final que hace que todo derive en un interminable enfrentamiento a cuyo desenlace uno llega ya hastiado de la situación. Aquí había material para hacer una propuesta muy interesante y que fuera a su manera la ‘Ex Machina’ de este año, pero luego es en el mejor de los casos una decepción -me cuesta concebir la idea de que pueda fascinar a alguien- y en el peor una pérdida de tiempo.

En definitiva, ‘Morgan’ es una película bastante floja, y en parte lo es por la inexperiencia de Luke Scott. Sin embargo, sí se percibe cierta solvencia para la puesta en escena, por lo que no descarto que con el tiempo pueda sorprendernos con algo que realmente merezca la pena. Por desgracia, no es el caso que nos ocupa, ya que acaba siendo un dilema tecnológico de tercera con un barniz de suspense de calidad aún inferior. Prescindible.

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