Netflix acaba de estrenar su arma secreta para San Valentín: 'Todas las veces que nos enamoramos' es diferente a 'Élite' y una notable comedia romántica

Carlos Montero lleva muchos años demostrando que se mueve como pez en el agua en el mundo adolescente. Obviamente, ahora todos pensamos en 'Élite', pero con anterioridad a la serie de Netflix también participó como guionista en 'Al salir de clase' y creó 'Física o química', sabiendo además ofrecer un enfoque diferente que se ajuste a las características de la serie.

Tras saborear el éxito con 'El desorden que dejas' y el fracaso con 'Feria: La luz más oscura', Montero vuelve a apostar por una serie que arranca con tono adolescente aunque luego 'Todas las veces que nos enamoramos' es bastante más que eso. Su primera temporada llega este martes de Netflix y es la gran apuesta de la plataforma para este San Valentín. No es ni mucho menos perfecta, pero sí se trata de una propuesta notable que supera con creces lo que ofrece la discreta 'Tu casa o la mía'.

La identidad de la serie

La historia de 'Todas las veces que nos enamoramos' gira alrededor de Irene y Julio, dos jóvenes de orígenes muy distintos que se conocen por casualidad y sus caminos no dejarán de cruzarse a lo largo de los años. Desde el primer momento somos conscientes de que la serie va a jugar en todo momento con la idea de que están destinados a acabar juntos pero que luego siempre surge algún tipo de obstáculo.

Ahí es donde el equipo de guionistas liderado por Montero está muy hábil para rodear un recurso tan explotado por la comedia romántica como ese de elementos que le permitan tener una voz propia. Por ello, la idea de introducir la serie dentro del propio mundillo cinematográfico sirve para que los sueños y las aspiraciones de sus personajes encuentren un respaldo suficientemente fuerte para que el público pueda conectar mejor con ellos.

A fin de cuentas, todos hemos soñado en algún momento con algo y 'Todas las veces que nos enamoramos' entra tanto en las frustraciones por ver cómo el tiempo pasa y no consigues nada -pero sí la gente a tu alrededor-, pero también para mostrar la ilusión cuando todo parece ir sobre ruedas. Como era de esperar, el realismo de las situaciones que propone es cuestionable, pero lo que busca la serie es intentar equilibrar la necesidad de plantear una fantasía con hacerla lo más cercana posible, y por ahí hay poco que objetar.

Por ese lado, 'Todas las veces que nos enamoramos' deja unas sensaciones mucho más similares a 'Élite: Historias breves' que a 'Élite', pues aquí hay mucho más espacio para dejar respirar la historia y las emociones de sus personajes sin que haya una serie de ingredientes identitarios que obliguen a llevarlo todo en otra dirección. Eso es algo que ha sido cada vez más patente en 'Élite' y cuando mayor ha sido el desequilibrio hacia ese lado, peor ha funcionado todo.

Eso no quita para que en 'Todas las veces que nos enamoramos' también haya una cantidad generosa de escenas de sexo o una subtrama con fines de desestabilizar dramáticamente todo, pero el equipo de la serie logra mantenerlo siempre todo bajo control para que no llegue un punto en el que parece que todo va dando palos de ciego. Y ahí también incluyo su atrevimiento al vincular la historia de Irene y Julio con un importante suceso real.

Otros detalles de 'Todas las veces que nos enamoramos'

El gran acierto para conseguirlo es su galería de personajes. Tanto Georgina Amorós, que ya era de lo mejor de 'Élite', como Franco Masini cumplen con creces para que nos interesen las idas y venidas de sus personajes, tanto cuando sus historias convergen como cuando avanzan por separado, pero es en los secundarios donde 'Todas las veces que nos enamoramos' brilla con luz propia, en especial en los casos de Carlos González, Blanca Martínez y Roser Vilajosana -se va a hablar más de los dos primeros, pero Vilajosana también lo borda con menos material para ello-.

No es solamente que aporten frescura, una idea sin duda buscada desde el guion, es que sus interpretaciones añaden un componente de cierta espontaneidad que le sienta de fábula a la serie. Y es que el romance central ya funciona bien -aunque justo de destacar que se retrata bastante mal el paso del tiempo en los personajes, dando la sensación de ser físicamente iguales en situaciones separadas entre sí por casi dos décadas-, pero por sí mismo no iría más allá de ser un relato efectivo, pero es al ampliarlo cuando 'Todas las veces que nos enamoramos' llega a otro nivel.

También ayuda una acertada selección de temas musicales que lo mismo te sirven para situar mejor temporalmente ciertas situaciones que para subrayas un poco más las emociones de esos determinados momentos. Tampoco es que se trate de aciertos históricos que recordaremos dentro de un tiempo, pero sí que se convierte en un ingrediente adicional para delimitar mejor el tono que busca imprimir Montero.

Por lo demás está claro que no es una serie que busca una gran profundidad dramática y hay una ligera tendencia a lo superficial -ojo, mucho menos acusada de lo habitual en este tipo de obras-, algo que quizá moleste a algunos espectadores. Sin embargo, 'Todas las veces que nos enamoramos' es una serie que va siempre de cara, nunca se complica más de lo necesario y el único detalle que realmente llegó a molestarme es que no se haya apostado por ser una miniserie cuando lo que cuenta parece estar pidiéndolo a gritos en todo momento.

De hecho, me temo que una segunda temporada solamente serviría para dar vueltas sobre lo mismo, pero lo que tenemos hasta ahora es una buena serie orientada a la mayor cantidad de público posible. Un pequeño bombón que quizá no tenga las mejores propiedades nutricionales, pero eso no quita para que uno pueda disfrutar con ello, sobre todo si se ha hecho con cierto mimo, como en el caso que nos ocupa.

En resumidas cuentas

'Todas las veces que nos enamoramos' no es una de esas series que vaya a cambiarnos la vida, pero es muy honesta en sus intenciones y poco hay que objetar al resultado final siempre que uno no tenga alergia a este tipo de propuestas. Queda el miedo de si acabará alargándose más de la cuenta, pero tiene encanto, es divertida cuando se lo propone y sus personajes tienen gancho suficiente y resultan cercanos. Ojalá arrase y propuestas posteriores se parezcan más a esto que a eso en lo que ha acabado convirtiéndose 'Élite' o, peor aún, a la deficiente 'A través de mi ventana'.

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