Agnès Varda: las mejores películas de una cineasta legendaria

Al final de 'Caras y lugares' (2017), Agnès Varda lloraba porque Godard no le abría la puerta de su casa cuando quiso ir a visitarle. Era un momento muy enternecedor que ahora se vuelve más poético porque nunca pudimos llegar a ver el último encuentro de los dos últimos supervivientes de la Nouvelle Vague.

Y es que, la cineasta belga, que nos ha dejado a los 90 años, no sólo fue la única mujer dentro de este movimiento sino que también es la precursora del mismo porque en 1955 firma una película titulada 'La point Courte' que se estudia y conoce como la probable antecedente de toda la nueva ola del cine francés.

Igual que sus compañeros, Varda no sólo se dedicó a hacer cine, era una artista multidisciplinar y trabajó de fotógrafa y profesora. Aunque su relevancia está en el hecho de ser una de las primeras directoras que, además, impulsó a otras mujeres a hacer cine.

Cuando en 2017 recibió el Premio Donostia en el Festival de San Sebastián declaraba a El Mundo: "Salid de las cocinas, de vuestras casas, haceos con las herramientas para hacer películas". Y es por ello que en toda su obra destacan los personajes femeninos y las luchas feministas.

Estuvo casada con Jacques Demy, otro importantísimo cineasta de esta ola y autor de títulos como 'Los paraguas de Cherburgo' (1964) y 'Las señoritas de Rocherfort' (1967), tras su muerte en 1990 le dedicaría la película 'Jacquot de Nantes' (1991) y basada en sus diarios y los documentales 'Les demoiselles ont eu 25 ans' (1993) sobre 'Las señoritas de Rochefort', y 'L'univers de Jacques Demy' (1995) acerca de la vida y obra de su marido.

Hace apenas diez años, Varda revelaría la bisexualidad del director y su fallecimiento a causa del SIDA; esto demuestra lo adelantada a su tiempo que era la cineasta, quien convivió con ello sin ningún tipo de prejuicio o problema. Su visión progresista y moderna queda muy patente en algunos de sus trabajos documentales.

Al documental llevaba dedicada los últimos 20 años, algo bastante habitual en veteranos autores europeos, posiblemente por la dificultad de encontrar  financiación para obras de ficción; de hecho, 'Caras y lugares' se desarrolló por crowfunding. Dicho eso, Varda ha trabajado a lo largo de su carrera en este campo, y ella habla de "documental subjetivo" porque considera que cuanto más se implica en lo que está filmando consigue acercarse más a la verdad.

Las películas esenciales de Agnès Varda

La mejor forma de iniciarse en su cine es la obra 'Cleo de 5 a 7' (1962), obra cumbre de la Nouvelle Vague, a la altura de títulos como 'Los 400 golpes' (1959) de Truffaut o 'Al final de la escapada' (1960) de Godard. Con una extrema sensibilidad, la cineasta habla sobre el amor y la muerte, en el momento que una enferma de cáncer conoce a un soldado a punto de partir a la batalla.

Es una película de un fuerte carácter experimental pero que supone el necesario toque femenino que tiene toda esta corriente de realizadores franceses. Un poco posterior y también interesantísima es 'Las criaturas' (1966) donde, desde el género fantástico, habla sobre lo que es crear ficción.

Influenciada por los movimientos de izquierdas de finales de los 60 y dentro de las nuevas corrientes feministas, a las que estuvo muy vinculada, encontramos 'Una canta, la otra no' (1977), una película sobre la sororidad que habla del encuentro de dos mujeres años después de que una ayude a la otra a abordar. Un portentoso retrato de la feminidad.

Pese a su basto trabajo, apenas recibió reconocimientos en grandes festivales. 'Sin techo ni ley' (1985) se alzaría con el León de Oro en el Festival de Venecia. Una dolorosísima película que recrea los últimos momentos de una adolescente vagabunda que es encontrada muerta. La cinta camina entre algo cercano al neorrealismo italiano y el documental, y esconde una brutal reflexión acerca de la represión social femenina. Probablemente su mejor película junto a 'Cleo de 5 a 7'.

Ya en el siglo XXI, y dentro de su inmensa creación documental, cabe destacar 'Los espigadores' y la espigadora' (incluido en la lista de las mejores películas del siglo XXI de la BBC), pero lo más relevante es ver como se ha convertido en todo un personaje protagonista de sus propios trabajos.

Y es que, toda su naturalidad, ternura y sensibilidad se ven multiplicadas por su vejez y todos los personajes, diálogos, reflexiones, emociones y sentimientos que desprendían sus trabajos de ficción, ahora se ven reflejados en ella misma, en cada arruga de su cara.

Su cercanía nos ha regalado dos trabajos inolvidables: por un lado 'Las playas de Agnès' (2008) donde hace un repaso a toda su biografía, en forma de mosaico y a través de todo tipo de documentos gráficos.

'Caras y lugares', que forma parte de un proyecto artístico con el fotógrafo JR, nos mostraba el lado más humano de la directora que, a su paso por diferentes pueblos de Francia, habla con todo el mundo con la simpatía, la bondad y su sonrisa característica y siempre con inquietud estética.

En esa película podemos ver que hay algo muy puro en su mirada, una mujer extremadamente sensible que no ha parado de crear prácticamente hasta el último de sus días.

Hace poco más de un mes, en el Festival de Berlín, anunciaba su retirada del cine con el documental 'Varda by Agnès', recibido con gran entusiasmo, y que sin duda se verá en multitud de festivales a lo largo del año, siendo el mejor homenaje posible.

Agnès Vardá nos abandona, asciende al panteón de los grandes cineastas y deja huérfana a una filmografía llena de personajes y momentos inolvidables. La penúltima de las supervivientes de aquellas personas que inventaron el cine moderno y que, a diferencia de Jean-Luc Godard, su cine nunca oscureció y con los años se convirtió en algo más puro, lleno de vida y de verdad.

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