‘Lupin III: The First’: un fantástico entretenimiento alineado con la aproximación de Miyazaki al personaje

Como alguien nacido a finales de los años 80, la figura de Hayao Miyazaki entró en mi vida sin saberlo a través de un par de reposiciones que terminarían convirtiéndose en dos de mis series favoritas de mis primeros años como espectador compulsivo de cine y televisión: la encantadora versión animalizada de 'Sherlock Holmes' y, sobre todo, una 'Lupin III' que me mantuvo pegado a la pantalla, casi sin pestañear, durante horas.

Pese a no ser, ni mucho menos, un experto en el universo creado por el tristemente desaparecido Monkey Punch, recuerdo con especial cariño 'El castillo de Cagliostro'; el genial largometraje animado de 1979 en el que el cofundador de Studio Ghibli suavizó el tono original aproximándolo al público familiar con una aventura de corte clásico que, además, redirigió en cierto modo al protagonista hacia el arquetipo de criminal de corazón noble con el que empatizar sin problema alguno.

Es, precisamente, este título de Miyazaki la mayor influencia de 'Lupin III: The First'; el sorprendente salto del ladrón de patillas infinitas a la animación 3D en un una película en la que los ecos a James Bond y, sobre todo, Indiana Jones se dan la mano entre nazis, artefactos ancestrales, arqueología y toneladas de diversión de primerísima calidad.

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Añadiendo dimensiones sin perder una pizca de esencia

Efectuar saltos del 2D al 3D —ya no digamos a la acción real— suele ser una maniobra demasiado arriesgada en la que tiende a desaparecer buena parte de la esencia y el carisma propios de la animación bidimensional y su peculiar cinética, y ejemplos recientes como 'Stand by Me Doraemon' así lo demuestran; pero en el caso de 'Lupin III: The First', la aparición de volumen le ha sentado de maravilla a unos personajes que mantienen su carisma intacto.

Es tremendamente gratificante sentarse a disfrutar de los 93 minutos de entretenimiento sin pretensiones que el realizador Takashi Yamazaki ha moldeado mediante un CGI impoluto en lo que respecta a la técnica, y que explota las peculiaridades del nutrido grupo protagonista; elevando los niveles de comedia —la expresividad gestual es fabulosa—, y enriqueciendo unas secuencias de acción frenéticas, espectaculares y dignas de ser disfrutadas en la pantalla más grande posible.

Por supuesto, las exhibiciones formales no servirían de nada sin una narrativa a la altura que, en este caso, vuelve a aludir a espectadores de todas las edades con ese espíritu family friendly de 'Cagliostro' pero que, a su vez, no teme en liberar esa socarronería casi sórdida propia de las producciones niponas, haciendo más de un guiñó —y de dos— a los más entrados en años. De este modo, se marca un tono ideal para una pequeña hazaña que, a pesar de poseer un excelente sentido del ritmo, no logra escapar de las garras del déjà vu en términos argumentales.

Puede que la previsibilidad, heredada de la repetición de patrones propios de las aventuras del arqueólogo de George Lucas y Steven Spielberg que cimentan el relato, sea el defecto más reprochable para una 'Lupin III: The First' que circula en pantalla como un rayo sin dar un ápice de respiro. Puede que no invente la rueda y que no pretenda revolucionar el material original, pero, en lo que a mi respecta, ha sido una sorpresa tan sumamente placentera que no puedo esperar para ver una 'The Second'.

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