'One-Punch Man': la temporada 2 no pierde interés aunque el anime se ha vuelto tan perezoso como su protagonista

Una de las cuestiones más atractivas para los ya iniciados en el anime es el entendimiento de los numerosos juegos metalingüísticos y el coqueteo con los códigos de la industria, que son, en algunos casos, la propia premisa fundacional de una obra.

Es el caso de 'One-Punch Man', en la actualidad uno de los animes más populares y frescos del panorama audiovisual japonés, fundado de forma directa sobre la parodia y la autoconsciencia (como, por ejemplo, 'Gintama'). Durante su primera temporada, de solo 12 capítulos, la serie relató las peripecias de un resuelto pero perezoso héroe, Saitama, que, debido a su extraordinaria fuerza, es capaz de derrotar a todo enemigo que se le ponga delante de un único golpe.

Este calvo con capa combinaba su vida diaria y las tareas domésticas más habituales, como ir a hacer la compra, con sus tareas como salvador de transeúntes ante inesperados monstruos que aparecían de la nada.

Ahora bien, la segunda temporada, a pesar de haber incluido interesantes elementos en forma de personajes como Garou o King, ha demostrado, al mismo tiempo, la misma pereza que la del propio protagonista. El conformismo de 'One-Punch Man' ha provocado la sustitución del humor rítmico y constantemente paródico del anime por una sátira más facilona que, intentando hacer burla manierista de los códigos del género, termina sucumbiendo a ellos.

El superhéroe que se aburría

El épico broche final de la temporada 1 reunía todos los elementos que convirtieron a 'One-Punch Man' en un éxito casi instantáneo. La presencia de un enemigo que parece invencible y se jacta de ello, en claro tono paródico, la deslumbrante animación de una pelea resuelta en apenas dos compases -nueva reinvención de género frente a los eternos combates del shonen- y un protagonista ávido de una pelea que pueda, al menos, suponerle un entretenimiento.

Por la propia construcción de la temporada 2, estos tres cimientos se han visto relegados al olvido. Esta continuación se ha visto obligada a reinventarse, en especial, con la introducción de nuevos personajes que pusieran aún más de relieve el tono satírico del anime.

Sin embargo, el exceso de sentido paródico, que se ha esforzado especialmente en divinizar la figura de Saitama como salvador desinteresado, ha tenido el efecto inverso al esperado. Personajes como King, Soryuu o Garou, uno de los villanos que se prestan más a la multidimensionalidad, se han convertido en títeres narrativos al servicio de la máxima que la serie había evitado hasta ahora: ensalzar a su protagonista.

Tampoco ha ayudado a 'One-Punch Man' el considerable bajón técnico, que ha reflejado con mayor fuerza las costuras deshilachadas del anime. Lo que quizá el estilo de una animación pletórica podría haber disimulado, se pone incluso más de manifiesto con a la mediocridad formal, reflejo de los problemas que la serie ha sufrido.

El desdibujamiento en la animación como expresión de frenetismo en los momentos de clímax de las diferentes peleas durante la primera temporada del anime llegó a su culmen con la lucha final entre Saitama y Boros, con un trazo que se diluía hasta perderse y convertirse en borrón. Esta brillante apuesta formal no sólo ha reducido su aparición durante la segunda entrega de la serie, sino que, además, lo ha hecho en combinación con animaciones estéticas que enturbian el resultado final.

¿Qué ha pasado con 'One-Punch Man'? De Madhouse a J.C. Staff

Aunque no parece ser la única razón, uno de los mayores desencuentros a los que se ha tenido que enfrentar 'One-Punch Man' es el dramático cambio de estudio a cargo del anime. Mientras que la primera temporada corrió a cargo del prestigioso estudio Madhouse, encargado de clásicos como 'Paprika' o 'Death Note', la continuación del anime cambió de manos y dirección, haciéndose cargo J.C. Staff -'Food Wars', 'Los hijos de las ballenas'– de esta segunda parte.

Shingo Natsume -'Space Dandy', 'Fullmetal Alchemist'-, director de la primera temporada, compuso un equipo a su gusto con algunos de los grandes nombres de la industria japonesa, como Chikashi Kubota -'Shaman King', 'One Piece'- en el diseño de personajes o Tomohiro Suzuki -'Lupin III: Part IV', 'Boogiepop and Others'- como guionista, que colaboraron con la serie como freelances.

El resultado fue una entrega excelsa en su producción y animación, con ideas claras y contundentes que fue celebrada por su calidad y originalidad. Por el contrario, el encargado de la realización por parte de J.C. Staff, Chikara Sakurai -encargado de la dirección de un capítulo de 'Food Wars', además de haber participado en el equipo de animación de 'Naruto Shippuden'-, no ha contado con los mismos perfiles -aunque Kubota y Suzuki sí volvieron-.

La segunda temporada ha palidecido y puesto de relieve sus vergüenzas, imposibles de esconder tras el mejorable nivel de la animación y los rediseños de varios personajes, sobre todo comparando con el espectacular trabajo técnico de la primera entrega.

Una serie de catastróficas desdichas

El abandono de Natsume, relevado por Sakurai, ha llevado consigo la desaparición de la animación sakuga, esto es, de mayor calidad, y que ocurre en algunos productos de anime como 'Akira'. Lo que fue una constante durante la primera temporada se ha convertido en un elemento escaso y que ha mostrado la peor cara de 'One-Punch Man', resentida tanto en su desarrollo narrativo como técnico.

Bien es cierto que las producciones de J.C. Staff han sido, por lo habitual, del género slice of life, que centra sus tramas en la vida cotidiana de sus personajes, por lo que fue un movimiento arriesgado de parte del estudio encargarse de un anime que es especialmente frenético dentro del género de acción.

A esto hay que sumar también el recorrido de Sakurai, que no cuenta ni con la dilatada experiencia ni con los numerosos contactos de Natsume, otro factor más que han provocado la bajada de nivel de la serie. A pesar de todos los inconvenientes que ha sufrido su segunda temporada, 'One-Punch Man' sigue siendo una de las propuestas más entretenidas del panorama animado actual.

En definitiva, Saitama ha mostrado su peor cara, la perezosa, pero si la resolución final del calvo con capa en este último capítulo, entregado a su discípulo Genos, es igual al futuro que espera al anime, cuya tercera temporada aún no ha sido confirmada, hay lugar para el optimismo.

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