La anécdota de Matthew Perry que le acerca más a Chandler Bing tiene que ver con porno, altavoces... y un error informático

"¡Porno gratis! ¡Porno gratis!": si has visto 'Friends' lo has leído exactamente con ESA voz

La tristísima muerte de Matthew Perry ha caído como una losa en todo el mundo, desde los fans de 'Friends' hasta los que le recuerdan por su labor avisando y previniendo de los peligros del alcoholismo y la drogadicción, pasando por los que hacen hincapié en su gran papel en 'Studio 60' o 'Falsas apariencias'. Pero, rebuscando entre los mejores momentos de su vida, no podemos resistirnos a contar esa ruina en la que acabó, sin querer, con pornografía a todo volumen para sus vecinos.

¿Podría poner más porno?

Todo se remonta a la época de 'Friends', en 1995, cuando todo el reparto tuvo que hacer una sesión de fotos un sábado por la mañana junto a unas modelos en bañador (cosas de la época). Muy juntos, muy abrazados, mucho roce... En fin, que las estrellas de Hollywood, en el fondo, también tienen sentimientos y, tras la sesión, Perry se fue a su casa. Y en ese sábado por la tarde que no tenía nada que hacer, tal y como recordaba con Conan O'Brien, descubrió que estaba -literalmente- cachondo. Lo que pasó después no lo veríais venir ni un millón de años.

No había mujeres en mi vida en ese momento, así que decidí quitarme el pequeño problema viendo algo de porno. Esto es hace mucho tiempo, cuando aún estaba en DVDs, ¿vale? No había Internet, no era tan fácil. Así que decidí poner una película y tomarme mi tiempo con ello, en plan "Ha sido una mañana dura y quiero hacerlo tranquilo". Así que estuve viéndola durante media hora. Entonces llega una escena con veinte mujeres haciendo cosas indecibles las unas a las otras, y todo terminó. Y no sé si tú haces lo mismo, pero una vez has terminado, has terminado del todo. Necesitas que esa película se vaya inmediatamente. Me fascina cómo algo tan maravilloso puede convertirse en algo tan terrible unos pocos segundos después.

No, esta no es la crónica sobre aquella tarde que Matthew Perry se dio una alegría al cuerpo, sino la ruina posterior: al darle al botón para apagar el aparato, se había roto, y no quería ir a comprar otro mando porque, bueno, quería dormir. La película seguía viéndose y sonando pero el actor ya no quería nada más de ella, así que decidió bajar el volumen. Hasta aquí bien, ¿verdad? Bueno, dejemos que el final nos lo cuente el propio Matthew.

Bajé el volumen hasta cero pero aún podía oírlo. Y yo me preguntaba "¿Qué está pasando?". Fue entonces cuando recordé que la noche anterior estaba en mi patio, con un vaso de vino y escuchando música. Y entonces me di cuenta de que durante la última hora había estado poniendo porno a todo volumen por los altavoces a todo el valle de San Fernando. Era la una de la tarde. Me mudé.

Como diría Janice, "Oh, dios, mío".

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