'Celda 211', qué grata sorpresa

Continúo mi repaso a las películas nominadas a los Goya 2010 de las cuales no había publicado reseña cuando las vi. Esta vez me centro en ‘Celda 211’ que, al igual que la anterior que comenté, está basada en una novela, lo cual ya nos está dejando mucho más claro de lo que me gustaría creer que no hay buenas ideas para los guiones originales. Daniel Monzón —el director— y Jorge Guerricaechevarría —uno de los pocos guionistas profesionales de cine que hay en este país— han adaptado el texto de Francisco Pérez Gandul y lo han convertido en una de las revelaciones del año.

Un joven que acaba de sacar la plaza de funcionario de prisiones y cuya mujer espera un hijo, acude a su lugar de trabajo un día antes del señalado para conocer a sus futuros compañeros y familiarizarse con las instalaciones. Tiene la mala suerte de que precisamente ese día se perpetra un motín en la cárcel y de que en el momento de la huida de los presos se encuentra en una celda, la 211, sin conocimiento porque ha sufrido un golpe en la cabeza.

Como he contado en alguna otra ocasión, para mí fue una sorpresa porque me esperaba la consabida cinta social que se hace casi siempre en nuestro país y está mal decirlo, pero el encontrar que tenía giros de guión que se corresponden con un thriller me llegó de alegría y, a partir de ese momento, disfruté enormemente. La grata sensación inesperada se produce, por lo tanto, al tratarse de un film patrio, ya que si fuese norteamericano, esperaríamos lo que encontramos y no formaríamos alrededor de una película como esta, pero procedente de EE. UU., ningún fenómeno de boca oreja, como el que se ha producido aquí.


Sin embargo, hay cosas en ‘Celda 211’ que no estarían presentes si no se tratase de cine español. La cuestión social no desaparece, pues es muy incisiva la crítica que incluye la película hacia el trato privilegiado a los presos de ETA, la diferencia es que ahora está integrada en una trama que engancha. Supone, asimismo, un sabio retrato de la sociedad el que ninguno de los personajes sea bueno o malo por completo y ninguno se quede en el bando en el que ha iniciado su devenir. Si alguna vez se llegase a hacer un remake, el elemento ETA mencionado no podría incluirse y el guión perdería uno de los puntos más valiosos. Al mismo tiempo, también es posible —dependería del autor— que a esos tonos grises en la catadura moral de los personajes les borrasen los matices, llegando al maniqueísmo al que tiende más habitualmente el cine norteamericano que el europeo.

Me agradó toparme con argumento en el que se concatenan los giros, decía. Sin embargo, como les ocurre a veces a los de estas características, para desarrollarse depende demasiado de las casualidades, que son el elemento que más va en contra de la verosimilitud, es decir: que, incluso aunque en la vida real se den, en la ficción las encajamos con mayor dificultad. Así, se pueden encontrar sucesos poco creíbles, pero que están ahí porque es necesario que ocurran para que la trama siga avanzando en la dirección necesaria. Pierde aquí el conjunto algunos puntos que le impiden ser, según mi opinión, la mejor de las cuatro películas que optan al Goya.

Luis Tosar está inmenso, pero encuentro injusto decir que supone lo mejor de toda la película, pues considero que el mejor elemento del film es el guión. Y no sólo porque parte del mérito del actor está en el papel que ha recibido —además de en la dirección de actores—, sino también porque ese papel funciona así de bien dentro de una película que interesa y porque no sería lo mismo si se insertase en otro argumento. Y ya que de lo que hablamos aquí es de los premios Goya, diré que es un error nominarlo a actor principal: su personaje es secundario. Si de lo que hablamos es de minutos en pantalla o de importancia de su intervención, se podría considerar principal —pero tanto como Christoph Waltz en ‘Malditos bastardos’, por poner un ejemplo—. Si hablamos de los personajes, el que sufre el conflicto, tiene un objetivo… en definitiva, el que protagoniza el guión es el chaval.

¿Se puede decir algo más elocuente sobre la interpretación de Alberto Ammann que lo del párrafo anterior? Es decir: el hecho de que Tosar le haya eclipsado hasta el punto de que todo el mundo confunda quién es el protagonista de ‘Celda 211’ nos indica que este joven ha hecho un trabajo correcto, pero carente de carisma o fuerza. A este problema se suma el de su dicción cambiante según la escena: en unos momentos parece que tenga un acento neutro, quizá español, pero de ningún lugar concreto; otras veces suena como andaluz y en el resto de las secuencias demuestra provenir de Argentina. Esta costumbre de los actores que llegan a España y quieren quitarse el acento da un resultado poco positivo, ya que no termina de definírsele ni de un lado ni del otro. Sería preferible que hablase con su acento argentino normal en todos los planos.

El resto de los secundarios, como Antonio Resines, Carlos Bardem o Luis Zahera, no se quedan atrás y construyen personajes igualmente interesantes. Este elenco de seres tan creíbles y con personalidades tan elaboradas es otro de los alicientes de la película.

Otro de los motivos que me mantenía reticente a ver ‘Celda 211’ era un trailer que había visto en algún sito que emitía con muy mala calidad, así que me imaginé una realización sucia, en la que el HD cantase demasiado y donde hubiese que comulgar con una cutrez que se escudaría en el bajo presupuesto. Sin embargo, nada de eso se correspondía con el look real del film. El presupuesto es considerable, ya que se trata de la producción del año de T5 Cinema. Monzón rueda con mucha soltura y le saca partido al escenario de la cárcel, que puede parecer limitado por tratarse de un interior del que no es posible sacar a los personajes, pero que al mismo tiempo ofrece posibilidades de obtener una interesante atmósfera claustrofóbica. El film es dinámico y la acción se entiende sin dificultad.

En definitiva y asociando mi conclusión a los premios que se avecinan, diría que me gustaría que se llevase todos aquellos Goya que no le vayan a dar a ‘El secreto de sus ojos’ por ser argentina. Aún mayor es mi deseo de que sirva de ejemplo y se hagan más films en España que aspiren a gustar y entretener al público sin dar por ello la espalda a un contenido psicológico y político que perfectamente es compatible con el cine de género. Claro que, si eliminan la obligación de producir cine que tienen las televisiones, volveremos a la época en la que no se realizaba ningún film de elevado presupuesto dentro de nuestras fronteras.

Mi puntuación:

Otras críticas de ‘Celda 211’ en Blogdecine:

Mis críticas sobre otras películas nominadas a los Goya 2010 | ‘El secreto de sus ojos’, ‘Ágora’, ‘Gordos’, ‘Yo, también’, ‘Los abrazos rotos’, ‘Pagafantas’, ‘Tres días con la familia’, ‘After’, ‘Planet 51’, ‘Slumdog Millionaire’ y REC 2’.

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