Las 21 mejores películas de cine negro de toda la historia

Es uno de los géneros más codificados de la historia, y aún así, es complicado definirlo. ¿qué es el noir? Sabemos que el cine negro prototípico tiene química sexual extrema, a menudo entre una femme fatale despiadada y un hombre duro y de emociones encallecidas. Su estética está basada en los claroscuros cromáticos, las sombras y los escenarios retorcidos, perfectos reflejos de las pasiones torturadas de quienes deambulan por ellos. 

También tenemos como elemento clave la temática criminal, a menudo (aunque no siempre) retratada desde el punto de vista de los forajidos. Malhechores o polizontes, en cualquier caso, todos exhiben una moral ambigua y poco fiable, donde el detective puede convertirse en traicionero extorsionador a la mínima. Y también tenemos la tendencia a la mutación del género: una película de ciencia-ficción o una comedia pueden tener, a golpe de femme fatale y bar de mala muerte, elementos de noir.

Ya, no te ha quedado del todo claro, ¿no? Desde principios de los años cuarenta hasta finales de los cincuenta, el noir clásico campó a sus anchas por Hollywood, y autores tan respetados como Orson Welles, Howard Hawks, Billy Wilder, John Huston o Fritz Lang contribuyeron a darle forma. Nosotros, sin ánimo de ser definitivos o completistas hemos hecho una amplia selección de unos cuantos impepinables del género. Hemos intentado no repetir demasiados autores o estilos, ni desviarnos demasiado del noir canónico. 

Como siempre, recuerda que estas películas obedecen a una selección rigurosamente personal del autor de estas líneas. Te invitamos a que acudas a los comentarios y completes la selección con tus propias propuestas. Ajústate la cartuchera y bienvenidos al blanco y negro (literal o metafórico).

El halcón maltés (1941)

Director: John Huston

Intérpretes: Humphrey Bogart, Mary Astor, Gladys George, Peter Lorre, Barton MacLane, Lee Patrick

El venerable abuelo de todos los noir sería superado por muestras más sofisticadas y despiadadas del género solo unos pocos años después, pero la primera película de John Huston sigue siendo un clásico indiscutible. Basada en una novela también esencial para el género de Dashiell Hammett (publicada en 1930 y, de hecho, adaptada por primera vez con mucha más ingenuidad en 1931),  la encarnación de Bogart como Sam Spade se convertiría en un modelo a imitar. Fue gracias a que el actor, conocido hasta entonces por sus papeles de gángster, le inyectó una buena dosis de ambigüedad inspirada en éstos con su combinación (tan imitada como parodiada) de melancolía, cinismo y un punto romántico.

Y no olvidemos, entre toda la fauna urbana que se encuentra Spade, a la icónica femme fatale Brigid O'Shaughnessy (ya se te llena la boca solo con el nombre de esta espléndida encarnación de la actriz Mary Astor). En este caso, la historia de la búsqueda de un preciado objeto (el halcón del título) es también un esquema muy socorrido, y concluye como todos los buenos noir: con un sonoro e inteligente corte de mangas al restrictivo código Hays de censura.

Perdición (1944)

Dirección: Billy Wilder 

Intérpretes: Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson, Tom Powers, Porter Hall

Todo nombres de primerísima categoría para uno de los clásicos indiscutibles del cine negro. Raymond Chandler y Billy Wilder (podemos pelearnos en el barro, si quieres, para dirimir si las mejores películas de Wilder pertenecen a las comedias o al cine negro, pero yo lo tengo claro)  firman un guión basado en una novela de James M. Cain, que encarnan nada menos que un Fred MacMurray que no cae en los tópicos habituales gracias a sus papeles previos en la comedia, una Barbara Stanwyck que brilla en el mejor papel de su carrera -una auténtica psicópata- y un Edward G. Robinson tan perfecto como de costumbre. Para redondear, una increíble banda sonora de Miklos Rozsa.

Una película de la que nada menos que Alfred Hitchcock era fiel devoto, y que vio la luz en un año que definió perfectamente la estética y temáticas del género -poco antes de que los críticos franceses acuñaran el término-, junto a otros clásicos como 'Laura' o 'La mujer del cuadro'. El argumento es también un clásico y conocería múltiples reformulaciones (una mujer fatal lía a un desprevenido agente de seguros para que maten al marido de ella), y su estructura contada en un largo flashback es una delicia. La estética, a la vez heredera del artificioso expresionismo alemán y de las crudas crónicas de sucesos de la época, marcó el género. 

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Laura (1944)

Director: Otto Preminger

Intérpretes: Gene Tierney, Dana Andrews, Clifton Webb, Judith Anderson, Vincent Price, Dorothy Adams

Como muchos otros directores de la época, Otto Preminger (que había dejado Austria cuando comenzaba la guerra) obtuvo su primer gran éxito en Hollywood dentro del noir (y no fue el único: mucho ojo a películas del director como '¿Ángel o diablo?', 'Vorágine' o 'Al borde del peligro'). Era una época burbujeante para el género: 'Perdición' se estrenaría solo un mes después, y los códigos del noir estaban tan bien asentados que se permitían difusos experimentos con los géneros como este, que parece casi una historia de fantasmas de Daphne Du Maurier (se basa en una novela de la interesantísima novelista de misterio proto-feminista Vera Caspary): aquí, un detective (Dana Andrews) que investiga la muerte de una mujer (Gene Tierney) acaba obsesionado con ella.

La elegantísima dirección de Preminger, que inunda el relato de movimientos de cámara y hallazgos de puesta en escena dota a 'Laura' de un halo de romanticismo fatalista del que carecen otras muestras más ásperas y realistas de noir, lo que posiblemente haya certificado su categoría de clásico más allá de los límites del género. Sin duda su gran acierto son los personajes que rodeaban a la difunta: el columnista de lengua viperina Waldo Lydecker (Clifton Webb), el playboy Shelby Carpenter (Vincent Price) y el propio detective protagonista, que se adelanta al James Stewart de 'Vertigo'.

Desvío (1945)

Director: Edgar G. Ulmer

Intérpretes: Tom Neal, Ann Savage, Claudia Drake, Edmund MacDonald, Tim Ryan, Esther Howard, Pat Gleason

Durante décadas considerada una pieza menor al lado de contemporáneas tan monumentales como 'Perdición' o 'El sueño eterno', esta pieza rotunda y extraña de Edgar G. Ulmer (curtido en mil películas de bajo presupuesto y recordado sobre todo por 'Satanás', pura gloria de horror pre-Código Hays de Universal) ha acabado siendo reivindicada como un extraordinario noir. El aspecto arrebatadoramente onírico de su fotografía le dieron fama de haber sido rodada en una semana, aunque más tarde se descubrió que no era cierto.

En 68 frenéticos minutos que parecen haber inspirado múltiples comedias locas de los ochenta acerca de personajes inocentes que, por azar y por destino se ven sumidos en aventuras más grandes que la vida, Ulmer nos cuenta cómo un músico que hace autostop para atravesar el país (Tom Neal) es recogido por un extraño. Tras la muerte accidental de éste, se apropia de su coche e identidad y se ve envuelto en mil y una peripecias, empezando por el tropiezo con una de las femme fatales más peculiares del periodo, una mujer magnética y malencarada interpretada por Ann Savage y que precipita este tobogán de situaciones delirantes y modernísima atmósfera de pesadilla.

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El sueño eterno (1946)

Dirección: Howard Hawks 

Intérpretes: Humphrey Bogart, Lauren Bacall, John Ridgely, Martha Vickers, Dorothy Malone, Regis Toomey

Dos elementos dieron fama a esta adaptación de la novela clásica de Raymond Chandler. Por un lado, la encarnación de Humphrey Bogart como  Philip Marlowe paradigmático (tanto como su Sam Spade de 'El halcón maltés', cinco años antes). Por otro, la tensión sexual entre Bogart y Lauren Bacall, asombrosa en una película de los años cuarenta y que hace transitar a la película por códigos casi de comedia screwball, con unos diálogos entre la pareja absolutamente deliciosos, tan febriles, afilados y faltones como los de 'La fiera de mi niña'. No es de extrañar que Hawks no volviera a incidir en un género que exigía más cinismo. 

Se dice que Hawks sacrificó en la sala de montaje la verosimilitud y credibilidad del film (la película arranca con Marlowe contratado para investigar unas deudas de juego de una descocada heredera, aunque pronto la cosa va por derroteros completamente distintos), dando preferencia a secuencias que incrementaran el alto voltaje sexual y dejando fuera las  convenciones policiacas. El resultado funciona casi como una versión onírica y estilizada de los tópicos del género, superándolos y afianzándolos.

Retorno al pasado (1947)

Director: Jacques Tourneur

Intérpretes: Robert Mitchum, Jane Greer, Kirk Douglas, Rhonda Fleming, Richard Webb, Steve Brodie

Otra producción definitoria de los argumentos, ambientes y personajes del cine negro más puro, con un trío de intérpretes absolutamente arrollador: Mitchum es un detective contratado por el gángster Douglas para que encuentre a una de las femmes fatales más despiadadas del noir, Jane Greer, después de que ésta le dispare y robe una pequeña fortuna. Todo ello imbuido en una estructura deliberadamente confusa, a golpe de flashbacks que enuncian otro gran tema del género: el personaje de Mitchum intenta escapar de su pasado, pero no es tan fácil. 

El Tourneur de los años cuarenta rubricó un trío de piezas perfectas de género (a este noir habría que sumar las atmosféricas piezas de terror 'La mujer pantera' y 'Yo anduve con un zombi'), e inyectó aquí su habitual estilo tenebroso. Le ayudaron, aparte de las interpretaciones medio sonámbulas del reparto, la fotografía llena de sombras de Nicholas Musuraca y la antológica banda sonora de Roy Webb. La guinda es la colaboración como coguionista no acreditado de James M. Cain, que decidió extirpar todo rastro de empatía del personaje de Greer.

La dama de Shanghai (1947)

Dirección: Orson Welles

Intérpretes: Orson Welles, Rita Hayworth, Everett Sloane, Glenn Anders, Ted de Corsia, Erskine Sanford

Mítica por su secuencia final con el tiroteo en el laberinto de espejos, 'La dama de Shanghai' va más allá de eso, casi como una declaración de intenciones de un Orson Welles al que se había retirado el enchufe del presupuesto infinito (en realidad, rodó esta película como compensación por la financiación del desastroso musical de Broadway inspirado en 'La vuelta al mundo en 80 días'). Con esta pequeña maravilla, Welles siguió definiéndose como uno de los mayores rebeldes de Hollywood, actitud que eclosionaría quizás en esa joya tardía del noir que es 'Sed de mal'.

Aquí un marinero irlandés (Welles) entra a trabajar en un yate al servicio de un inválido casado con una mujer de extraordinario atractivo (Rita Hayworth, entonces mujer separada del director, lo que dota de un perturbador subtexto al film). Pronto descubrirá que es solo un peón en un complejo plan para un asesinato, rodado con pulso clásico gracias a la extraordinaria visión del director de fotografía, Charles Lawton Jr.

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El tercer hombre (1949)

Director: Carol Reed

Intérpretes: Joseph Cotten, Alida Valli, Trevor Howard, Orson Welles, Bernard Lee, Paul Hörbiger

Aunque carece del arrollador prestigio de otras películas de su época, 'El tercer hombre' merece estar en las listas de las mejores del género debido a su brillante puesta en escena, mucho más esteticista y cuidada que otras contemporáneas. En ella nos movemos a Viena en 1947, a principios de la Guerra Fría. Un escritor de baja estofa acude a visitar a un amigo, pero éste muere en un accidente de tráfico. Según la policía, dos hombres le ayudaron, pero un testigo habla de un tercero. 

Graham Greene adapta aquí su propia novela, y sabe qué teclas pulsar para que se respete el extraño espíritu de la misma. La opresiva atmósfera de Viena después de la guerra, espléndidamente fotografiada por Robert Krasker como si se tratara de un sueño o una película de terror, con gran influencia expresionista, da el toque irreal perfecto a una película tan amoral como cualquier otra obra maestra del noir, pero mucho menos sórdida. Aún así, temas como el deseo sexual no concretado o la traición se dan cita en una película mucho más oscura de lo que parece y que supone la cime de las grandes colaboraciones entre Reed y Greene. La guinda, las excelentes interpretaciones de Cotten y un Orson Welles secundario, pero con algunas de las líneas de diálogo más famosas de su carrera.

La jungla de asfalto (1950)

Dirección: John Huston

Intérpretes: Sterling Hayden, Louis Calhern, Sam Jaffe, Jean Hagen, James Whitmore, Marilyn Monroe

No exactamente una película noir, sino más bien un esquema de cine negro aplicado a los códigos de las películas de atracos con tal perfección y firmeza que se convirtió en el modelo bajo el que se ha medido el género posteriormente. Conoceremos aquí la meticulosa preparación del atraco a una joyería mientras vamos conociendo a cada uno de sus ejecutores, dueños de un conjunto de habilidades muy específicas. Por supuesto, lo oscuro de sus orígenes y motivaciones, lejos del amable baño de antiheroísmo que baña hoy al género, les hace destinatarios de un porvenir negrísimo. 

Aún así, y pese a ese pesimismo tan propio de Huston, la sistemática humanización que el guión de Ben Maddow y el propio John Huston (basándose en un best-seller de W.R. Burnett) lleva a cabo con los criminales es lo que la hace tan actual, tan influyente y también lo que levantó ampollas en su día. Lejos de la morbosa identificación con los gángsters del cine de los años treinta, 'La jungla de asfalto' presenta a criminales que son padres de familia o víctimas de circunstancias muy diversas. No se puede pedir más modernidad que eso.  

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El demonio de las armas (1950)

Director: Joseph H. Lewis

Intérpretes: Peggy Cummins, John Dall, Berry Kroeger, Morris Carnovsky, Annabel Shaw, Harry Lewis

Un clasicazo de serie B muy modesta, aún dentro de la etapa clásica del noir, pero que incluye trazas de otros géneros, matizando y radicalizando ciertos aspectos de los códigos habituales en las historias de gángsters y delincuentes. En este caso, seguimos las andanzas de un par de atracadores a lo Bonnie & Clyde, pero retratados de forma mucho más sintética y directa de lo habitual y con elementos de thriller psicológico, ya que aquí se pone el acento en el magnetismo que las armas de fuego despiertan en sus antihéroes, más que en el comentario social de qué les ha llevado al crimen.  

El guión de Dalton Trumbo (sin acreditar por su pertenencia a las listas negras anticomunistas) mantiene elevada la temperatura de esta pareja interpretada con una entrega considerable por Peggy Cummins y John Dall. Su inventiva en la puesta en escena, cruda y directa en secuencias como la del atraco al banco en off y plano secuencia, da un aire distinto a esta película que carece de la sutilidad de otros noirs, pero conserva toda la intensidad febril propia del género.

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Los sobornados (1953)

Es famosa por la secuencia en la que un sádico de físico indescriptible interpretado por un joven Lee Marvin echa café hirviendo sobre Gloria Grahame, pero (por supuesto) esta película del gran Fritz Lang es mucho más. Es la historia de un policía (Glenn Ford) que se niega a dejarse azotar por la corrupción que anida en su departamento y emprende, tras el asesinato de su mujer, una lucha desigual contra gángsters y sus propios compañeros.

La fantástica interpretación de Ford y el estupendo guión de Sydney Boehm, inspirado en una novela que a su vez se basaba en hechos reales, son los responsables del impactante retrato de un hombre que, sin perder la integridad moral, se va enfangando en el odio y el deseo de venganza. La sutilísima dirección de Lang para describir a los personajes y al entramado criminal de forma subrepticia es una maravilla y -posiblemente debido a su inclusión en las listas negras de McCarthy- es también políticamente una de sus cintas más combativas. No es difícil encontrar paralelismos entre sus películas antifascistas y la descripción de la sociedad norteamericana, aparentemente libre, que hace aquí.

El beso mortal (1955)

Cuando el cine negro y la tensión atómica de la Guerra Fría colisionan, el resultado es esta maravilla oscura y delirante que detona con la potencia de un millón de megatones. Esta cinta del siempre fiable y polifacético Robert Aldrich arranca cuando el detective Mike Hammer (Ralph Meeker, apropiadamente detestable) casi atropella a una mujer que vaga asustada por una carretera nocturna, vestida solo con una gabardina. Un inicio que ya fija la atmósfera difusa y oscura que marcará el film. Cuando unos días después la mujer es asesinada, Hammer decide investigar.

El final de esta película, literalmente apocalíptico, es buen símbolo de lo que Aldrich, gracias al guión de A.I. Bezzerides -inspirado, cómo no, en la novela de Mickey Spillane-, hace con la figura del detective privado clásico. Si te gustan los tipos duros y amorales, esto puede incluso sobrepasar tus expectativas: la visión de Hammer que tiene Aldrich -izquierdista militante- es misantropía pura, y se nota que su antihéroe no le cae bien. Y los villanos de esta historia están a su altura. Si crees que Aldrich se reveló en '¿Qué fue de Baby Jane?' como un maestro de la violencia incómoda, espera a ver las secuencias de tortura que planteó aquí en plenos años cincuenta.  

Atraco perfecto (1956)

Director: Stanley Kubrick

Intérpretes: Sterling Hayden, Coleen Gray, Vince Edwards, Jay C. Flippen, Marie Windsor, Ted de Corsia

Con veintisiete años, Stanley Kubrick rubricó con su tercer trabajo la primera de sus muchas películas imprescindibles, esta vez siguiendo los pasos de su previa 'El beso del asesino'. 'Atraco perfecto', pese a las buenas críticas recibidas, fue un fracaso de taquilla, lo que no impidió que se convirtiera en película clave del género de atracos, rubricara la desmitificación de héroes y villanos de las historias criminales propia de los cincuenta y alcanzara un status de clásico cuyo eco ha llegado hasta mucho después, cuando películas como 'Reservoir Dogs' han dejado bien patente su influencia. 

El subgénero "atracos que salen regular" alcanzó la cima con esta película (antecedida en solo un año por la también soberbia 'Rififí') excelentemente interpretada por Timothy Carey y una Marie Windsor a quien los códigos tradicionales de la femme fatale le importan bien poco. Lo que distanció a Kubrick de la aún muy reciente 'La jungla de asfalto' -aparte de la sofisticación de su puesta en escena, construida a base de flashbacks que anticipaban formas narrativas experimentales por venir-, fue que se centraba más en las consecuencias del meticuloso atraco a un hipódromo y el conflicto entre los criminales que en la ejecución del delito en sí. Frontal y sin sutilezas, violenta y sórdida, 'Atraco perfecto' vaticinaba nuevos tiempos para el noir, alejados de los clásicos.  

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Sed de mal (1958)

Director: Orson Welles

Intérpretes: Charlton Heston, Janet Leigh, Orson Welles, Marlene Dietrich, Joseph Calleia

Para muchos cinéfilos exigentes, la última gran película de Orson Welles (rotundamente falso: la siguiente sin ir más lejos, 'El proceso', es también monumental). De lo que no cabe duda es que es su mejor aportación a los códigos del cine negro, pese a las virtudes de 'La dama de Shanghai' o 'El extraño'. Es conocida por las inacabables discusiones que tuvo con la productora por el montaje final, que acabó saliendo a la luz en 1998, o por su espectacular plano secuencia inicial, pasmoso por estar rodado de forma completamente artesanal. Pero 'Sed de mal' es mucho más.

Welles logra construir una atmósfera tóxica y pesada a partir de ese amenazador plano secuencia en el que una bomba es colocada en un coche que explota cerca de la frontera de Estados Unidos con México. Una atmósfera que se mastica mientras vamos conociendo a los protagonistas de esta historia sórdida y asfixiante. Charlton Heston como un policía fronterizo, Janet Leigh como su mujer y el propio Welles, en una interpretación casi de tragedia shakesperiana, como detective corrupto. Entre todos envían al espectador el descorazonador mensaje de que llevamos el mal en el torrente sanguíneo, y no hay demasiado que hacer al respecto. Puro pulp sudoroso que echa el cierre a la era clásica en blanco y negro del noir.

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Un largo adiós (1973)

Director: Robert Altman

Intérpretes. Elliott Gould, Sterling Hayden, Nina Van Pallandt, Mark Rydell, Henry Gibson, David Arkin

Cada época tiene su propio Philip Marlowe, la inmortal creación de Raymond Chandler. En la época clásica del noir fue Humphrey Bogart quien le dio vida en 'El sueño eterno'. Resulta significativo que cuando se iba a abrir una nueva edad de oro para el género (estamos a solo un año de 'Chinatown'), llegara un nuevo Marlowe. Está interpretado por un Elliott Gould que inyecta humanidad al habitual cinismo del personaje, en una historia inspirada en una novela abiertamente crepuscular, que Chandler consideraba su mejor obra. 

En este caso, la historia es casi de falso culpable, con Marlowe acusado erróneamente del asesinato de la mujer de un amigo, a quien había acompañado en un viaje fugaz hasta la frontera mexicana. El guión corrió a cargo de la gran Leigh Brackett, que ya había adaptado 'El sueño eterno' décadas atrás, y que plasmó con mucha inteligencia los cambios que había sufrido el icono del detective privado desde los años cincuenta, cuando se escribió la novela. Esa visión sardónica, también muy propia de Altman, insufló de vida a este noir renovado, que también puso el acento en la crítica social.

Chinatown (1974)

Director: Roman Polanski

Intérpretes: Jack Nicholson, Faye Dunaway, John Huston, Perry Lopez, Burt Young, Roman Polanski

La película más representativa del neo-noir, completamente consciente del homenaje que está brindando a los clásicos del género y que funciona como artefacto nostálgico y, a la vez, como comentario sobre los mitos de Hollywood. Jack Nicholson está perfecto como detective perdedor y saco de puñetazos de los matones de rigor, investigando un caso de infidelidad extramatrimonial contratado por una Faye Dunaway que, a su vez, conecta perfectamente con las vibraciones de las femme fatales clásicas. Pronto el caso se complicará, con ramificaciones políticas locales. 

Sin perder la atmósfera opresiva y deprimente del noir de siempre, 'Chinatown' juega con inteligencia la carta del color, convirtiendo los callejones llenos de sombras del género en zonas semidesérticas y bajo un sol de justicia, pero conservando los claroscuros morales de los orígenes. Porque lo grande de 'Chinatown' es que, sin dejar de ser clásica, actualiza las preocupaciones de la época: si en el noir de los 40 y 50 se reflejaba la tensión postbélica, en los setenta Polanski hace una película empapada de desesperanza post-Vietnam y post-Watergate, pese a transcurrir en Los Angeles de los años 30. 

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Fuego en el cuerpo (1981)

Director: Lawrence Kasdan

Intérpretes: William Hurt, Kathleen Turner, Richard Crenna, Ted Danson, J.A. Preston, Mickey Rourke

Superficialmente, la única operación que la oleada de neo-noir de los ochenta efectuó con los clásicos del género fue incrementar el alto voltaje sexual, una operación que veríamos repetida unos cuantos años después, tras el éxito de 'Instinto básico'. Es una visión algo reduccionista de ambos fenómenos, pero especialmente en el caso del nuevo cine negro de los ochenta, que en efecto iba mucho más cargado de tensión sexual que en los años cincuenta, pero con una intención clara detrás. En películas como el excelente remake de 'El cartero siempre llama dos veces' o esta tremenda 'Fuego en el cuerpo', de argumento muy similar y estreno el mismo año, el erotismo funciona como comentario de los papeles femeninos clásicos.

Aquí tenemos una aventura romántica entre un abogado de segunda (William Hurt) y una mujer casada que, en efecto, tiene el fuego en el cuerpo (Kathleen Turner, en un debut en pantalla que marcaría su imagen como actriz en los ochenta). Turner reformula el concepto de la femme fatale transformando el comportamiento gélido de sus precedentes clásicos (sobre todo 'Perdición' y los personajes de Lauren Bacall) en una humanidad que se desborda a través del sexo. Estupenda fotografía de Richard H. Kline, que vuelve del revés al tiempo que homenajea a los clásicos del género y convierte esta obra de Larence Kasdan en una tortuosa odisea moral a cuarenta grados a la sombra.

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La última seducción (1994)

Director: John Dahl

Intérpretes: Linda Fiorentino, Bill Pullman, Peter Berg, J.T. Walsh, Bill Nunn, Zack Phiffer, Dean Norris

Parecía que el eco de la polémica reformulación en los noventa del concepto de la femme fatale, 'Instinto básico', iba a apagarse sin dejar más huella que su propia (y muy notable) existencia. Su concepción fría y frívola del noir generó subproductos propicios para un calentón pero más bien olvidables como 'Análisis final', 'El cuerpo del delito' o 'El calor de la noche'. Sin embargo, algo había en la esencia tórrida de la película de Paul Verhoeven, rebosante de mentiras, ambición y crimen, que propiciaba un acercamiento más firme al cine negro clásico.

Sin duda, 'La última seducción' fue el mejor de todos esos acercamientos (junto a la también estupenda 'Jade', de William Friedkin), antes del espaldarazo a la estética clásica del noir que, solo unos años después, daría 'LA Confidential'. La femme fatale es aquí Bridget Gregory (sensacional Linda Fiorentino), una mujer despiadada y sin escrúpulos que roba el dinero de una estafa farmacéutica y va encadenando una traición tras otra a los hombres que la rodean. Un personaje fascinante con un punto de vista despiadado pero no carente de humor y sarcasmo, y que confirmó a John Dahl como un interesantísimo director que, por desgracia, muy pronto se confinaría a la producción televisiva. 

Lazos ardientes (1996)

Directoras: Hermanas Wachowski

Intérpretes: Jennifer Tilly, Gina Gershon, Joe Pantoliano, John P. Ryan, Barry Kivel, Christopher Meloni

Otro de los más interesantes films derivados del éxito de 'Instinto básico'. El resultado está bien distante de la película de Paul Verhoeven, pero el contexto comercial es indiscutible: se estrenó solo unos años después y con un reclamo morboso muy claro, la relación lésbica, mostrada sin remilgos, entre Jennifer Tilly y Gina Gershon. Ambas son dos mujeres muy distintas pero que se ven inevitablemente atraídas entre sí y deciden atracar al novio de Tilly, el mafioso Caesar (Joe Pantoliano).

Se trata de una subversión de los tropos del cine negro y de las tramas de seducción y mentiras a lo 'El cartero siempre llama dos veces'. Pero es una subversión mucho más sutil que la de, sencillamente, hacer que una mujer adopte el papel habitual de un hombre. Las Wachowski conocían bien los tropos del noir y, en el que fue su debut como directoras (ya habían escrito la fallida pero interesante 'Asesinos'), dinamitaron las convenciones con elegancia: el feminismo que proyecta 'Lazos ardientes' no va de mujeres que vencen a los hombres con sus propias armas, sino de mujeres que saben aprovecharse de la imagen que proyectan ellas y los machos.

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L.A. Confidential (1997)

Director: Curtis Hanson

Intérpretes: Guy Pearce, Russell Crowe, Kevin Spacey, Kim Basinger, Danny DeVito, James Cromwell

La película que revitalizó el género a mediados de los noventa y desató una minioleada de películas que reverenciaban el noir clásico con tanta intensidad como lo había hecho 'Chinatown' en los setenta. Esta vez, pese a la pátina de reverencia estética y temática a los clásicos, la fuente era de primera categoría: una novela de James Ellroy, clásico absoluto actual del género en literatura, que plasmó una vez más la viciada y opresiva atmósfera de cine negro clásico de Los Angeles, y que Curtis Hanson trasladó perfectamente a imágenes.

Lo hizo con un reparto impecable (los protagonistas casi debutando o en sus primeros papeles extensos o conocidos), perfecto en sus sequísimas y canónicas interpretaciones, y contó un caso de corrupción en un departamento de policía de LA en los años cincuenta y cómo tres policías de caracteres contrapuestos deben encargarse de la investigación. Los cruces entre la corrupción, Hollywood, el tráfico de drogas, la mafia y los intereses políticos no son nuevos en el neo-noir, pero pocas veces han estado tan bien entretejidos como aquí, en una película que recuerda a clásicos como 'El sueño eterno', pero que es mucho más que un mero homenaje a los tiempos grandes del género.

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Jackie Brown (1997)

Director: Quentin Tarantino

Intérpretes: Pam Grier, Samuel L. Jackson, Robert De Niro, Robert Forster, Bridget Fonda, Michael Keaton

'Jackie Brown', una de las películas menos apreciadas en su momento de la carrera de Quentin Tarantino, pero también una de las que más devotamente ha sido reivindicada con el paso de los años, tuvo la agridulce misión de suceder nada menos que a 'Pulp Fiction', la revelación internacional de su director. Es normal que hubiera cierta decepción entre muchos de los cautivados por el ritmo y la estructura de 'Pulp Fiction', porque 'Jackie Brown' es posiblemente la película menos estridente del cine de Tarantino.

Adaptando a Elmore Leonard, la protagonista (una de las mujeres mejor escritas del cine de su autor), Jackie Brown (Pam Grier), es una azafata que colabora con un traficante de armas (Samuel L. Jackson) hasta que es atrapada por la policía y se ve forzada a aceptar un trato para capturar a su jefe. A medio camino entre el sincero homenaje a la blaxploitation de la que Grier fue abanderada y la atmósfera hosca y espesa del mejor noir, 'Jackie Brown' se beneficia de un extraordinario plantel de secundarios (Robert Forster, Bridget Fonda, Robert De Niro, Michael Keaton) y de una absoluta ausencia de cinismo. Fue todo un éxito, pero lo cierto es que su tibia recepción catapultó a Tarantino a la escritura de una buena cantidad de películas (estupendas) mucho más autoconscientes e irónicas que esta joya de honestidad brutal.

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