Barcelona acaba de perder otro cine histórico. Sólo es otro síntoma de que muchas salas no están preparadas para proporcionar una experiencia satisfactoria al público

Adiós a los Comedia, un espacio cultural que arrancó como teatro hace 90 años y que debutó como cine en la década de los 60

Cuando empieza un año nuevo, es complicado no proyectar el máximo optimismo posible sobre lo que, con suerte, nos depararán los próximos 12 meses en nuestras vidas, incluyendo al sector cinematográfico. Por desgracia, hay males comunes que continuarán estando a la orden del día, y uno de ellos tiene que ver con una epidemia de cierre de salas de cine que se ha cobrado su nueva víctima en Barcelona después de que los Yelmo Icaria bajasen la persiana definitivamente.

Los cines Comedia, también propiedad de la compañía Yelmo, cerrarán definitivamente sus puertas este mismo domingo 14 de enero después de que el inmueble, ubicado en el número 13 del paseo de Gràcia, iniciase su trayectoria cultural como teatro en 1934 y se reconvirtiese en cine en la década de los años 60, debutando en su primera proyección con la mexicana 'Un grito en la noche'.

Los motivos del cierre del negocio parecen apuntar a una finalización de un contrato de explotación que los propietarios no tienen intención de renovar con Yelmo. Según recogen en la web de 3cat, los dueños tienen intención de alquilar el espacio a la actividad que ofrezca "más valor añadido" a Barcelona y, tal vez pecando de cinismo, teniendo en cuenta la ubicación y la tendencia que, como residente, he estado notando durante los últimos años, algo me dice que terminará dedicado a agasajar a las avalanchas de turistas que siguen adueñándose de la urbe.

El quid de la cuestión

Dejando a un lado el factor demográfico y económico, he de reconocer que las instalaciones de los Comedia dejaban bastante que desear y hacen algo más comprensible la situación pese a ofrecer entradas a precio reducido. Sus cinco salas no estaban en absoluto bien equipadas, con superficies de proyección defectuosas y, lo que es aún más sorprendente, una pantalla principal en cuyo patio de butacas podía percibirse el paso del metro en plena proyección. ¿Alguien dijo 4DX?

Bromas aparte, esto nos permite ya no abrir, sino continuar hurgando en un melón que no parece estar cerca de cerrarse, y este es el que invita a debatir sobre qué necesita una sala de cine para poder sobrevivir en un mercado en el que el streaming ya no es ninguna novedad, sino otra opción establecida para consumir producto audiovisual. Las tres claves podrían parecer muy difíciles de discernir, pero en realidad son rematadamente lógicas.

La primera de ellas, como es lógico, pasa por contar con un músculo audiovisual a la altura del precio de una entrada y que pueda competir directamente con nuestras pantallas 4k HDR de 60 pulgadas sumadas al confort de nuestro sofá. Proyectores con bombillas dentro de su vida útil, sistemas de sonido punteros y asientos cómodos son tan básicos como la correcta calibración de audio y vídeo; y es que una sala no necesita camas ni reclamos absurdos varios cuando proyecta con las relaciones de aspecto correctas.

Sala Cinesa con camas.

Las dos últimas, y no por ello menos importantes, engloban los otros dos factores esenciales de la experiencia en salas. Una es contar con una oferta interesante que sepa diversificar y vaya más allá de los blockbusters y los largometrajes mediáticos de turno; algo que puede parecer comercialmente arriesgado pero que, tratado con inteligencia, puede resultar harto beneficioso a medio plazo al plantar cara a la inmensidad de los catálogos de las plataformas.

Para terminar, es primordial asegurarse de que la sesión transcurre con la gran pantalla como única protagonista. La figura del acomodador vuelve a ser necesaria en tiempos de teléfonos móviles y neandertales que, o bien piensan que están en el salón de su casa y pueden comportarse como les plazca, o comparten la idea de que haber pagado una entrada les da carta blanca para arruinar una tarde o noche de cine a sus vecinos de fila.

Mientras no se controle todo esto, la devaluación de las producciones cinematográficas derivada de su transformación en simple y llano contenido que llevarse a las retinas a paladas continuará haciendo mella en una industria de la exhibición en la que casos como el del Comedia seguirán estando a la orden del día.

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Imagen cabecera | Enric

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