'The Boys' es la sátira anti-superhéroes más salvaje y actual de la televisión

El anuncio de una adaptación del cómic de 'The Boys', la diatriba de Garth Ennis y Darrick Robertson contra la mitología superheroica, exigía tomarse el proyecto con cierta precaución. Para empezar, tras ella estaban Evan Goldberg y Seth Rogen -a quienes ahora se sumaba Eric Kripke (creador de 'Supernatural')-, y el trabajo que habían hecho en 'Preacher', si bien se sostenía por sí mismo como una decente road movie con ocasionales momentos de brillantez, palidecía en comparación con el cómic original, también escrito por Ennis.

Por otra parte, una adaptación literal generaba una serie de dudas razonables. ¿Sería capaz Amazon de mantener el corrosivo nivel de violencia visual y conceptual del cómic, o moderaría los potenciómetros de lo grotesco y lo incorrecto? La respuesta es la mejor de las posibles: aunque en términos absolutos el cómic es algo más brutal, la serie de Amazon no solo es avasalladora en términos de violencia gráfica, sino que se las ha arreglado para ser mucho más ácida y salvaje en términos conceptuales.

Eso se debe a que cuando apareció el cómic original, entre 2006 y 2012, no vivíamos la colonización total del entretenimiento popular a manos de los superhéroes que vivimos en la actualidad. Y no solo eso: por entonces, el género apuntaba a un futuro como el actual, pero aún no era el brazo beligerante y altamente rentable de las megacorporaciones del ocio. Lo que hace perfectamente la versión Amazon de 'The Boys' es actualizar el mensaje original.

La idea del cómic de Ennis era la de los superhéroes como productos que bajo una falsa capa de bondad esconden un ideario corrupto, como corresponde a cualquier criatura con poderes ilimitados y sin claroscuros morales. Es decir, una visión de los superhéroes en sintonía con clásicos de la deconstrucción superheroica como 'Watchmen' o el 'Dark Knight' de Frank Miller. La serie, en cambio, pone el acento en la corporación siniestra que hay detrás, Vought, que tras una panoplia de productos de entretenimiento (películas, reality shows, eventos, patrocinios) acecha una moral capitalista absolutamente inhumana.

'The Boys': Filosofía punk para tiempos globalizados

La sátira es obvia y se factura de la única forma posible: bajo la filosofía punk que permite que el producto se produzca bajo los auspicios de Amazon, otra corporación multimedia cuyos tentáculos nada tienen que envidiar a los de Vought. Esa filosofía anti-todo (recordemos que 'The Boys' nace del odio visceral que Ennis siente hacia los superhéroes) legitima una feroz sátira contra los superhéroes en el contexto de una producción con estupendos efectos y diseño de superproducción superheroico. 'The Boys' pisa el acelerador y escupe en todas direcciones, un poco al pedrestre estilo de la serie original, y si se estrellan, parecen pensar, ya recogeremos los pedazos.

'The Boys' cuenta la historia de Hughie (Jack Quaid), un joven que pierde a su novia en un accidente ocasionado por un superhéroe irresponsable, y entra en contacto con un grupo de renegados, The Boys, que quieren destapar la inmoralidad que se esconde tras el aparentemente beatífico grupo de superhéroes Los Siete. El equipo está comandado por Butcher (Karl Urban), un ex-agente de la CIA que quiere llevar a cabo una venganza personal contra el más poderoso y respetado de los héroes, Patriota (Antony Starr)

Entre los acertados cambios de la serie no solo está el mayor acento en los tejemanejes de la corporación (el cambio de uno de sus cabecillas, ahora una mujer despiadada fantásticamente encarnada por Elizabeth Shue, es acertadísimo y da unas vibraciones inquietantemente humanas a la empresa). También Patriota sufre un cambio hacia una bienvenida tridimensionalidad, alejándose de la caricatura de Superman original y convirtiéndose en un villano más complejo e inquietante, cercano al fanatismo evangélico y la revelación crística.

Es algo que sucede con todos los personajes. Quizás el cambio más tópico sea el de Butcher, que adquiere el pathos de un héroe vengador de un directo al vídeo de los ochenta, y quizás el menos interesante el de La Mujer, que recibe un trasfondo biográfico no demasiado trabajado, coincidiendo con una leve bajada de interés en un par de capítulos centrales. Pero Hughie y Starlight, uno de los personajes más complejos de la serie, mejoran a sus precedentes. El primero evoluciona de forma más coherente y humana, menos manipulada por Butcher que en el cómic.

Y Starlight (Erin Moriarty) es, junto al bilioso retrato de Patriota, el gran personaje de 'The Boys'. Convencida de su función como superheroína, entra en Los Siete para encontrarse con un nido de indeseables que la someten y denigran, lo que permite arrancar una subtrama que, sin moralina, resulta especialmente pertinente en tiempos del #metoo y que dota de una nueva capa de significado al papel de las mujeres en los universos superheroicos.

'The Boys' tiene las limitaciones propias del medio: no puede (posiblemente tampoco quiere) entrar en las avalanchas de caricatura y ultraviolencia del original, pero eso no le hace perder fuelle ni potencia crítica. Simplemente ha sustituido el exabrupto por la venenosa sátira anticapitalista desde dentro del sistema. Nuevos tiempos para el punk.

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