Festival de San Sebastián 2022 | 'Blonde' nace queriendo ser un escándalo, pero su camino hacia el infierno de Marilyn Monroe transita entre lo emocionante, lo extremo y lo ridículo

Marilyn Monroe es, en sí misma, la pieza de cultura pop más reconocible de la historia de Hollywood, tanto en el icono que ha sobrevivido (los labios rojos, la melena rubia, la falda al viento) como en una vida personal preocupante y dolorosa sobre la que aún ahora, sesenta años después de su muerte, se sigue teorizando. 'Blonde' no tiene ningún interés por ser un tributo más a la actriz ni por rendirle pleitesía: en su lugar, la embarca en un injusto viaje a través de la memoria de cosas que nunca ocurrieron con el único destino del infierno en vida. Andrew Dominik quiere formar un escándalo, y lo consigue... Pero quizá no como él pretendía.

I wanna be loved by you

La Marilyn de 'Blonde' no es tonta ni eternamente sonriente: su debate interno con Norma Jeane, su insana relación con su propia sexualidad y la búsqueda eterna de un padre desconocido marcan una película que en cada plano quiere innovar y crear nuevas tendencias para deslumbrar al espectador. Si creías que lo habías visto todo, la película de Netflix viene dispuesta a sorprenderte en lo visual con cambios de formato, travellings imposibles que varían tu percepción espacial y temporal, escenas sacadas de una película erótica softcore y hasta vergonzosos momentos pretendidamente dramáticos que recuerdan poderosamente a '¡Mira quién habla!' (que, todo sea dicho, no deberían haber pasado del primer borrador del guion).

Lo mejor de 'Blonde' es que no se corta lo más mínimo con sus ideas visuales, siempre remando a favor de la trama. Si se puede hacer, se hará. El relato sobre la vida real de Marilyn Monroe se descuida deliberadamente evitando el biopic clásico en favor de una locura continua en progresión que nos mete en un torbellino mental agotador (atención a ese pase insoportable de 'Con faldas y a lo loco') en el que nunca sabes qué vendrá después. Ver esta película es como subir al Tourmalet en monopatín: es cansado, es extremo, es absurdo y no tienes muy claro al final que la satisfacción haya valido la pena.

Por momentos la vale, desde luego: la cinta de Netflix agota, pero su retrato de una actriz rota en todos los sentidos y la lucha propia contra el icono que ella misma había creado, si bien no hace justicia al personaje real, sí que crea grandes momentos ficcionados. 'Blonde' es un biopic terrible, pero una estupenda obra de ficción. A veces.

¡Mira quién habla ahora!

El problema de filmar una película tan extrema y chocante como 'Blonde' es que cuando aciertas, lo haces de pleno. Hay cientos de hallazgos entre el frenético tornado de planos imposibles, empezando por ese viaje en coche al mismísimo infierno (no hay mucha sutileza aquí) que termina culminando con otro viaje, esta vez solo de ida, a un interior deprimido, cansado y harto de su propia existencia desencadenado por una simple tarjeta de felicitación. No se le pueden quitar méritos: guste más o menos, la cinta pretende ser escandalosamente buena, exagerada, obligatoria y más grande que el cine. No siempre lo logra, pero nunca se rinde en su empeño.

Y eso que por cada dos hallazgos hay un momento de querer meter la cabeza debajo de la tierra: en una película donde todo vale, no todos los conceptos pueden funcionar, y en ocasiones 'Blonde' se siente como un lugar en el que no ha habido criba, aunque la propuesta no encaje en el tono general de la película y vaya a suponer la carcajada involuntaria de un público estupefacto viendo cómo el coqueteo de la cinta con el videoarte culmina con pornografía light o una conversación antiabortista entre feto y madre simplemente imposible que parece casi una parodia. Se aprecia, eso sí, la honestidad y la negativa a levantar el pie del acelerador: si jugamos a todo, lo hacemos con todas las consecuencias. Y si nos estrellamos, pues mala suerte.

Donde Dominik no hila tan fino es en su retrato de Marilyn Monroe, una de las actrices a las que peor se trató en su momento, uno de los primeros juguetes rotos de los paparazzi, que aquí no está tratada con la justicia que el tiempo pide. Aunque se recalque en más de una ocasión la inteligencia del personaje, en su intención por denunciar la sexualización (se nota que la película opera en los tiempos post-me too) cae en aquello que critica y denuncia. 'Blonde' nos dice en el texto que Marilyn Monroe no era solo un pedazo de carne, pero en el subtexto deja caer lo contrario. Cuando haces una película de extremos, no tienes tiempo para medir ni para sutilezas. Lo que importa es polemizar y no perder el interés del espectador nunca, y en ese deporte estamos ante una película impecable.

¡Presenten Armas!

Si hace trece años me hubieran dicho que iba a escribir de la protagonista de 'Mentiras y gordas' que es una seria contendiente para los Óscar, no me habría creído ese futuro distópico. Y sin embargo, aquí estamos: Ana de Armas, después de unos años montando su papel de inefable secundaria en Hollywood y de estar en boca de todos tras 'Puñales por la espalda', 'Sin tiempo para morir' o 'Blade Runner 2049', por fin ha seguido el paso lógico en su carrera. Es la protagonista absoluta de su propia vida, la Norma Jeane perfecta, un éxito a todos los niveles que, como poco, la va a catapultar a unos cuantos años más de fama en lo más alto mientras en España algunos productores se seguirán tirando de los pelos por tenerla ahí y no saberlo ver.

Es sorprendente que Netflix, en este año de evolución decisivo para su futuro, haya decidido apostar por dos películas tan diferentes y al mismo tiempo tan similares como 'Blonde' y 'Bardo: falsa crónica de unas cuantas verdades', dos cintas visualmente espléndidas y técnicamente perfectas pero que han decidido no tomar prisioneros ni esforzarse por gustar al público general, salga el experimento bien (la que nos ocupa) o mal (la de Iñárritu). Puede que no sean películas perfectas, pero en un tiempo de aburrimientos clónicos -¡incluso en festivales de cine!- se agradece el esfuerzo.

'Blonde' es un delirio que se aleja pretendidamente de cualquier intento de biopic tradicional ofreciendo por momentos unas imágenes más cercanas al arte y ensayo que a cualquier película de Netflix. Pero el prodigioso trabajo tras las cámaras de Andrew Dominik y la espectacular presencia actoral de Ana de Armas no enmascaran del todo que esta colección de planos secuencia, innovaciones estéticas y momentos delirantes no están del todo refinados, y el metraje, tan opresivo y fabuloso la mayor parte del tiempo, no termina de acertar siempre el tiro en este viaje al que quizá le habrían sentado mucho mejor veinte minutos menos. En todo caso, 'Blonde' es una de las películas más importantes del año y contiene al menos dos de las secuencias de las que más se va a hablar. Tú eliges si quieres ponerte la barra de seguridad y montarte en la montaña rusa. Una vez empiezas, ya no hay vuelta atrás.

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