‘¡NOP!’ de Jordan Peele podría haber sido la mejor película de terror del año pero solo se queda en una curiosidad extravagante

El nombre de Jordan Peele se ha consolidado en el cine fantástico contemporáneo gracias a su insistencia en hacer una carrera sin salirse demasiado de una serie de coordenadas que dibujó en su rompedor debut, ‘Déjame salir’ (Get Out, 2017), con la que ganó el Óscar a mejor guion, de tal forma que su siguiente obra, ‘Nosotros’ (Us, 2019) consagraba un estilo en el que cada película se percibe como un gran episodio deThe Twilight Zone’, y con ‘¡Nop!’ (2022) sucede lo mismo.

Hay una consistencia muy notable en el tono de sus películas, en las que lo impensable se hace real y lo fantástico se integra rápidamente como parte de la trama, lo que sea que aparece para romper la barrera cotidiana de sus protagonistas existe, sin más explicaciones ni excusas. Por ello es difícil afrontar ‘¡Nop!’ como un trabajo muy diferente a otras de sus películas, porque por una parte lo es, pero por otra es plenamente coherente con su forma de entender el cine de terror, con un nuevo añadido de influencia de Spielberg.

La película menos inspirada de Jordan Peele

Sin embargo, conviene ir prevenido y asimilar que esta nueva entrega de su propia ‘Dimensión desconocida’ no está a la altura de sus dos primeros esfuerzos, y no precisamente porque se haya convertido en un peor director. En su nueva obra, Peele demuestra que no solo pudo ocuparse de películas de un presupuesto contenido, sino que ahora despliega un vistoso uso del widescreen con sabor clásico, una fotografía con cuerpo que se echa en falta en otros directores actuales y, de nuevo un gran ojo para generar tensión con los espacios y la geografía.

Pero mientras crece como realizador, su historia de avistamientos alien y ranchos con caballos para el espectáculo parece necesitar algunas vueltas para condensar la cantidad de ideas satélite que circulan a su alrededor. ‘¡Nop!’ funciona muy bien cuando quiere ser una aventura de terror en la tradición de ‘Tiburón’ o ‘Temblores’, sustituyendo el concepto del mar o la tierra con el cielo, sin embargo, esa película anhelada que se esboza en sus dos horas solo toma forma en su tercer acto, y el camino hasta llegar a ella tiene ramificaciones que dan la vuelta a un par de ideas.

Durante la primera hora hay una presentación de personajes, humor muy personal y una inusual visita recurrente a un siniestro incidente en una serie infantil de los 90 con un chimpacé llamado Gordy . Puede que ese segmento, que podría salir de una película de George A. Romero, sea lo mejor de la película, pero el guion decide conectarlo con la trama de una forma que requiere una abstracción de sus temas sobre la explotación en el espectáculo y la responsabilidad que trata de llevar toda la reflexión a un nivel metafórico muy teórico y que funciona de forma extremadamente aparatosa.

La adicción a la atención y ¿Aliens?

Los protagonistas están preocupados por grabar todo lo extraño que pasa en su rancho porque creen que es la forma de solucionar sus problemas, otro personaje interpretado por Steven Yeun se gana la vida con sus espectáculos con animales y otro encarnado por Michael Wincott es un documentalista que busca inmortalizar la imagen definitiva. Todos se relacionan con la amenaza de ‘¡Nop!’ de una forma indirecta que no desvelaremos para mantener todas las sorpresas, pero cuando se revela es algo arbitrario, salido de la nada y que nunca acaba de cerrar bien todos los dilemas que plantea.

Esto no significa que los planteamientos no sean interesantes e incluso después de ver la película den lugar a un debate interesante, pero cuando todo queda claro, el tejido conectivo entre monos actores, el primer fotograma del cine con un jinete negro, la decadencia del negocio del espectáculo y los “malos milagros” —la clave de la zapatilla erguida es menos compleja de lo que pretende cuando se entiende su significado— resulta fláccido, no alcanza ninguna conclusión ni se ata entre sí de forma brillante, con lo que acaba siendo más un incordio para el espectáculo veraniego que promete.

Porque ‘¡Nop!’ podría ser una gran película de terror, con momentos que no están al alcance de cualquier director, como esa nube estática o el delicadísimo diseño del sonido y su movimiento por la pantalla, que deja algunos momentos de miedo puro cuando escuchamos cierto estremecimiento moverse por el cielo. También usa muy bien el paneo de la cámara para llevar los ojos del espectador a donde quiere y transmitir una constante sensación de intranquilidad que, sin embargo, se reserva para momentos puntuales en un metraje de dos horas y cuarto.

Muchas ideas desparramadas y un cemento frágil

Tras dos escenas de prólogo, la segunda también muy siniestra, la sensación de misterio ayuda al espectador a sobrellevar una hora de introducción en la que nada arranca y en donde los dilemas de unos personajes antipáticos (o especialmente cargantes, como el de Keke Palmer) no prenden del todo, y la acción o los momentos de terror se acaban haciendo de rogar, cuando llega la porción más interesante de la película el espectador puede esta desfogado y no ayuda que sus secretos sean mucho menos satisfactorios o interesantes de lo que prometen.

Muchas imágenes enigmáticas del tráiler se van revelando en una serie de pequeños misterios resueltos que van resultando menos estimulantes de lo que la propia ‘¡Nop!’ los ha hecho parecer, con lo que cuando finalmente sabemos la clave de todo era hasta cierto punto predecible, hasta algo trillado en cuanto que parece la enésima revisión de películas como ‘A ciegas’,con el añadido irritante de que incluso hay toda una secuencia que trata de engañar al espectador ya escéptico, que en revisiones resultará doblemente tediosa. Para colmo, el diseño y acabado de la gran revelación es especialmente feo, lo que crea una guinda a lo sumo excéntrica al conjunto de decepciones que se van acumulando.

No se puede culpar a Peele por tratar de ser original y encontrar siempre vías para utilizar el cine de terror y fantástico para contar muchas otras cosas y, sobre todo, hacerlo a su manera, pero la sensación que deja ‘¡Nop!’ es de una obra que quiere mascar más de lo que le deja su boca, sin lugar a dudas la peor de su filmografía, pese a que siempre deja detalles de creatividad que hacen mucha falta en el cine actual. Una pena que todo su conjunto de ideas desparramadas no cuaje en un todo mayor que la suma de sus partes, esperamos que tan solo sea un traspiés y no siga el camino de autores deslumbrados por su reflejo que siguieron grandes como Shyamalan.

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