Colores caídos del espacio: los meteoritos de Lovecraft y otras pesadillas del espacio exterior en el cine

Con la confirmación oficial por parte de la compañía de Elijah Wood, la indispensable SpectreVision, se nos saltan las lágrimas al saber que la gente que hizo posible 'Mandy' volverá a contar con Nicolas Cage para, esperemos, presentar la versión cinematográfica definitiva de uno de los trabajos más certeros y escalofriantes de H.P. Lovecraft: 'The colour out of space'.

Como gato panza arriba

Por si en la cabecera de este texto aún no había suficiente material para soñar, el proyecto contará con dirección y libreto de Richard Stanley, una vieja leyenda del género que no quiere perder la oportunidad de volver a estar en boca de todos los aficionados.

Stanley se hizo un hueco en el corazón del género gracias a 'Hardware: programado para matar', un giallo ciberpunk postapocalíptico de ciencia ficción que bien podría ser catalogado de "cine para drogatas".

Con su trabajo premiado en Avoriaz, Bifff y Fantasporto, Stanley se vino arriba y comenzó su particular descenso a los infiernos a los que te condenan la libertad y el libertinaje creativo. 'El demonio del desierto' no funcionó y además la gente de Miramax (sí, ESA gente), mutiló la película.

El verdadero misterio es saber cómo diablos llegó el director a la dirección de una producción tan ambiciosa como 'La isla del Dr. Moreau'. El resultado final al que condujeron los numerosos giros y problemas se asoma en el documental 'Lost Soul: The Doomed Journey of Richard Stanley’s “Island of Dr. Moreau”'.

El caso es que últimamente su nombre se ha venido escuchando por aquí y por allá, incluso en el Bifff de 2017 vimos 'Replace', un 'The Neon Demon' de baratillo con un guión suyo, pero nada nos alegra más que una adaptación de la obra de Lovecraft en sus manos. Un Lovecraft al que pudimos "ver" en la última película de Pascal Laugier, 'Ghostland'.

Lovecraft tiene un color espacial

Richard Stanley tenía la idea de llevar el relato a la gran pantalla desde 2011, pero siempre tuvo problemas para encontrar financiación. Las cosas cambiaron en 2015, cuando se anunció que SpectreVision se había comprometido a producir el largometraje. Después de años de cautela, el productor Josh C. Waller sorprendió al mundo al anunciar que el proyecto estaba vivo y en plena marcha, y que comenzaría la producción a primeros de año.

El relato muestra cuenta la historia de cómo un meteorito que se estrella en la granja de la familia Gardner consumirá la vida de cada miembro de la familia en el sentido más literal posible. Sentido Lovecraft, ya sabes.

Publicado en 1927, se trata sin duda de uno de los mejores y más acertados relatos del autor de los mitos de Cthulhu y las obras cortas que inspiraron la que de momento sigue siendo la mejor adaptación de su obra: 'Re-Animator'.

Con sus granjas, sus meteoritos de colores y sus invasiones a pequeñas escala, Lovecraft apuntaló lo que ya habíamos visto antes en 'La guerra de los mundos' y que asomaría después en las obras de John Wyndham o Jack Finney, con el acierto de volverlo más privado. Sí, como hizo en su momento el gran M. Night Shyamalan con 'Señales', otra de sus obras maestras incomprendidas.

Mismo color, diferente tono

Lo que puede pasar más desapercibido es que la ansiada adaptación de 'Color Out of Space' no será la primera. Ni tampoco la segunda. En 1965 llegaría la primera de las adaptaciones de la obra de Lovecraft: 'El monstruo del terror'.

Lo cierto es que un título tan chulo como 'Die, Monster, Die!' solo podía traducirse así. En 1963 Jerry Sohl, guionista de algunos episodios de 'La dimensión desconocida' o 'Alfred Hitchcock presenta' había sido contratado para escribir tres guiones para American International Pictures (AIP). El primero sería 'Die, Monster, Die!', que se basaba vagamente y con algo de pereza en el relato original. De hecho, su primer título fue 'Colour out of space', más tarde pasaría a ser 'House at the End of the World' y finalmente sería bautizada con su título definitivo.

Puede que la atmósfera, muy en la onda de Roger Corman, hiciera de la película más genérica y menos especial. La presencia de un casi octogenario Boris Karloff ya estaba algo desfasada y resulta excesiva, aunque su presencia en las pinturas es impactante. Su director volvería a Lovecraft poco después con 'Terror en Dunwich'.

A pesar de estar algo deslavazada y de caer en el humor involuntario, como en ese "zoológico del infierno" o en el torpe clímax, la película tiene más color del espacio que la siguiente versión. Aquí, al contrario que en la siguiente, sí estará acreditado el relato original.

David Chaskin, que había escrito el guión de 'Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy', le puso mucho morro al asunto y no acreditó a Lovecraft en esta ochentera adaptación, por momentos realmente fiel, del relato original con la que el simpático David Keith dirigió su primera película.

Su debut mostraba ganas y esfuerzo, aunque los últimos 20 minutos tiraban por tierra todo el trabajo previo. Sin colores y sin árboles agitados (aunque lo afirmen sus protagonistas), 'Granja maldita' es un casi-clásico para muchos de los que nos criamos entre los estantes del videoclub del barrio. Todo ello bajo la supervisión de Lucio Fulci. Eso sí, ninguno de sus responsables tuvo nada que ver en sus secuelas directas a vídeo.

Ivan Zuccon es algo así como el pirado de Lovecraft italiano oficial, y la mayor parte de su filmografía está basada en adaptaciones de su ídolo. Hace más de diez años que presentó otra de sus producciones, una nueva oda al feísmo doméstico donde volvíamos al pozo de los secretos pero con apenas color. Apagada muestra casi amateur por la que no merece la pena detenerse más de la cuenta. La última película de Zuccon, por cierto, es ni más ni menos que 'Herbert West: Re-Animator'.

Mención especial para la alemana 'Die Farbe', dirigida por el germano-vietnamita Huan Vu. Multipremiada, respetada, candidata a un Melies de oro... y muy oculta para el aficionado debido a su limitadísima autoedición y distribución es, de momento, la mejor adaptación del color caído del espacio. Su ambientación y estética en blanco y negro, en la línea de 'Sin City' (pero sin la pasta), con el único color presente del lado espacial, hacen de ella un título muy interesante y a tener en cuenta. Tanto como la simpática y también blanquinegra 'La llamada de Cthulhu' de 2005.

Otros colores del espacio

Los meteoritos nunca nos han jugado buenas pasadas. Tampoco los cometas. En realidad ningún cuerpo celeste nos ha ayudado nunca a tener una vida más fácil. Películas como 'La noche del cometa', 'Creepshow' o más recientemente 'Coherence' jugaban con los diferentes problemas causados por alguno de esos objetos astronómicos, capaces de succionar vidas, convertirnos en andante carne muerta o jugar con nuestra percepción de la realidad.

Pero en el lado puramente invasivo, en el de la ciencia ficción clásica de los cincuenta convertida en fiesta gamberra y llena de sabiduría, pocas más eficientes que los tres pilares básicos del meteorito fatal: 'El terror llama a su puerta', 'Slither: La plaga' y 'The Blob. El terror no tiene forma', probablemente la cima de ese estilo y una de las más increíbles gamberradas con clase de los locos años ochenta. De momento, en lo que respecta al cine actual, 'Aniquilación' nos devolvía, en parte, en esos jardines prohibidos alejados de toda lógica.

Y mientras las películas de Fred Dekker y Chuck Russell ya son clásicos, la de James Gunn, su debut como director, fue un fiasco sin precedentes en taquilla. En realidad, todo lo que tocaba Gunn estaba condenado al fracaso hasta la llegada de la memorable 'Guardianes de la Galaxia'. 'Slither' es un festival por sí sola. Durante el primer minuto de película, uno puede leer los nombres de Henenlotter, R.J. MacReady y Max Renn. El tiempo la pondrá en el sitio que merece.

La noticia de una nueva versión de 'El color del espacio exterior' producida por verdaderos fans del género y que sin jugar en la liga de los grandes presupuestos sí tienen algo más de gusto por lo estético que la todopoderosa y mucho más ahorrativa Blumhouse, es motivo de máxima celebración. Pero no bebas el agua de ese pozo.

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