'Los días del pasado': un drama romántico de posguerra con el que Mario Camus marcó un antes y un después en el retrato de la represión franquista en el cine español

Hace una semana conocíamos la triste noticia del fallecimiento de Mario Camus, sin duda, uno de los grandes cineastas de la historia del cine español de los últimos 50 años. Representante del llamado Nuevo Cine Español junto a Basilio Martín Patino, Carlos Saura o José Luis Borau, el legado cinematográfico de Camus es inmenso e incluye dos de las películas más representativas y destacadas de nuestro cine, 'Los santos inocentes' (1984) y 'La colmena' (1982).

A lo largo de su carrera, adaptó al cine grandes obras literarias de autores como Lope de Vega, Ignacio Aldecoa, Lorca, Miguel Delibes y Calderón de la Barca. Sin dejar de lado sus comienzos en el cine más comercial con películas como 'Al ponerse el sol' (1966) o 'Digan lo que digan' (1967) con Raphael o 'Esa mujer' (1969), protagonizada por Sara Montiel y con guión de Antonio Gala.

Mario Camus durante el rodaje de 'La casa de Bernarda Alba'

Sin embargo, hay una película en su filmografía de la que se ha hablado poco, a pesar de su importancia histórica y artística. Una cinta que supuso un antes y un después en el tratamiento de la represión franquista en el cine español y que supondría un antes y un después en el punto de vista más político y social que adquiriría el cine de Camus.

Se trata de 'Los días del pasado' (1977), una obra que era bastante difícil de localizar y estuvo casi olvidada hasta hace muy poco tiempo; se rescató gracias al Goya de Honor 2020 a Pepa Flores, protagonista de la película junto a Antonio Gades. Actualmente está disponible en Filmin.

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La maestra y el maquis

No era la primera vez que Mario Camus trabajaba con Antonio Gades, el reputadísimo bailarín alicantino. En 1966, Camus le dirigió en 'Con el viento solano' (1966), una adaptación de una obra de Aldecoa, que llegó a competir en el Festival de Cannes de ese año.

Sin embargo, sí que era la primera vez que trabajaba con Pepa Flores y la primera vez que la pareja formada por Gades y Flores, se reunía en la gran pantalla. Era una de las parejas más populares de la época y sin duda, su increíble química traspasaba la pantalla. Además, la actriz malagueña realizó una de sus mejores interpretaciones, que le valdría el premio a la Mejor Interpretación Femenina en el Festival de Cine de Karlovy Vary de 1978.

En 'Los días del pasado', Pepa Flores daba vida a Juana, una joven maestra andaluza que, seis años después del final de la Guerra Civil, acepta un puesto en un colegio de un pequeño pueblo montañoso del norte tras recibir, por fin, noticias del paradero de su novio Antonio.

El objetivo es claro, localizar a Antonio, que se haya escondido en los montes de la zona con los maquis. Cuando se extiende el rumor de que hay una partida de maquis en las montañas de los alrededores, le pide a Gelín, uno de sus alumnos que ayuda a los maquis de forma clandestina, que la ayude a encontrarlo.

El miedo de la posguerra

Estrenada en 1977, hacer una película como 'Los días del pasado' tan sólo un año antes, habría sido completamente imposible. Franco había muerto hacía menos de dos años, y cuando la película llegó a los cines españoles, el país se preparaba para las primeras elecciones democráticas tras 40 años de dictadura.

En este contexto, Mario Camus decidió hacer una película silenciosa. En todos y cada uno de sus personajes, y sobre todo, en la mirada de su protagonista, se respira el miedo. Una película sobre la posguerra en la España rural de los años 50 y la resistente lucha de los maquis.

‘Los días del pasado’ fue una de las primeras películas que se atreverían a hablar de forma tan directa sobre la represión franquista y que contaría una de las millones de historias tristes que se vivieron en nuestro país.

Narrada de forma pausada y donde los silencios significan mucho más que las palabras, la película nos traslada a la España rural de la época. Esa España en la que se sabía todo, pero no se decía nada. Un lugar de personajes cerrados en sí mismos por el miedo y que aceptan con cierto recelo a la nueva maestra, que debe acostumbrarse al frío, a la lluvia y al barro que tan poco se parece a su luminosa y blanca Andalucía.

'Los días del pasado': vivir

Juana: “¿Por qué no nos vamos, Antonio? ¿Por qué no nos vamos?”

Antonio: “¿A dónde?”

Juana: “A Francia”

Antonio: “¿A hacer qué?”

Juana: “A vivir”

Con todo el peso de la película en sus espaldas, Pepa Flores demostró que era mucho más que Marisol, el personaje que la hizo famosa de niña: su Juana es tímida, callada y cautelosa, pero también valiente, luchadora y protectora. “¡Estás loca!”, le dice Antonio en su reencuentro, al descubrir todo lo que la joven ha hecho para encontrarle.

La evidente conexión entre Pepa Flores y Antonio Gades, dentro y fuera de la pantalla, hace que todavía sean más dolorosos cada uno de esos encuentros clandestinos en los que tratan de recuperar el tiempo perdido y la ilusión por un futuro posible. Un acuerdo casi imposible por culpa de la lucha particular de cada uno, seguir con la defensa de los ideales o seguir con la vida.

Mientras que la cinta falla, suponemos que por falta de presupuesto, en las secuencias de más acción, en las que vemos breves fragmentos de lucha en el día a día de los maquis y pequeñas batallas, lo cierto es que cuando la cinta nos muestra el transcurrir de la vida de Juana, es soberbia.

Camus consigue crear una atmósfera de incógnita y espera, en una aparente tranquilidad. La desesperación camuflada de Juana por encontrar a Antonio, por convencerlo de que se vayan lejos a empezar una nueva vida. Una desesperación y agotamiento crecientes pero que que no deja aflorar en ningún momento porque sabe que eso supondría que les descubrieran.

Y es que más que dar voz a aquellos que continuaron con la lucha escondidos, a aquellos hombres que durante años vivieron escondidos, peleando por intentar recuperar la libertad, 'Los días del pasado' trata de situarnos en la piel de aquellos que trataban de recuperar la felicidad perdida, la dignidad o que simplemente buscan vivir. Sin duda, otra forma de lucha silenciosa, otra forma de resistencia: la de recuperarse de la pérdida y la de asumir que mientras sigamos vivos, no todo esta perdido.

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