'Big Mouth' lo da todo en su temporada final y nos entrega su mejor versión. Echaré de menos sus gamberradas, pero también su corazoncito

Belén Prieto

Editora

Cuando se acaba una serie a la que tenemos especial cariño, una mezcla de sensaciones nos invade y suele ser complicado desenredar la alegría que nos hace sentir el regreso con la precoz melancolía que llega también por el inminente final. Con el final de 'Big Mouth' decimos adiós a un capítulo importante en la animación para adultos y hemos tenido suerte porque la octava y última temporada es el broche de oro que merece una serie inolvidable.

Desde sus inicios hace ya ocho años, el estreno de 'Big Mouth' en Netflix no pasó desapercibido y siempre ha servido como vía de escape para muchos, y como una especie de ventana a la pubertad. Una etapa que, afortunadamente para muchos, es irrepetible.

A lo largo de sus episodios, 'Big Mouth' siempre ha sabido cómo hablar de esta época que todos atravesamos. De hecho, se le da de lujo utilizar el humor y las caricaturas para lanzarse sin miedo a tratar temas tan importantes como lo son la adolescencia y el despertar sexual. Porque es compatible bromear sobre cómo influyen las hormonas mientras se pone sobre la mesa un diálogo sobre el consentimiento.

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En la octava temporada, los protagonistas de 'Big Mouth' pegan el estirón y afrontan la que será una nueva etapa llena de cambios. Parece que no íbamos a encontrar nada nuevo en esta nueva tanda de episodios, pero lo cierto es que los guionista de la serie siempre encuentran la forma de sorprendernos.

Ahora parece que Nick se ha vuelto más popular y Jessi ve cómo sus problemas de salud mental quedan personificados a través de la Gata de la Depresión, pero también se habla de cómo influye el consumo de la pornografía en la idea del sexo en los más jóvenes. Y de la inseguridad que llega con la falta de experiencia.

Hay personajes con tramas tan divertidas como la de Matthew, que empieza a juntarse con los chicos de teatro, la de Andrew y Missy, que se unen al club de robótica, o la de Jessi con los drogadictos. Aunque la que sale ganando es la de Nick, que se enamora de un nuevo mejor amigo, también llamado Andrew, poniendo celoso al Andrew original.

La echaremos de menos

Bien está lo que bien acaba y 'Big Mouth' ha sabido encontrar su sitio y despedirse a lo grande. Su manera de representar la confusión que llega en la pubertad es ácida y a la vez muy compasiva y entrañable, encontrando el punto ideal entre lo caricaturesco y la profundidad emocional justa.

Echaré de menos lo que la hacía única, pero especialmente su manera de apoyar la mano sobre el hombro de aquellos que se sintieron un poco raritos en la época del instituto y de decirles que no están solos ni son los únicos. Y, lo más importante, que llegarán tiempos mejores.

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