Cómic en cine: 'Thor', de Kenneth Branagh

Seis días son los que hoy nos separan del que sin duda es uno de los dos ESTRENOS del año. Seis días que se van a hacer más eternos que todo lo transcurrido hasta ahora para poder dar cuenta el próximo jueves de lo que Joss Whedon haya sabido poner de nuevo en juego en 'Vengadores: la era de Ultrón' ('Avengers: Age of Ultron', 2015), cinta con la que Marvel dará (casi) fin a la segunda fase de su Universo Cinematográfico y que servirá para sentar las bases de una tercera que va a dar mucho que hablar.

Aprovechando pues la coyuntura que nos otorga el estreno del filme, nos disponemos a partir de hoy y durante los próximos cinco días —menos el domingo, que hay que descansar— a hacer un repaso de los cinco títulos que aún quedaban por cubrir en este especial de Cómic en cine de lo que el recorrido de Marvel ha venido ofreciéndonos desde que en 2008 comenzara la andadura definitiva de su aventura en la gran pantalla con la espléndida 'Iron Man' (id, Jon Favreau).

Y por si alguno no quiere molestarse en buscar dónde han ido a parar el resto de filmes que han servido a La Casa de las Ideas para construir un universo en imagen real tanto o más cohesivo que su equivalente en viñetas, aquí tenéis, en orden, los enlaces de los otros cinco títulos que ya han sido cubiertos en estas líneas: 'Iron Man', 'El Increíble Hulk' ('The Incredible Hulk', Louis Leterrier, 2008), 'Iron Man 2' (id, Jon Favreau, 2010), 'Capitán América: El primer vengador' ('Captain America: The First Avenger', Joe Johnston, 2011) y 'Iron Man 3' (id, Shane Black, 2013).

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'Thor', el cómic

¿Cómo haces a alguien más fuerte que la persona más fuerte? Finalmente se me ocurrió: no lo hagas humano, hazlo un dios. Observé que los lectores ya estaban bastante familiarizados con los dioses griegos y romanos y que podía ser divertido adentrarnos en las viejas leyendas nórdicas...además, me imaginaba a los dioses nórdicos como los vikingos de antaño, con largas barbas flotando al viento, cascos con cuernos y martillos de batalla... 'Journey Into Mystery' necesitaba un empujoncito, y elegí a Thor para encabezar el cómic. (Stan Lee)

Salido, como tantos y tantos otros, de la fértil imaginación de Stan Lee y la portentosa pluma de Jack Kirby, la primera aparición de Thor en las páginas del número 83 de la mítica 'Journey Into Mystery' es de esas que se cuentan como legendarias en la historia del noveno arte. Personaje fundamental en el desarrollo del Universo Marvel, el protagonismo del dios del trueno nórdico escondido bajo la frágil apariencia humana del doctor Donald Blake cobraría aún más relevancia cuando, un año después de su nacimiento, se viera involucrado en el alumbramiento de Los Vengadores.

A partir de ahí, y durante sus veinte primeros años de existencia, la colección pasaría de las hábiles manos del tándem creativo más grande de la historia del cómic estadounidense —que se mantuvo en ella hasta 1970— a las no menos efectivas de nombres como los de Neal Adams, John Buscema o Keith Pollard en el dibujo o de Gerry Conway, Len Wein o Roy Thomas en los guiones. Pero ninguno de ellos podría compararse al artista que cambiaría por completo la historia del personaje a principios de los ochenta.

Considerándosele todavía hoy uno de los tres nombres que más han influido en la trayectoria del personaje, la llegada de Walter Simonson a la cabecera allá por 1983 potenciaría sobremanera la componente mitológica de Thor sobre cualquier otra apreciación, y los tres años que se mantuvo al frente de la colección —y que vieron el nacimiento, por ejemplo, de ese sustituto de Thor que fue Bill Rayos Beta— se tienen como uno de los modelos a seguir cuando del dios nórdico se habla.

El eventual abandono de Simonson abriría una larga brecha en el personaje que duraría casi veinte años en los que, movido a su antojo por las políticas de la editorial, rara vez encontraría un equipo creativo que supiera lo que se traía entre manos, ya estemos hablando de lo que se hizo con él —y con el resto de Los Vengadores— en ese absurdo proyecto que fue el 'Heroes Reborn', ya en lo que llegaría después de mano de Dans Jurgens y otros artistas que no supieron captar la esencia épica de Thor.

Así, no será hasta 2007 que, por intercesión de lo que J.Michael Strazcynski logró poner en juego —o más bien lo que le dejaron poner en juego, dada la prematura cancelación de su impresionante trabajo en la cabecera—, Thor comenzará un progresivo ascenso a lo más alto del Universo Marvel que continuará en manos de Matt Fraction y llegará a alcanzar cotas magistrales en el reciente trabajo de Jason Aaron y Esad Ribic o la reinvención que el citado guionista y el dibujante Russell Dauterman han llevado a cabo con el cambio de sexo del dios del trueno.

De Sam Raimi a Kenneth Branagh

Después de rodar ese simpático cuarto título de su carrera que fue 'Darkman' (id, 1990), Sam Raimi comenzó a interesarse por llevar a la gran pantalla el personaje de Thor, llegando incluso a redactar una aproximación al proyecto junto a Stan Lee que, lamentablemente, la Fox no supo entender. La iniciativa de poner en pie una cinta protagonizada por el hijo de Odín quedaría abandonada hasta la rápida expansión que Marvel comenzó a vivir a finales de los noventa, sobre todo después del estreno de la primera entrega de la franquicia mutante.

A raíz del éxito del filme dirigido por Brian Singer, la idea de retomar el proyecto centrado en Thor pasó primero por convertirla en una serie de televisión que habría estado protagonizada por Tyler Mane y, después, por trasladarla a la gran pantalla. A este respecto entrarían en liza nombres como los de Sony Pictures, que compró los derechos en 2004, y David S. Goyer, ligado inicialmente como director y guionista y que, afortunadamente, se terminaría desentendiendo de la producción.

Es entonces cuando aparece Mark Protosevich, un fanático declarado del personaje que comenzaría la escritura del guión del potencial filme a principios de 2006, moviéndose casi al mismo tiempo la cinta de Sony a Paramount y anunciándose que, finalmente, 'Thor' sería una producción de Marvel Studios. Y si bien el rumbo de la cinta estaba más o menos definido en la idea inicial de Protosevich —"(...)es la historia de un dios del Antiguo Testamento que se convierte en uno del Nuevo", llegaría a afirmar el escritor— aún faltaba un director que manejara el barco.

Y aquí, como siempre suele suceder en proyectos de esta envergadura económica, tres fueron los nombres que entraron y salieron del filme antes de que Kenneth Branagh se hiciera con las riendas del mismo. El primero en cuestión, un Matthew Vaughn que reescribió el guión de Protosevich para bajar el presupuesto de los 300 millones (sic) que habría supuesto siguiendo las directrices de dicho libreto a los 150 con los que finalmente se financió. Pero la estancia de Vaughn fue breve y, en 2008, con Protosevich redactando un nuevo tratamiento, el siguiente en discordia fue Guillermo del Toro.

El mexicano, fan acérrimo de los cómics de Kirby, pretendía dar mayor relevancia a la componente mitológica que la que aparentemente tenía por entonces la producción pero, atraído por los cantos de sirena de 'El Hobbit', terminó también por abandonar un proceso de selección que pasaría entonces a centrar sus miras de forma fugaz en D.J.Caruso —sí, como lo estáis leyendo— antes de que Branagh fuera el cineasta definitivo llamado a dar forma a las aventuras cinematográficas del personaje. Una elección que, a todas luces, se antojaba como la más idónea.

'Thor', despersonalizada y desaprovechada

Thor, en su mejor interpretación, siempre ha tenido un toque clásico en términos de historia, tanto por la forma en la que habla como por el tono de drama Shakespeariano que lo rodea. Ese tipo de diálogos y personaje necesita de alguien con una formación clásica para evitar que suenen forzados o artificiales. Kenneth Branagh es la elección perfecta.

Esto decía J.M. Strazcynski y lo mismo pensábamos todos cuando se anunció que el cineasta irlandés, el mismo que había llevado a cabo dos de las mejores adaptaciones de material del escritor de Stratford-Upon-Avon que ha visto la historia del cine, iba a ser el encargado de poner en pie un filme que serviría para presentar al dios del trueno y que quedaría plenamente inserto en lo que ya estaba definido como el camino hacia la primera parte de 'Los Vengadores' ('The Avengers', Joss Whedon, 2012).

La noticia, además, suponía una gran alegría para aquellos que llevábamos siguiendo al director desde que en se estrenara con 'Enrique V' ('Henry V', Kenneth Branagh, 1989) a finales de los noventa y habíamos observado con cierta preocupación su desaparición del mapa tras el muy eficiente y estilizado remake que llevó a cabo junto a Michael Caine y Jude Law en 2007 de ese clásico inconmensurable de Mankiewicz que es 'La huella' ('Sleuth', Joseph L. Mankiewicz, 1972).

Pero nuestras esperanzas —o al menos las mías, no hablaré por nadie más— se quedaban a medio saciar a la vista de lo que 'Thor' (id, Kenneth Branagh, 2010) lograba ofrecer: un espectáculo de intensidad e interés muy variable que funcionaba cuando la acción se centraba en Asgard y Jottunheim y que fallaba estrepitosamente en captar la atención del espectador en todos aquellos momentos —demasiados, diría yo— en los que el relato tenía lugar en la superficie terrestre.

De ello habría que hacer directos responsables a los artífices de un guión que debería haberse limitado a discurrir durante un noventa por ciento de su trayecto en acercarnos de forma más íntima a la ciudad dorada y a esos reinos que componen la mitología asgardiana para, con notas dispersas, haber justificado la presencia de Thor en nuestro planeta y la incidencia que tanto su protagonismo como el de Loki iba a tener en el futuro del devenir del Universo Marvel Cinematográfico.

En su lugar, lo que nos encontramos es un filme que intenta equilibrar lo más posible la estancia en ambos mundos sin ser consciente de que, en la inevitable comparación, todo aquello que transcurre en ese polvoriente pueblucho de Nuevo México resulta claramente perdedor por más que las puntuales notas de humor derivadas de las acotaciones del inservible personaje de Marcy alivien algo un lastre que, además, queda refrendado por parte de la despersonalizada dirección de Kenneth Branagh.

Decía un lector no hace poco en los comentarios de 'Morir todavía' ('Dead Again', 1991) que es más que probable que en la reconversión de Branagh de cineasta "autor" a mercenario hollywoodiense haya tenido mucho que ver el que la industria actual discurra por derroteros que nada tienen que ver con el nombre y mucho con saber ajustarse a los patrones de negocio y franquiciado por los que se mueve el cine de hoy en día. Y razón no le faltaba cuando a lo que aquí asistimos queda muy lejos del virtuosismo que habíamos podido observar tiempo atrás en las producciones del irlandés.

De hecho, tanto llega a pervertirse la grandeza de lo que el director había venido desarrollando a lo largo de su trayectoria —jalonada, cuidado, por alguna que otra cinta de discreto calado— que el descenso de nivel afecta, por ejemplo, a las formas en las que Patrick Doyle rubrica la acción a través de una música carente de personalidad que juega a la falta de motivos identificables que tanto abunda en el cine hoy por hoy y que, en su diluido tema central, parece querer tirarle los tejos a esas sonoridades ampulosas y ramplonas de corte "mediaventuresco" que tanto éxito han cosechado de un tiempo a esta parte.

Donde quizás 'Thor' yerra menos en sus elecciones es en lo que se refiere al reparto ya que, quitando a la citada Kat Dennings, a una muy perdida Rene Russo o esa belleza incomensurable que es Natalie Portman —aquí a cargo de un papel especialmente estúpido—, lo que nos encontramos es de un nivel que se mueve entre la gran corrección que supone la elección de Chris Hemsworth como el dios del trueno, lo plausible de Anthony Hopkins en la piel de Odín o lo sobresaliente de Tom Hiddleston como el traicionero Loki.

Es en éste último, y en los diálogos que tiene con todo aquél que se cruza en su camino, donde la cinta encuentra sus mejores y puntuales momentos. Unos instantes que, unidos como decía a la visualización de todo aquello que acaece en Asgard y la helada Jottunheim, y a contadas escenas en la Tierra —citaría dos, el asalto de Thor al lugar donde descansa Mjolnir, su martillo, y el enfrentamiento del asgardiano con el Destructor— componen lo mejor de una cinta que queda muy lejos de situarse a la altura de lo mejor que Marvel ha puesto en pie en estos últimos siete años.

Ahora bien, como capítulo intermedio en la consecución de lo que después se verá en 'Los Vengadores', 'Thor' funciona bastante mejor de lo que, como veremos en pocos días, lo hará su continuación, una cinta aún más desangelada que ésta que, dentro del discurrir del Universo Cinematográfico Marvel es, al menos hasta que la segunda entrega de 'Los Vengadores' o ese Ragnarok que veremos en 2017 digan algo, un filme completamente prescindible.

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