‘Trece vidas’ es la mejor película directa a streaming del año: Ron Howard recrea con elegancia en Amazon una hazaña llena de tensión claustrofóbica

Vivimos en una era de vuelta a la televisión que ha puesto las cosas difíciles para el cine en la gran pantalla. Pese a que este año está resultando esperanzador en un momento de incertidumbres con el éxito de no pocas propuestas fuera de franquiciados, la gente sigue siendo reticente a lo original. Las plataformas siguen sacando cine cada fin de semana y no muchas veces está al nivel, pero la apuesta de Amazon Prime Video en ’13 vidas’ (Thirteen Lives, 2022) es diferente.

Un salto de calidad que realmente sí debería haber ido a cines

Tras un año de catástrofes en HBO Max, con Netflix apretándose el cinturón y las más pequeñas pasando a un tercer plano, el modelo de mercado de plataforma empieza a dejar ver sus trucos demasiado. Y salvo casos aislados como el de ‘Predator: la presa’ (Prey , 2022) de Disney+, las propuestas de “un solo episodio” dentro de una cascada de series no calan, y en el caso de la nueva película de Ron Howard podría esperarse otra película para rellenar catálogo sin mucha más trascendencia.

‘Trece vidas’ podría haber sido uno de los peores ejemplos imaginables de esta tendencia al relleno sin alma, ya que narra una historia real del empeño para rescatar a un equipo de fútbol tailandés de niños que quedó atrapado en la cueva de Tham Luang durante una tormenta inesperada. Ante obstáculos impensables, un equipo formado los buzos más hábiles y experimentados del mundo, excepcionalmente capaces de navegar por el laberinto de estrechos túneles de cuevas inundados, planea su rescate.

Para ello se unen a las fuerzas tailandesas y a más de 10.000 voluntarios intentando sacar a los doce niños y su entrenador mientras el mundo está mirando y el tiempo corre a contrarreloj. Y… bueno, todo el mundo sabe qué pasó después. Sorprende lo poco que se está hablando esta excelente recreación de una misión imposible más allá del impacto natural que sigue teniendo el caso a nivel colectivo. De hecho puede que sea lo que más juegue en contra de la película, lo reciente de los hechos hace que parezca más oportunista y menos “digno” de ser contado.

Cinema del pánico

En realidad, el núcleo de su metraje podría ser la secuela soñada de ‘The Descent’ si no fuera una historia que conocemos tan bien. Como dramatización, ’13 vidas’ sigue a otras recreaciones recientes como un excelente documental de Nat Geo, una película independiente menos exitosa y precede a una miniserie de Netflix que está por llegar. El milagro de la cueva tailandesa es una gran historia para contar, pero es dudoso que ninguna versión alcance los niveles de tensión y claustrofobia inenarrables de la versión de Ron Howard.

Esta aproximación a una aventura con rasgos de supervivencia ofrece aquí una versión opuesta de una película con ingredientes parecidos en la filmografía del director, ‘En el corazón del mar’ (2016), en la que afrontaba otra historia de circunstancias extremas con todos los resortes del Hollywood reciente más predecible, la fanfarria machacona y la pantalla verde, aquí sustituidos por una sobriedad documental sin emotividad barata con la que Horward sigue demostrando una versatilidad y competencia de artesano insólita.

Pero además, ofrece este cambio de esquemas sin renunciar a su firma. Ron Howard es un director impulsado por las emociones, y en una historia tan propensa al caramelo barato, no solo es capaz de esquivar las dinámicas de la dramatización de Hollywood, resistiendo la tentación de estilizar la peripecia, sino que demuestra su mano experta y empeño en retratar hazañas de profesionales de riesgo, conectando con su filmografía con cuadrillas llenas de complicidad invisible y heroicidad estoica, con castings cuidadosamente perfilados.

La mirada de autor de Ron Howard

Guste más o menos, es un autor que completa un camino lógico desde ‘Llamaradas’ (1991), ‘Apollo 13’ (1995) y la citada ‘En el corazón del mar’ y, sin embargo, su mayor virtud en ’13 vidas’ es su decisión de desaparecer y dejar a las imágenes y los protagonistas hablar por si solos. La peripecia es un triple salto mortal y jamás se le escurre un pinchazo lacrimógeno típico en obras de este estilo como ‘Lo imposible’ (2012), apoyado, eso sí por un reparto excepcional que da vida a las emociones de forma subcutánea.

Un rudo Viggo Mortensen, un Colin Farrell que desprende una contención admirable, y Joel Edgerton dejando grandes detalles como el descubrimiento final en su propio camino, son acompañados de dos Sanchos como Tom Bateman y Paul Gleeson. Los principales protagonistas son los dos buceadores británicos Richard Stanton y John Volanthen quienes localizaron a los niños desaparecidos más de una semana después y a pesar de eso, la película evita la narrativa del salvador blanco, ampliando su red al dar tiempo a las muchas personas involucradas en el rescate.

La mejor fortaleza de la dirección es que deja respirar los hechos de una forma ultrarrealista, quizá poque sabe que lo que cuenta es una locura de tal calibre que es imposible imaginar de otro modo las dificultades y problemas de un plan sin precedentes. Howard se limita a conseguir que el espectador pueda estar ahí y decodifique la experiencia para comprender el minucioso milagro logrado. Todos conocemos al menos los grandes rasgos de esos 18 días y más importante aún, todos conocemos el final, por lo que inyectar suspense falso sería timar y esconder la mano.

Mucho más que una reproducción de hechos reales

Cuando los hechos reales ya fueron tan increíbles, la narración no necesita sobrecargar la banda sonora o apretar a sus personajes para ser apasionante, guiada por un compromiso con la experiencia y un profundo respeto por todos los involucrados, no hace falta que ningún martillo pilón nos recuerde que lo mejor de las personas puede aparecer en el peor momento posible, potenciando el control ’13 vidas’ sobre el espectador precisamente por su falta de subrayados, quizá esto es a lo que se refiere mi compañero cuando habla de que parece que adapta una entrada de la Wikipedia.

Y no puede culparse al espectador de sentirse así. Ver la peli a toro pasado parece algo mecánico porque se sabe el final, pero también hay algo realmente oscuro (perturbador, casi) impregnando sus más de dos horas que Howard enfatiza en el personaje de Mortensen, porque sabes que la probabilidad sugería muy fuerte el título ‘13 Fiambres’ y la película deja muy clara que esa es la perspectiva real de los héroes todo el tiempo. No solo profundiza en los dilemas éticos y las dudas sobre la decisión de sedar a los niños, sino que transmite una tristeza constante, y la sensación de nihilismo de los personajes contrastando con la euforia exterior de forma inquietante.

Dentro de ese tono casi de elegía, la película va dedicada a uno de los rescatadores, cuya muerte se muestra de forma neutral, pero albergando un poder de ensoñación inesperado que rivaliza a cualquier escena de terror del año, una muestra de la elegancia narrativa y el buen gusto de un Howard sólido y paciente, que sabe dotar a ’13 vidas’ de corazón sin lanzar bolsas de lágrima a la pantalla, pero con el manejo del suspense al límite y con el sentido de la aventura de uno de los trabajadores más efectivos del Hollywood moderno, un lujo para un cine de plataformas acomodado y mimético que necesita tomar nota de eventos como este sino quiere ahogarse antes de lo previsto.

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