'Godzilla: Rey de los monstruos': sobredosis de destrucción que lo apuesta todo al espectáculo de sus monstruos

'Godzilla: Rey de los monstruos': sobredosis de destrucción que lo apuesta todo al espectáculo de sus monstruos

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'Godzilla: Rey de los monstruos': sobredosis de destrucción que lo apuesta todo al espectáculo de sus monstruos

‘Godzilla: Rey de los monstruos’ llega este viernes a los cines españoles con tres semanas de retraso respecto a su estreno en Estados Unidos. Allí no ha funcionado tan bien en taquilla como se esperaba de ella, dejando en duda la continuidad del Monsterverse con el que Warner pretendía emular una vez más a Marvel.

La película parece una respuesta directa a aquellos que se quejaron de que el monstruo no aparecía lo suficiente en ‘Godzilla’, una notable superproducción que se centraba más en ver los efectos que provocaba el resurgir de la bestia en la población que en su lado más devastador. Aquí eso cambia y se apuesta por una sobredosis de destrucción que arrasa con todo a su paso. El resultado es inferior a su predecesora -y también a ‘Kong: La isla calavera’- pero como pasatiempo también tiene su lado positivo.

Un enfoque claro

Godzilla

Michael Dougherty da el salto a la primera línea de Hollywood con ‘Godzilla: Rey de los monstruos’ tras las muy estimables comedias de terror ‘Truco o trato’ y ‘Krampus: Maldita navidad’, por lo que uno podría esperar de su elección que el humor tuviera una presencia importante en el relato. Podéis ir olvidándoos de eso más allá de alguna puya aislada entre personajes secundarios.

Aquí prima un tono dramático, marcado desde el inicio por el potente prólogo que marca las motivaciones de la familia protagonista. A partir de ahí la película da un pequeño paso atrás en términos de intensidad para luego ir creciendo sin control hasta que todo se convierte en casi un videojuego con criaturas gigantes dándose de leches y destrozando todo a su paso.

Ghidorah

Esa faceta destructiva es lo más estimulante de la película, ya que es cierto que se tiende a una ambientación visual más oscura, probablemente para no tener que realizar una inversión aún más gigantesca en efectos visuales -se estima que ha costado la friolera de 170 millones de dólares- sin que eso suponga renunciar a la avalancha de monstruos sembrando el caos. Aquí pesa más la cantidad que los esfuerzos porque cada una de esas escenas luzcan de la forma más vigorosa posible -se echa en falta la exquisita planificación visual de Gareth Edwards para algunas escenas de 'Godzilla'-.

Luego a la hora de la verdad son muy pocas las que tienen una relevancia real en el devenir de los acontecimientos, pero aporta cierta variedad para que uno no se canse de ver a los mismos monstruos enfrentándose una y otra vez hasta que todo se zanja de forma definitiva. Además, todas son impresionantes visualmente y abordando la película desde una perspectiva más sencilla es fácil dejarse llevar por el derroche de efectos visuales.

Unas limitaciones aún más claras

Humanos

El problema lo encontramos con los personajes humanos, pues es cierto que ‘Godzilla’ adolecía de unos protagonistas sin la entidad suficiente para liderar el relato a partir de la desaparición de cierto personaje, pero a cambio ofrecía una visión global más estimulante del drama humano. Aquí la humanidad en sí misma es algo inconcreto que en la que solamente se hace hincapié para ver cómo se intenta rescatar a un grupo de anónimos o para incidir en el drama de algunos de los personajes principales.

Una decisión que en sí misma no es negativa, pero que ayuda a dejar más al descubierto las limitaciones del guion firmado por Dougherty y Zach Shields. Algo me dice que no gozaron de la libertad adecuada para explorar la historia, ya que cuesta asumir que de su mente salgan diálogos tan planos, como si fueran fruto de la plantilla resultante del acuerdo de un comité. Eso daña la película, pero no de forma irreparable.

Lo que sí provoca de forma innegable es una inestabilidad dramática, bajando el interés cuando la historia tiene que centrarse de forma inevitable en ellos y además restando empaque a las grandes catarsis emocionales de la película. Momentos con una fuerza innegable que no consiguen el impacto deseado por todo el lastre que la película había ido acumulando con anterioridad.

En definitiva, ‘Godzilla: Rey de los monstruos’ funciona como entretenimiento al que no pedirle más que ver a monstruos arrasando con todo. El resto no pasa de prescindible en el mejor de los casos, pero hay tantísimo momento de combate entre criaturas o sembrando el caos que personalmente sí me ha merecido la pena.

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