'Mapi' es el nuevo 'Morbius': mucho lirili en Twitter para tan poco lerele real

Es 2022 y estamos muy curtidos en temas televisivos. Hemos visto de todo, y por si la televisión lineal no fuera suficientemente psicotrópica, en Internet podemos ver programas de todo el mundo, TikToks sorprendentes, vídeos de YouTube imposibles... Por eso, cuando llega el momento de intentar sorprender a la audiencia, las cadenas están absolutamente perdidas. Y como fruto de esta absoluta falta de rumbo nace 'Mapi', que ha pasado por demasiadas manos como para que nadie se diera cuenta de lo que estaba pasando ahí.

Bienvenidos al Valle Inquietante

Mapi, como personaje, es muchas cosas: una niña sabelotodo, una actriz en el papel de su vida, un filtro de Snapchat llevado a programa de televisión, la demostración de que las redes sociales no son representativas de la vida real... Y un invento que, una vez visto en el programa, más allá de sus vídeos de "¡Hola, Twitter!", no funciona: la animación se ve forzada (cuando se aparta para enfadarse se nota que ha habido un aviso a control, una preparación previa y se pierde muchísima gracia) y cada vez que el personaje mantiene la boca abierta da auténtico terror.

Jandro y los concursantes famosos (bueno, Ana Obregón, El Sevilla y La Mari), que están actuando como si una actriz metida en un traje con cabezón gigante fuera una niña de verdad, intentan meterse en el juego, pero no pueden evitar las caras de "Qué está pasando, dónde me he metido", de estar viviendo una experiencia absolutamente surrealista. Jandro en particular, que está curtido en mil y una batallas (recordemos que es un mago cuádruple ganador de 'Penn & Teller: Fool Us'), no puede evitar comportarse como si el programa fuera más una prueba técnica que un concurso en sí mismo. Y, pese a todo, el mayor problema de 'Mapi' no es la propia Mapi.

Mapi en sí podría funcionar. Cosas más raras nos hemos comido: Lolo co-presentó 'Trato hecho' durante años en aquel proto-CGI y a todos nos pareció bien, Máximo era un señor metido en un traje gigante y dejamos que presentara 'Club Megatrix', durante varias temporadas vimos con incredulidad 'Los aurones'... El problema no es del personaje ni de sus errores, sino del concurso en sí mismo, que está dotado con un ritmo mortecino y una puesta en escena tan blanca, lenta y aburrida que lo único en lo que el espectador puede pensar es en cambiar de canal. Con o sin Twitter de fondo.

Hasta los hipopótamos bostezan

El funcionamiento del concurso se divide en dos partes: en la primera, los concursantes deben adivinar la solución a preguntas "de niño", como "¿Por qué algunas nubes son blancas y otras negras?" o "¿Por qué bostezan los hipopótamos?". Durante la segunda, Jandro saca objetos de una maleta y los famosos deben averiguar de qué se trata. No es una mala propuesta veraniega, si no fuera porque no saben cómo hacerlo entretenido.

40 minutos de concurso dan para muchas pruebas y preguntas, pero en 'Mapi' no llegan a la decena. Mapi hace un (normalmente horrible) sketch inicial, plantea la pregunta, los invitados se explayan a gusto, dan paso a un vídeo donde se explica la respuesta real, Mapi va repartiendo puntos y vuelta a empezar. Es un proceso largo, tedioso y muy fácil de cortar con un simple "Oye, no os enrolléis tanto". Tiene pinta de que en plató se lo han pasado mucho mejor de lo que lo hacemos nosotros. Ellos se están riendo todo el rato pero no saben traspasar esa alegría al mundo real.

Las pruebas son insuficientes, pero no horribles en su formato -que sí en su realización-. Desde que se plantea la pregunta hasta que los puntos se reparten pueden pasar perfectamente cinco minutos: si 'Mapi' está dirigida a los niños, parece que se ha olvidado de que los niños de hoy en día están más acostumbrados a los vídeos de un minuto en los que no paran de ocurrir cosas que a concursos del estilo 'El tiempo es oro'. Si esta era la presentación en sociedad de Mapi, lo llevamos claro.

RTVE, en caída libre

'Mapi' está orientado a un público infantil, pero lleva famosos que a los niños no les suenan de nada. De hecho, si intenta ser familiar, erra el tiro, porque los chavales no van a dejarse fascinar por un cabezón enorme y un filtro como el que cualquiera tiene en su móvil. Está pasado de moda para los pequeños y es demasiado infantil para los adultos, que tienen alternativas como '¡Boom!' o 'Saber y ganar': lo nuevo de RTVE está condenado a vagar por la nada hasta que termine su emisión.

'Mapi' es como 'Morbius': una vez pasado el meme, no tiene interés real. Nos lo hemos pasado muy bien todos haciendo mil montajes y bromas, pero cuando llega la hora de la verdad, a nadie le importa. El concurso ha nacido para morir, y solo es culpa de su ritmo absolutamente gris, sus pruebas de programa de los 70 (incluyendo esa cantinela tan odiosa de "aprender divirtiéndonos" con la que cualquier niño apagará y se pondrá a ver Twitch) y su personaje principal resabiado que, más allá del mayor o menor despliegue técnico, da bastante rabia.

Quizá me equivoque, pero Mapi está destinado a ser uno de esos personajes que recordaremos a final de año como protagonista de los mejores momentos virales, pero definitivamente no como uno de los concursos más innovadores y divertidos del año. Quiere serlo, pero le falta saber cómo. Al final, lo mejor de 'Mapi' fue la sorpresa de las redes. Fuera de ahí, el programa, tristemente, se queda en tierra de nadie y produce una voraz indiferencia: el peor de los sentimientos cuando ves la televisión.

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