‘El sastre de la mafia’: Un deslumbrante Mark Rylance conduce una sucinta pieza de cámara con sabor a Hitchcock y cine negro de los 40

El sastre de la mafia’ de estreno el 20 de mayo, es la primera película del director Graham Moore, más conocido por ganar un Oscar por escribir ‘The Imitation Game’ (2014), aquí escribiendo también junto al coguionista Johnathan McClain, que actúa asimismo como productor ejecutivo, un texto muy clásico e inusual ideal para que el elenco de superestrellas británicas Mark Rylance y Simon Russell Beale desplieguen un talento que a veces se echa en falta en películas mucho más grandes.

Esta película, con menos autoimportancia que el proyecto de prestigio de Moore, resulta mucho más estimulante y contenida, recordando a los grandes clásicos del cine criminal de los años 30 y 40, piezas que tejen historias in media res, usando una economía narrativa ejemplar para recordar que una buena historia no necesita de grandes exteriores ni espectáculo sino confianza en el espectador y textos bien escritos e interpretados.

En ‘El sastre de la mafia’ conocemos a Leonard (Mark Rylance), sastre (cortador, según él) de Savile Row que se ha mudado a Chicago, un hombre educado y de voz calmada del Reino Unido. Que debe lidiar con un grupo de toscos rufianes estadounidenses mediados de la década de 1950. Su tienda atiende a tipos de los bajos fondos, ofreciendo una cuidadosa confección de trajes al público, pero también albergando el paso de gánsteres entrando y saliendo a diario.

Clasicismo retro sin efectismos

Leonard permite que los clientes también usen la tienda como buzón, enviando y recibiendo mensajes de The Outfit, un sindicato del crimen que se ha interesado en la pandilla local de Chicago. El líder de la familia, Roy (Simon Russell Beale) no molesta a Leonard y Leonard mira hacia otro lado ante cualquier chivatazo que pueda escuchar en la tienda. Su asistente Mable (Zoey Deutch), tiene algunos contactos con el hijo de Roy, Richie (Dylan O'Brien), que no gustan al dueño de la tienda, que ha alcanzado una relación paternal con su ayudante.

Una noche Richie aparece en la tienda fuera de horario ayudado por Francis (Johnny Flynn), después de que una escaramuza con una pandilla rival comenzando una trama que compromete al dueño, quien debe ingeniárselas para evitar que los asuntos del hampa le comprometan en una noche interminable. Una premisa simple, muy efectiva, que recuerda al cine clásico criminal como ‘Cayo Largo’ (Key Largo, 1948) o thrillers de Hitchcock como ‘La Soga’ (Rope, 1948).

Rylance es la gran atracción de ‘El sastre de la mafia’, creando un personaje con capas inesperadas de voz suave y tranquilidad afable, pero que cuando, de repente, se ríe, desconcierta absolutamente. En uno de los mejores diálogos de la película, menciona a uno de los mafiosos que estuvo “en la guerra”. "¿A tu edad?" le responde, mientras Leonard concentra un montón de vida y secretos en su escueta respuesta: "La otra guerra", que es emitida en la forma en que solo los grandes actores pueden, transmitiendo tanta tristeza como sabiduría y respeto.

El arte del cine en un solo espacio

Ambientada en una sola noche invernal en Chicago, toda la película transcurre en la sastrería de Leonard, un lugar pequeño pero elegante incluso con sus paredes de color marrón iluminadas tenuemente. Todas las dificultades y reservas que puede ofrecer una historia limitada a un solo escenario, se desvanecen en una historia convincente y tensa en la que lo que ocurre al otro lado de la puerta juega a favor de la claustrofobia y la situación al límite cada vez más peligrosa para el protagonista.

La fotografía de Dick Pope exprime las posibilidades del espacio, con una luz pesada en donde apenas resalta algún traje particularmente chillón y juega a favor de la elegancia narrativa de una historia llena de giros inteligentes y vibrantes que se colorean con un interesante paralelismo entre el plan de Leonard y su maestría en el patronaje y corte de trajes, elevando la artesanía del oficio a un terreno en el que solo son capaces de entrar los grandes personajes.

El guion de ‘El sastre de la mafia’ podría dar para una obra de teatro bastante buena para futuras representaciones atemporales, pero sería difícil para cualquier actor seguir los pasos de Rylance, lo que sí que deja claro es que el cine hecho en la pandemia necesitaba menos películas de terror hechas en zoom, diarios de cuarentena o videovitácoras con dos personajes mirando por la ventana y más obras capaces de crear cine con limitaciones, al estilo de la serie B noir y los suspenses sin necesidad de travellings del cine más clásico y austero.

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