'Terminator: Destino oscuro': una entretenidísima secuela que no arriesga y recupera lo mejor de la saga

La saga ‘Terminator’ ha recibido multitud de críticas desde que James Cameron, su creador, la abandonase tras la segunda entrega. En Hollywood no iban a dejar de intentar rentabilizar la franquicia por la ausencia de su creador y en este tiempo hemos visto tres secuelas que tampoco terminaron de conquistar al público, sirviendo además para incitar a la desconfianza hacia ‘Terminator: Destino oscuro’.

Vendida como una secuela directa de ‘Terminator 2: El juicio final’, esta sexta entrega contaba con el aliciente añadido de la implicación de Cameron y el regreso de Linda Hamilton como Sarah Connor. Por mi parte, he disfrutado con todas las películas de la saga en mayor o menor medida, pero no me queda otra que secundar esas primeras opiniones que situaban a ‘Destino oscuro’ como la mejor entrega desde la segunda parte.

Pisando sobre seguro

‘Terminator: Destino oscuro’ no es una película innovadora -no creo que nadie lo esperase, pero mejor dejarlo totalmente claro-. Casi parece que sus implicados hayan tomado nota de las quejas recibidas por las tres anteriores entregas -las cuales no solamente ignora, sino que las borra de la continuidad de la franquicia- y para ello se ha optado por recuperar los elementos más emblemáticos de las dos primeras para construirla.

Lo curioso es que las principales novedades vienen de la mano de dos viejos conocidos: las tramas de Hamilton y Arnold Schwarzenegger sí que son una evolución respecto a lo que ya conocíamos, dándonos además un motivo adicional para implicarnos emocionalmente en lo que sucede en pantalla. No esperéis nada muy profundo, pero sí que aporta el toque humano necesario como para que la naturaleza repetitiva de la película nunca se vuelva en su contra.

Y es que sí, en ‘Terminator: Destino oscuro’ volvemos a ver cómo un Terminator es enviado al pasado para intentar acabar con la vida de la personaje que puede complicarle la victoria a Legion -la sucesora de Skynet-. También llega alguien para defender a ese nuevo objetivo y todo pronto deriva en un accidentado correcalles. Por ahí no hay sorpresas, pero sí hay otro regreso fundamental para recuperar el ADN de la franquicia: el enfoque para adultos.

Recuperando la diversión para adultos

A una franquicia como ‘Terminator’ se le pueden añadir muchas cosas, pero nunca debería haberse prescindido de la calificación R en Estados Unidos. Estamos hablando de una máquina de matar venida del futuro dispuesta a cualquier cosa para cumplir su misión. En ‘Terminator: Destino oscuro’ hay sangre, violencia y palabras malsonantes. Todo ello perfectamente integrado en el guion para que avance la historia o simplemente para que los personajes sigan siendo los que conocíamos.

A partir de ahí sí encontramos una especie de reinicio que confía bastante en el pasado, incluyendo guiños a varios momentos de las dos primeras entregas. Por suerte, no son homenajes vacíos, ya que Tim Miller ejecuta las escenas de acción con gran precisión, permitiendo al espectador disfrutar de ellas en lugar de intentar dar la ilusión de espectáculo a través del montaje y usa de maravilla los efectos especiales para complementar en lugar de como razón de ser de las mismas. Aquí luce el dinero invertido, pero justo es reconocer que Miller no tiene la misma inventiva que Cameron.

En el esqueleto del relato sí hay tiempo para potenciar la presencia femenina en el reparto. De los cinco personajes principales, tres son mujeres y el guion firmado por David S. Goyer, Justin Rhodes y Billy Ray los maneja muy bien para evitar caer en repeticiones insulsas -el personaje de Natalia Reyes podría haber sido simplemente una nueva Sarah Connor y no es el caso-. Esto dota de algo más de personalidad a la película.

Uno de los mejores blockbusters del año

De esta forma, ‘Terminator: Destino oscuro’ funciona como algo más que un gran pasatiempo de acción y ciencia-ficción porque entendemos mejor sus motivaciones y los cambios que van sufriendo a lo largo de la película. La propia Hamilton comentó hace poco que el fallo de las tres anteriores entregas es que desatendía ese punto, que la clave estaba en tener pocos personajes y que te importen. No voy a decir que mi conexión con ellos me llevó al borde del asiento en las escenas peligrosas, pero sí que algo de emoción llegan a provocar.

Tampoco faltan las pequeñas gotas de humor aquí y allá para aligerar tensiones, pequeños momentos dramáticos para darle más fondo a la historia y un ritmo muy conseguido para evitar que uno nunca llegue a aburrirse en su butaca. Le falta un poco más de riesgo para alcanzar a las dos primeras entregas, con las que la comparación es inevitable, pero por sí misma ya es uno de los mejores blockbusters de lo que llevamos de 2019.

Quizá el que se vea más afectado por ello es Gabriel Luna, el Ghost Rider de la televisiva ‘Agentes of SHIELD’, como el nuevo villano. Los guionistas se sacan de la manga un buen recurso con la posibilidad de dividirse en dos, pero el rol de amenaza implacable silente ya está un poco desgastado y eso le resta algo de impacto. Luna no tiene culpa alguna de ello, pero la sensación de amenaza respecto al Robert Patrick de ‘El juicio final’ es menor cuando se trata de un modelo mucho más evolucionado.

En resumidas cuentas

‘Terminator: Destino oscuro’ es un muy buen entretenimiento en el que se recupera lo mejor de la saga para crear una película que no arriesga prácticamente nada, pero a cambio todo lo hace de forma solvente. El regreso de Hamilton como Sarah Connor tiene mucho que ver en el resurgir de la franquicia, pero en líneas generales todo funciona bien. Simplemente le falta un poco más de inventiva para no dejar la sensación de que en el fondo estás volviendo a ver lo mismo.

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