'Godzilla' vs. 'Godzilla: Rey de los monstruos': comparamos las notables diferencias entre las dos películas del MonsterVerse

Entre la notable película de Gareth Edwards de 2014 y la que llega ahora a las pantallas, 'Godzilla: Rey de los monstruos', dirigida por Michael Dougherty existen muchas diferencias, y no solo las que saltan a la vista. Puede que te guste más la primera película que abría el MonsterVerse teñida de anaranjado fuego. Puede que prefieras la nueva apuesta de tonos helados. Tal vez seas más fan de Cranston que de Chandler. Quizás un monstruo se vea más que otro. ¿Con cuál te quedas?

Dos lagartos para dominarlos a todos

Durante la producción de la nueva película protagonizada (es un decir) por el lagarto más famoso del cine se esperaban cambios de todo tipo respecto a la película anterior. Un cambio que afectaba a las intenciones, al tono y a la criatura. 

A pesar de que 'Godzilla' había resucitado el interés del público mundial por las catástrofes provocadas por las peleas de monstruos gigantes a través de melancolía, romanticismo y los nuevos miedos que aterran a la humanidad, más probables e imprevisibles que una fuga nuclear, los directivos de la compañía que mejor ha demostrado no saber manejar el blockbuster decidieron dar un volantazo. 

Las expectativas respecto a los cambios en la criatura no eran demasiado importantes, tal vez algún recado y rasguños tras su encuentro con los MUTOs, pero el cambio ha sido algo más grande. En general, han sido muchos y muy llamativos. Pero empecemos por...

El principio

Los créditos de la primera película son un tesoro narrativo. Acompañados por una partitura que evoca a un pasado diferente, la secuencia era una perfecta explicación de los acontecimientos que nos iban a llevar a las Filipinas de hace veinte años.

En la segunda parte no tenemos nada de eso, puesto que se decide arrancar con una secuencia de las consecuencias. Al igual que el inicio de 'Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia', asistiremos a un punto de vista mucho más bajito de lo que pasó hace cinco años. Dirán por tanto que no pueden compararse, pero no es cierto: sí pueden. En la película de Zack Snyder, funcionaba. En el punto de partida sale claramente vencedora la primera película. 

Música reptiliana

Alexandre Desplat es uno de los compositores más delicados de la actualidad. Su trabajo en la primera película del monstruo japonés era uno acorde a sus intenciones y costumbres, y decidió que tal vez debía distanciarse de la colosal agresividad del original. Para llegar a la construcción de un tema principal muy alejado del original, Desplat decide arrimarse más a Bernard Herrmann que a Akira Ifukube.

A la hora de poner música a la nueva aventura monstruosa, el elegido ha sido Bear McCreary, un tipo puede que algo menos sutil, pero que ha sabid potenciar desde la banda sonora lo que no han sabido manejar en imágenes. Recuperando y aumentando la fuerza del tema original, es un claro ganador. Que los Oscar de Alexandre Desplat no te impidan ver el bosque, la música principal, el tema por antonomasia, solo lo encontrarás en la nueva película. Bear McCreary empata la contienda. Eso sí, la ridícula versión del tema de Blue Öyster Cult casi me cuesta la vida.

Los personajes pequeñitos

Ay, el ser humano. Simples mortales, nada más que motas de polvo entre los dedos de las extremidades inferiores de los dioses. Que sí, que el escaso poso que dejaban los personajes de la película de 2014 era un lastre para la película, pero colegas, no deberíais sufrir las andanzas del grupo de peleles que deambulan por la secuela.

Duele ver a Sally Hawkins poniendo caras de "lo tenía por contrato" esperando que pasen sus escenas. Molesta tener a la futura estrella Millie Bobby Brown poniendo las dos o tres caras que sabe poner para mostrar emociones. Pero lo más horrible es el brochazo con el que perfilan sin vergüenza alguna el terrorismo materno y el ecológico. Esta batalla la gana el primer Godzilla.

Los personajes grandes

Se está poniendo de moda la peligrosa creencia de que un guión no importa cuando estás ante una peli de monstruos. Que no necesitan recitar 'Hamlet' si ofrecen una buena ensalada destructiva. Y lo cierto es que no es así. Un guión no son únicamente los diálogos que recitan los personajes.

Un guión es mucho más. De hecho, un guión lo es todo. Por eso mismo la película de Gareth Edwards, escrita por Max Borenstein, Dave Callaham y las ayudas no acreditadas de David S. Goyer y Frank Darabont se molestaba, al menos, en tener un mínimo de componente emocional. Pero aquí estamos hablando de monstruos, que es lo importante. 

En la película de 2014 apenas teníamos a nuestro lagarto favorito y un par de MUTOs (Massive Unidentified Terrestrial Organism) que le complicaban bastante la tarde al antihéroe nuclear. Si nos ceñimos al número de bichos, es bastante obvio que tiene que vencer la nueva película

Luces y sombras

Con la pelea empatada llega el momento de decantarse por uno o por otro monstruo, y lo decidiremos por lo primero y más llamativo que ofrece una película: el poderío visual.

La película de Gareth Edwards contó con una fotografía de Seamus McGarvey, mientras que Lawrence Sher toma las riendas de la nueva aventura catastrófica. Y hay que reconocer que la candidez de la primera no ha sabido bañar con su luz una nueva entrega más parecida a una fiesta en Ibiza que al siguiente paso tras 'Godzilla' y 'Kong: La Isla Calavera'. Mucho me temo que a nivel fotográfico no puede estar más alejada y resultar menos atractiva. Juego, set y partido para 'Godzilla'.

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